Par¨¢metros para el Pe?¨®n
Dif¨ªcil negociaci¨®n la de Gibraltar, en s¨ª y por lo que comporta. Los esfuerzos desplegados por la diplomacia espa?ola son notables, pero, llegados a este punto, requieren un desbloqueo pol¨ªtico al m¨¢ximo nivel. ?Lo lograr¨¢n hoy Aznar y Blair? Aunque el escollo central puede ser si el acuerdo es provisional o definitivo, hay otros par¨¢metros centrales, que van m¨¢s all¨¢ del Pe?¨®n.
Vigencia del Tratado de Utrech. Es un tratado que se ha violado en repetidas ocasiones en los ¨²ltimos tres siglos. Para aterrizar en la pista de Gibraltar, los aviones no pueden pr¨¢cticamente evitar la violaci¨®n del espacio a¨¦reo espa?ol. Utrech prohib¨ªa las relaciones por tierra entre Gibraltar y el territorio espa?ol, pero la entrada en 1986 de Espa?a en la UE obligaba a ello, y nadie protest¨® entonces. Por otra parte, ?sancionar¨¢ la cosoberan¨ªa la ocupaci¨®n por los brit¨¢nicos del istmo, no contemplada en Utrech?
Integridad territorial. Hasta ahora Espa?a no ha renunciado nunca al t¨ªtulo que implica que la preservaci¨®n de la colonia brit¨¢nica quebranta la unidad territorial espa?ola, reconocido por la Asamblea de Naciones Unidas en repetidas ocasiones. Sin embargo, un acuerdo de soberan¨ªa compartida, sin las matizaciones oportunas, podr¨ªa suponer renunciar a ese principio. Y de ah¨ª la importancia de que el acuerdo sea provisional, especialmente si los gibraltare?os acaban ech¨¢ndolo atr¨¢s. La defensa de este principio puede tener consecuencias para otros problemas, como el vasco.
Autodeterminaci¨®n. De nuevo, mirando al Pa¨ªs Vasco, es ¨¦sa una de las razones por las cuales el Gobierno, sin negar a Londres el derecho a buscar el parecer de los gibraltare?os -contrarios en principio, aunque, como ha indicado The Observer, 'ning¨²n hombre es una isla aunque viva en una Roca'-, no quiere reconocer ning¨²n derecho a la autodeterminaci¨®n, y menos a¨²n a la independencia. En todo caso, Utrech contempla la retrocesi¨®n a Espa?a de Gibraltar en caso de cambio de su estatuto. Gibraltar es, formalmente, un caso contrario: de descolonizaci¨®n en favor de Espa?a. Y eventualmente, la plena autonom¨ªa de los gibraltare?os en Espa?a podr¨ªa elevar las demandas de los techos competenciales de algunas comunidades aut¨®nomas.
Ceuta y Melilla. Aunque los or¨ªgenes de la soberan¨ªa sean distintos, cualquier soluci¨®n para Gibraltar repercutir¨¢ sobre la manera en que Marruecos enfocar¨¢ el contencioso -pues contencioso hay- sobre Ceuta y Melilla. Desde esa perspectiva, la cosoberan¨ªa provisional o indefinida plantea menos problemas que la retrocesi¨®n a Espa?a.
Base militar. La soluci¨®n no puede implicar dejar fuera, o en un burbuja brit¨¢nica, la base militar en Gibraltar. Tendr¨¢ que compartirse la soberan¨ªa formal, aunque el control operativo de la base pueda recaer sobre uno u otro. La comparaci¨®n con las bases de Rota y Mor¨®n es err¨®nea. ?sas son bases espa?olas, no estadounidenses, aunque EE UU las utilice siempre bajo el control y la autorizaci¨®n de Espa?a. No se comparte soberan¨ªa en Rota.
Campo de Gibraltar. Ante la posibilidad de un futuro en Espa?a, los llanitos miran a su alrededor. ?Y qu¨¦ ven? No el nivel de vida de Madrid, Barcelona, o Gibraltar, sino el de La L¨ªnea y su entorno. Contribuir¨ªa a cambiar su parecer un plan de desarrollo integral de una zona espa?ola atrasada.
El sino de Gibraltar importa poco a la mayor¨ªa de los espa?oles. Pero es conveniente eliminar esta china en el zapato de las relaciones entre Londres y Madrid, que afecta al desarrollo de la UE. La cosoberan¨ªa no definitiva es un principio razonable, aunque el acuerdo requiere un cierto encaje de bolillos diplom¨¢tico e inventar un modelo. Respecto a la situaci¨®n actual, implicar¨ªa que Espa?a ganar¨ªa, aunque sea de forma compartida, soberan¨ªa sobre Gibraltar. La ventana de oportunidad est¨¢ abierta.
aortega@elpais.es
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