El capitalismo del esp¨ªritu
Cuando Max Weber escribi¨® La ¨¦tica protestante y el esp¨ªritu del capitalismo, casi nadie pensaba que el capitalismo tuviese algo que ver con el 'esp¨ªritu'. Antes bien, la cr¨ªtica reaccionaria no dejaba de lamentarse del modo en que el 'materialismo' de las sociedades industriales pisoteaba los valores espirituales (como a¨²n hace de vez en cuando El Vaticano), y la cr¨ªtica revolucionaria, habiendo reducido el esp¨ªritu a la degradada condici¨®n de falsa conciencia, lo consideraba a lo sumo como una colecci¨®n de infames patra?as. En aquella obra, cuya estela est¨¢ lejos de haberse agotado, Max Weber hizo comprender a unos y a otros que ni los valores espirituales estaban siempre en la oposici¨®n al capitalismo (a veces, al contrario, constitu¨ªan una formidable alianza estrat¨¦gica con ¨¦l) ni las justificaciones ideol¨®gicas se reduc¨ªan a una mera excrecencia ideada para enga?ar a los explotados y lavar la conciencia de los explotadores. Si el capitalismo fuera ¨²nicamente esa fr¨ªa maquinaria de extraer plusval¨ªa sin m¨¢s principio ni fin que ella misma, como el vampiro que succiona la sangre a los aldeanos para prolongar su inmortalidad, los aldeanos habr¨ªan quemado ya hace mucho tiempo el castillo del empalador y le habr¨ªan clavado una estaca en el coraz¨®n durante alg¨²n fat¨ªdico amanecer. Pero el caso es que, as¨ª como Dr¨¢cula s¨®lo puede aparecerse por la noche, el capitalismo solamente puede realizar su insaciable voracidad estableci¨¦ndose en ¨®rdenes sociales e hist¨®ricos concretos, y necesita de la complicidad de los hombres de carne y hueso para existir y perpetuarse; y estos hombres de carne y hueso, a diferencia de la fr¨ªa m¨¢quina contable de acumular abstractos beneficios, no pueden actuar sin dar a sus acciones un sentido y sin buscar justificaciones a su conducta. El 'esp¨ªritu' del capitalismo es, tal y como sugieren Luc Boltanski y ?ve Chiapello, el conjunto de esas justificaciones con las cuales las gentes se explican, mejor o peor, su adhesi¨®n al 'sistema' de vida en el cual -qui¨¦ranlo o no, s¨¦panlo o no y les guste o no- se encuentran inmersas.
EL NUEVO ESP?RITU DEL CAPITALISMO
Luc Boltanski y ?ve Chiapello Edici¨®n de C. Prieto Traducci¨®n de M. P¨¦rez, A. Riesco y R. S¨¢nchez Akal. Madrid, 2002 712 p¨¢ginas. 42 euros
Obligado de este modo a for-
jarse un 'esp¨ªritu' mediante el cual hacerse aceptable para quienes lo encarnan, el capitalismo no tiene otro remedio que abrir, por ese procedimiento, un flanco a la cr¨ªtica. Los autores de El nuevo esp¨ªritu del capitalismo agrupan estas cr¨ªticas en dos grandes clases: la cr¨ªtica social (que reprocha al capitalismo la desigualdad y la miseria que produce, y que por tanto habla en nombre de la justicia) y la cr¨ªtica artista (que, defendiendo en cierto modo los derechos de la belleza, rechaza el capitalismo por su restricci¨®n de la libertad y por su opresi¨®n de la autonom¨ªa personal): Marx y Baudelaire.
Si la cr¨ªtica social, que durante d¨¦cadas ejerci¨® pr¨¢cticamente en solitario el papel de cr¨ªtica real (mientras que la 'cr¨ªtica artista' no era m¨¢s que una actitud est¨¦tica minoritaria y elitista, siempre bajo la sospecha de nostalgia del antiguo r¨¦gimen), parece haber alcanzado su obsolescencia -como lo prueba la p¨¦rdida de electorado de los partidos comunistas-, ello se debe sin duda, en parte, a su (relativo) ¨¦xito, es decir, a su integraci¨®n paulatina en el 'sistema' mediante la construcci¨®n del llamado Estado de bienestar. El punto ¨¢lgido de este '¨¦xito' -que en el tiempo coincide aproximadamente con el c¨¦nit del capitalismo macroempresarial o 'fordista'- supuso, pues, el 'relevo' para la cr¨ªtica artista que, en 1968, pas¨® de ser un discurso de minor¨ªas a convertirse en un fen¨®meno de masas que denunciaba el aburguesamiento del 'sujeto revolucionario' y la escandalosa homogeneizaci¨®n de una sociedad hiperprotegida, administrada y aletargada en su 'bienestar' confortable y previsible. Los ¨²ltimos treinta a?os han registrado el amargo '¨¦xito' de esta cr¨ªtica, que la izquierda no comunista -en el momento mismo en el que se hund¨ªan los reg¨ªmenes 'sovi¨¦ticos' y se organizaba el 'nuevo (y ¨²nico) orden mundial'- convirti¨® en su ideolog¨ªa de recambio ante la presunta 'muerte del marxismo' y que, convenientemente recuperado por las 'teor¨ªas' de la gesti¨®n empresarial surgidas en la d¨¦cada de los noventa (y que r¨¢pidamente han contaminado las t¨¦cnicas de gesti¨®n estatal), as¨ª como por toda clase de 'identidades minoritarias', se ha convertido en el nuevo esp¨ªritu del capitalismo (su nueva justificaci¨®n): la bandera de la autonom¨ªa, la libertad y la creatividad han servido para desprestigiar todas las conquistas de la protecci¨®n social de los trabajadores (empezando por las organizaciones sindicales) y para debilitar y desinstitucionalizar todo lo que pod¨ªa servir como foco de resistencia a la sed insaciable del viejo vampiro inmortal.
A estas alturas, el filo 'sub
versivo' de la cr¨ªtica artista est¨¢ completamente despotenciado, pero la cr¨ªtica social (que permanece anclada en modelos de intervenci¨®n decimon¨®nicos, se ha diluido en acciones de car¨¢cter 'humanitario' o se ha encastrado en actitudes de hostilidad incapaces de arbitrar alternativas) no presenta indicios de estar en condiciones de tomar el relevo. Aunque Boltanski y Chiapello no sean el Max Weber del siglo XXI, no solamente profundizan en las razones por las cuales ese 'esp¨ªritu del capitalismo' es hoy tan fuerte (y la cr¨ªtica tan d¨¦bil) o, lo que es lo mismo, diagnostican la enfermedad por la cual la sociedad se ha degradado en las ¨²ltimas d¨¦cadas en la misma medida en que ha progresado el capitalismo, sino que ofrecen a la ostensible desorientaci¨®n del discurso de la izquierda algunas ideas -eso s¨ª, enormemente impopulares, como hoy se dice- para la rearticulaci¨®n de los discursos cr¨ªticos.
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