El suizo Josef Ackermann toma hoy las riendas del Deutsche Bank

Es una 'revoluci¨®n cultural, de aquellas que cualquier banco exitoso necesita de cuando en cuando', seg¨²n escribe el Frankfurter Allgemeine Zeitung. En sus 132 a?os de historia, el Deutsche Bank, mayor entidad crediticia europea por total de activos y durante d¨¦-cadas principal baluarte financiero de la econom¨ªa alemana, nunca hab¨ªa tenido un presidente extranjero que, adem¨¢s, fuese especialista en banca de inversi¨®n. Desde que fuera designado, en septiembre del 2000, el suizo Josef Ackermann poco a poco ha tomado las riendas de la gesti¨®n del hasta ahora presidente, Rolf Breuer, quien hoy se las entregar¨¢ formalmente, durante la junta de accionistas del Deutsche en Francfort.

De 64 a?os, Breuer pasar¨¢ a presidir el consejo de vigilancia del Deutsche Bank, encabezado hasta ahora por su antecesor en el cargo Hilmar Kopper. Locuaz como muchos alemanes originarios de la cuenca del Rin, Breuer hab¨ªa asumido la jefatura de este gigante financiero en 1997. De su mandato, probablemente, se recordar¨¢n sobre todo dos operaciones de signo contrapuesto: la adquisici¨®n del banco de inversi¨®n estadounidense Bankers Trust por 9.200 millones de d¨®lares, en 1998, y la fallida fusi¨®n con su competidor local, el Dresdner Bank, hoy en manos de la aseguradora Allianz, en el 2000.

Junto al fortalecimiento de la banca de inversi¨®n (que hoy d¨ªa aporta buena parte de los beneficios del Deutsche Bank) Breuer inici¨® una depuraci¨®n de participadas que presumiblemente continuar¨¢ bajo su sucesor: en los ¨²ltimos a?os, la entidad se ha ido desprendiendo de sus negocios de seguros e hipotecas, y estuvo a punto de hacerlo tambi¨¦n con su negocio bancario minorista, hasta hace poco agrupado bajo el r¨®tulo Deutsche Bank 24. Al igual que sus tres grandes competidores (el Hypovereinsbank, el Dresdner y el Commerzbank), el Deutsche achaca la fuerte competencia en el mercado alem¨¢n a la densa red de cajas de ahorro p¨²blicas. Pese a su proyecci¨®n internacional, tampoco Breuer pudo resolver el problema de valoraci¨®n que le permita estar exento de operaciones hostiles.