El Centro de Arte de Almer¨ªa recoge una muestra retrospectiva de Mart¨ªn Pastor
Mart¨ªn Pastor (Almer¨ªa, 1952) pertenece a la generaci¨®n de pintores de los ochenta cuyo destino se empe?¨® en alejarlo de las grandes urbes en las que se coc¨ªa el puchero art¨ªstico. La libertad ha sido la constante de su obra. El Centro de Arte Museo de Almer¨ªa ha querido rendirle su particular tributo a este creador con el mejor de los regalos: hasta el 26 de mayo, el artista demostrar¨¢, de un solo golpe y en un solo espacio, todo lo que es y ha sido con la retrospectiva Corrientes de convecci¨®n.
En su carrera, 'indudablemente' truncada por vivir en una ciudad de provincias - 'Para cazar tigres, tienes que irte adonde hay tigres', reconoce- las ganas de descubrir y de aprender han sido sus dos grandes bazas. Pastor, llamado as¨ª por amigos y alumnos, es grabador, pintor, ceramista, dibujante, tallista, fot¨®grafo, escultor, historiador y ciudadano del mundo. Lo hace todo, prueba con todo y en nada se estanca. Ha saltado de las transferencias de im¨¢genes con disolventes pero ricas en texturas y colores a 'jugar' con manchas y trazar figuras, de reciclar papel fotogr¨¢fico caduco para atacarlo con ¨¢cido a plasmar el efecto pict¨®rico a trav¨¦s de la fotocopia en aluminio, y de pintar lienzos cercanos al cubismo de Mattise o de Picasso a utilizar todo tipo de materiales y procesos an¨®malos para crear esculturas o instalaciones. 'Hago lo mismo que los grandes artistas pero sin dinero, porque tengo muchos amigos y a ellos les pido materiales y favores', comenta ir¨®nico el artista.
La pl¨¢stica almeriense de la ¨²ltima d¨¦cada no podr¨ªa entenderse sin el estudio de su obra ni la iron¨ªa de sus procedimientos. ?l, que utiliz¨® los carteles electorales de los ochenta como soporte de sus ¨®leos o us¨® el compresor averiado de su frigor¨ªfico como elemento integrador de una escultura dedicada al desarrollo sostenible, es un c¨®ctel entre Duchamp, Klee y Modigliani en un p¨¢ramo cultural nada amable con el arte contempor¨¢neo.
La fusi¨®n de la vida con el arte, el erotismo y el amor se elevan como componentes repetidos de su obra. 'No busco la representaci¨®n, prefiero que sea el espectador el que la fije', dice el pintor enamorado del Mediterr¨¢neo que reconoce un defecto irreparable en su t¨¦cnica de trabajo: 'Cuando se me acaba el material, se me acaba la obra'.
Este ensamblador de objetos, ora hacedor de m¨¢scaras a partir de troqueles para hacer zapatos, ora constructor de una obra gr¨¢fica con mil y una imagen con un bastidor como marco, ha sobrevivido como cazador de tigres sin haber pisado la selva jam¨¢s.
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