'?Espa?a? Ah, s¨ª... Ra¨²l y... Figo'
En Ulsan, donde est¨¢ concentrada la selecci¨®n de Camacho, los forofos futboleros, si existen, van camuflados dentro de una serenidad b¨²dica
En el centro de Ulsan, entre edificios nacidos de una planificaci¨®n urbana desaforada, las palabras de Josep Blatter, el presidente de la FIFA, protestando contra el martirio de los perros caen en saco roto. '?Adelante, ?adelante!', invita el recepcionista de un restaurante especializado en sopa de perro. '?Delicioso!, ?delicioso!'. En lo alto de la fachada, un cartel luminoso muestra a un sabueso sonriente que incita a degustar un plato que ni la superaci¨®n de la hambruna a mediados del siglo pasado ha logrado sepultar.
La tradici¨®n es la tradici¨®n. A pesar de la prohibici¨®n durante los Juegos Ol¨ªmpicos de Se¨²l 88, de las restricciones y de las quejas de Blatter pidiendo 'medidas en¨¦rgicas' contra el consumo, los perros en Corea del Sur se siguen comiendo. La ¨²nica diferencia es que en los pr¨®ximos d¨ªas los surcoreanos se sentar¨¢n a la mesa mirando los partidos de f¨²tbol o, como los ulsanos ayer, repasando los informativos sobre la actualidad deportiva de sus hu¨¦spedes espa?oles. 'Mi ilusi¨®n es llegar a la final y ganarla', dec¨ªa Ra¨²l. '?Ra¨²l, ok! ?Ra¨²l, ok!', gritaba el recepcionista.
La ciudad de Ulsan reproduce la est¨¦tica de Blade Runner y la implanta en las dos orillas del r¨ªo Taehwa. En las calles suenan los ¨¦xitos de unos raperos surcoreanos a la par que Ricky Martin y los vapores de mercados y f¨¢bricas se cruzan entre la muchedumbre.
En lo que respecta al f¨²tbol, la gente oscila entre la indiferencia total y una ansiedad silenciosa por las novedades del inminente Mundial. Los ansiosos se quedan mirando partidos amistosos en la acera, inm¨®viles y callados frente a los televisores expuestos en los escaparates. No hace fr¨ªo ni calor y los pendones callejeros anunciando el Mundial son la ¨²nica se?al de que algo grande est¨¢ por pasar. El monz¨®n, la estaci¨®n de las lluvias, se va extinguiendo con las tardes de sol.
La carne de ballena, las anguilas nadando amontonadas en peceras por doquier, las medusas fritas servidas en vasos de pl¨¢stico y, por supuesto, el perro son algunas de las atracciones culinarias que incitan al viajero en Ulsan, 'capital industrial de Corea del Sur' y lugar donde naci¨® el f¨²tbol profesional surcoreano. Un extra?o olor a carne asada flota. Y si hay un clima de gran expectativa por el inicio del mayor torneo no resulta evidente a la sensibilidad occidental. Los forofos futboleros, si existen, van camuflados dentro de una serenidad b¨²dica que parece ser la t¨®nica imperante.
'?Espa?a? Ah, s¨ª... Conozco a Ra¨²l y a... Figo', dice un transe¨²nte que, como Florentino P¨¦rez, su presidente, considera que ser del Madrid es cuesti¨®n c¨®smica. De Hierro, en cambio, saben s¨®lo los muy avisados. Y de Luque, nadie. Una se?ora con afeites de geisha y que se baja de su lujoso Hyundai Dinasty por poco huye despavorida cuando le preguntan por Jos¨¦ Antonio Camacho y Ra¨²l.
Del mill¨®n y medio de habitantes que viven a orillas de la r¨ªa del Taehwa, un 30% son mayores de 50 a?os y un 80% trabajan para el conglomerado de Hyundai, uno de los principales constructores de barcos del mundo. En apenas unos kil¨®metros de costa, en el mar del Este, se levantan las industrias pesadas Hyundai, los astilleros Hyundai, la acer¨ªa Hyundai, la f¨¢brica de coches Hyundai, el complejo petroqu¨ªmico Geumho y la destiler¨ªa. El humo de las chimeneas se funde en la bruma que se levanta de los montes, cubiertos de pinos, que rodean el puerto. Y a un par de kil¨®metros de los muelles se ubica el hotel de Espa?a, construido por Hyundai.
Por si faltaran menciones al monopolio, patrocinador oficial, el equipo de Camacho se enfrent¨® el jueves a un conjunto local de la Segunda Divisi¨®n surcoreana que anda en horas bajas: el Hyundai Mipo. Hoy (12.30, Antena 3) lo har¨¢ a todo un primera. ?A cu¨¢l? C¨®mo no, al Hyundai Horanje.
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