El kilo enmascarado
La l¨ªnea del mar nos tira del michel¨ªn. Se trata de un fen¨®meno estacional como los monzones, que aunque aqu¨ª no los tengamos tambi¨¦n existen. Pues con el peso ocurre igual, cre¨ªamos que no lo ten¨ªamos hasta que llega el tiempo de lucirlo. Y entonces es la lucha con el ba?ador y con el gimnasio; a diferencia de que el primero se puede comprar incluso con la correspondiente talla de m¨¢s por el mismo precio, mientras que el gimnasio aunque se pague no se compra, por lo que se convierte en nuestro testigo de cargo, por no decir de peso.
Quien no ha sentido un kilo de m¨¢s no ha sentido nada. Se le mete a uno hasta en la sopa, ¨¦sa que ya no lleva ni agua baja en calor¨ªas, y parece vivir agazapado hasta que llega la hora de asomarse al espejo. Momento que el kilo de m¨¢s escoge para carcajearse tan burda como ferozmente.
Hasta que no se sepa lo del colesterol identitario no se sabr¨¢ si Arzalluz ten¨ªa raz¨®n cuando se quitaba los michelines.
El kilo de m¨¢s resiste a todos los lavados y a muchos sudores y le gusta vivir c¨®modamente enrollado cerca del cintur¨®n, su habitat. No es que carezca de enemigos pero resultan tan inconstantes y poco competitivos que el kilo de m¨¢s se reproduce como los conejos.
Y a partir de ah¨ª constituye una plaga. Bueno, una epidemia. Lo ha dicho la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Estamos ante la epidemia del siglo XXI. Claro que, por una vez, s¨®lo es privativa de los pa¨ªses ricos. Los pa¨ªses pobres se siguen muriendo de hambre, o sea, como Dios manda. Parec¨ªa mejor vivir en un pa¨ªs rico, pero resulta que los ricos no s¨®lo es que tambi¨¦n lloren, sino que conocen severos problemas cardiovasculares, digestivos y hep¨¢ticos, por no hablar de los de autoestima. Aunque lo mejor est¨¢ en que no hace falta que se descubra ning¨²n medicamento o vacuna, como los que no se ponen a disposici¨®n de los pobres del sida y la malaria.
En el caso del peso se trata de un simple problema de autorregulaci¨®n. Pero era lo peor que nos pod¨ªa pasar, porque vivimos en una sociedad acostumbrada a que todo lo resuelvan otros. Lo mismo da que se trate de la educaci¨®n de los hijos, ?para qu¨¦ educarlos si ya van a la escuela?, o de los problemas de la sociedad, ?no pagamos a los pol¨ªticos? ?Que nos quiten los kilos!
Claro que, lo del hambre tambi¨¦n se arregla con medios menos sofisticados que los medicamentos, porque interviene asimismo la voluntad, s¨®lo que no la suya, es decir la de quien pasa hambre, sino de la nuestra que, por no darles una migaja, nos lo comemos todo. Y luego pasa lo que pasa. Nos atracamos, nos cardiovasculamos, nos da p¨¢nico el espejo.
Pues bien, si no hablamos de hambre sino de un poco menos que de necesidad, la moraleja resulta muy ilustrativa. Hay un estudio por ah¨ª que acaba de comprobar que los espa?oles de rentas bajas comen mejor que los de rentas altas porque incluyen en su ordinario m¨¢s alimentos de la llamada dieta mediterr¨¢nea. Lo que demuestra lo bien fundado de la teor¨ªa del inexterminable kilo de m¨¢s. Porque los comedores de rentas bajas, pese a gastar m¨¢s en comida que los de rentas altas, se encuentran mejor con no gastarse en el gimnasio y en su figura lo que no se hab¨ªan gastado en malalimentarse. Igual se debe a que una renta baja implica quemar m¨¢s en el trabajo adem¨¢s de quemarse m¨¢s en ¨¦l, con lo que el secreto residir¨ªa en el pico y la pala, o sea en los m¨¦todos preventivos, o, como quien dice, en el fitness del andamio y del terr¨®n.
Pero no todo en la grasa es malo. Como hay estudios para todo, tambi¨¦n hay uno que sabe m¨¢s de lo que hay que saber acerca del colesterol identitario, s¨ª, esa grasa que nos hace de donde somos. Seg¨²n parece, la cosa del colesterol est¨¢ regulada por 120 genes de los cuales 50 son aut¨®ctonos, mientras que el resto habla del mestizaje. As¨ª, los genes de Galicia evidencian un pasado celta, los de Arag¨®n resultan similares a los de los Pa¨ªses Bajos y los de Catalu?a a los del sur de Francia, mientras que los de Murcia revelan caracter¨ªsticas propias.
Lo malo es que el estudio no se ocupa de nosotros, no se sabe si para no poner de manifiesto que tenemos un colesterol tambi¨¦n ancestral, como todo, o por no derrumbar la leyenda que nos quiere distintos. Y hasta que no se sepa con certeza no se sabr¨¢ si ten¨ªa raz¨®n Arzalluz cuando se quitaba los michelines. ?A ver si se estaba quitando lo mejor!
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