Del amor y despu¨¦s
Desde las fronteras del muy vasto territorio que ocupa hoy el g¨¦nero novel¨ªstico, llegan dos interesantes libros, los dos de muy distinta naturaleza y val¨ªa, pero uno y otro escritos de vuelta de relaciones amorosas que en ambos aparecen obsesivamente recreadas.
Uno. La matriz y la sombra,
de Ana Prieto (Barcelona, 1976), provoca el asombro de considerar qu¨¦ improbable secuencia constituye, en la actualidad, el hecho de que alguien (y alguien, adem¨¢s, tan joven) se haya resuelto a escribir un libro as¨ª, que un editor se haya resuelto a publicarlo, que uno mismo se haya resuelto a leerlo. Hasta tal punto se trata aqu¨ª de un texto arriesgado y dif¨ªcil, lib¨¦rrimo, que elude todo patr¨®n gen¨¦rico para desatar, en un arrollador torrente de extraordinaria potencia l¨ªrica, la vehemencia de una pasi¨®n amorosa que huye de su propio objeto por no consentir que el tiempo la merme.
La voz femenina que entona el desgarrado y ardiente mon¨®logo volcado en estas p¨¢ginas convence con la misma irresistible intensidad que emana de un texto tan igualmente inclasificable y parecidamente portentoso como es el de las c¨¦lebres Cartas de la monja portuguesa, de Mariana Alcoforado. Si bien la dicci¨®n y la sofisticada sintaxis de La matriz y la sombra acreditan una esmerada y muy moderna cultura, escorada hacia el lado de cierta tradici¨®n francesa (no es casual que el escenario del libro sea Par¨ªs), de modo que, m¨¢s o menos borrosos, cabe reconocer a todo lo largo de su andadura los surcos dejados por los grandes textos amatorios de los surrealistas (Breton, Aragon, ?luard), a los que se superponen los m¨¢s tard¨ªos de autores como Barthes o como Duras, entre tantos posibles. No tiene demasiado sentido, en cualquier caso, insistir en la genealog¨ªa de un libro cuya fuerza se siente completamente genuina, y que trenza una encendida sensualidad a una verbosidad experta y procelosa. Bastar¨ªa analizar el convincente empleo que Ana Prieto hace de un recurso tan peligrado de cursiler¨ªa como es el diminutivo para acreditar su extraordinario instinto po¨¦tico y despejar las suspicacias que puede suscitar el que se se?ale c¨®mo pertenece a un orden inequ¨ªvocamente femenino. El dolor y la queja que habitan estas p¨¢ginas son queja y dolor fuertemente sexuados, l¨²cidos bramidos de 'hembra abierta' y apartada.
La matriz y la sombra intercala poemas en verso libre y hace gala de otros atrevimientos m¨¢s ocasionales, como el empleo de un estilizado coro de bacantes. Hubiera actuado en beneficio del texto menos volubilidad formal: una apuesta m¨¢s decidida por el cauce de su prosa arrebatada. Pero se trata de un d¨¦bil reproche
para un libro que se sostiene audazmente en el borde del abismo desesperado y tr¨¢gico que convoca.
Dos. Ocurre a veces, no siem-
pre, pero s¨ª a veces, que los textos con que el editor acompa?a un libro dan una idea precisa de su valor y de su contenido, orientando adecuadamente la lectura. Es el caso de A pesar de todo, de Alejandro Palomas (Barcelona, 1967). Dicen sus editores que 'supone una desmitificaci¨®n del patr¨®n glamouroso y carente de autocr¨ªtica que rige muchas representaciones del mundo gay; y va ciertamente m¨¢s all¨¢ de la supuesta especificidad de las relaciones homosexuales al mostrar c¨®mo en ellas se establecen y perpet¨²an situaciones de dependencia suficientemente conocidas en el m¨¢s extenso ¨¢mbito de las relaciones heterosexuales'. Tienen raz¨®n. Tal es el inter¨¦s mayor del libro. Un inter¨¦s, por lo dem¨¢s, ambiguo, por cuanto dicha desmitificaci¨®n redunda en perjuicio del atractivo que, por s¨ª mismo, ha suscitado tradicionalmente el mundo gay, hasta hace poco afincado en una m¨¢s o menos relativa marginalidad, y por ello mismo semillero de conductas impropias o transgresoras, cuando no directamente subversivas. Alberto Card¨ªn se?al¨® en su d¨ªa (pero qui¨¦n se acuerda hoy), antes de morir ¨¦l mismo v¨ªctima del sida, c¨®mo esta enfermedad hab¨ªa abortado el camino iniciado tiempo atr¨¢s por algunos homosexuales, convertidos no s¨®lo en exhaustivos experimentadores de nuevas formas de relaci¨®n desinhibida con el propio cuerpo, sino en punta de lanza de nuevos modelos de relaci¨®n interpersonal y comunitaria. M¨¢s recientemente, Pedro Lemebel (Loco af¨¢n, Anagrama), ¨¦l mismo vociferante y travestido, ha embestido con encono contra el nuevo estatus gay, denunciando c¨®mo 'lo gay se suma al poder, no lo confronta', habiendo ya renunciado a constituirse en una 'construcci¨®n cultural diferenciada'.
El testimonio ofrecido por Alejandro Palomas en A pesar de todo documenta una sentimentalidad gay desentendida ya de su vieja lucha emancipatoria. Una sentimentalidad articulada y reivindicada desde la previa conquista de una normalidad concebida como homologaci¨®n con los patrones que rigen las relaciones heterosexuales.
Resulta inevitable, por escan
doloso que parezca, considerar esta conquista con cierta melancol¨ªa, sin que ello implique, por supuesto, reprobarla. Algo parecido ha venido ocurriendo, en definitiva, en lo tocante a ciertas conquistas del feminismo.
Alejandro Palomas tiene el valor y la honestidad de dibujar un mundo de relaciones deprimentemente familiares, en el que imperan las din¨¢micas sadomasoquistas, los reprimidos, los hijos de la gran puta, las marujas, los cobardes. Su testimonio es el de un individuo que a duras penas acaba de superar su 'adicci¨®n' a cierto tipo de relaciones enfermizas, caracterizadas por la crueldad y el sometimiento. Se trata aqu¨ª de una denuncia que se solidariza, incluso expl¨ªcitamente, con la de tantas mujeres maltratadas. Y que se formula en estilo de libro de autoayuda, con estructura y maneras de docudrama.
Ni el tonillo de confesi¨®n cat¨¢rtica tipo Alcoh¨®licos An¨®nimos ni los ramalazos de reportaje de revista femenina ('Error n? 1... Error n? 2...' y esas cosas) consiguen malograr del todo un texto de alicientes encontrados, que alude no s¨®lo a modelos de relaci¨®n, sino a personas y a c¨ªrculos bien reconocibles, de Madrid sobre todo, y que, en su enconado ajuste de cuentas, sacrifica al morbo y al impacto de lo real su por otro lado escaso potencial literario.
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