Cuesti¨®n de escala
Aunque lleve su firma, la escultura de Jorge Oteiza, inaugurada ayer en el Campo Volant¨ªn de Bilbao, frente al Ayuntamiento, resulta ajena al esp¨ªritu genuino de su creador. Esos casi ocho metros de alto y 16 toneladas de peso conforman una escultura cuya aparatosidad es a todas luces desproporcionada. Aparece como un acto impositivo en relaci¨®n con el entorno de algunas casas relativamente cercanas. En una palabra, la escultura est¨¢ fuera de escala.
Para entender esta afirmaci¨®n conviene recordar que Oteiza cre¨® cinco esculturas en 1958 bajo la denominaci¨®n Desocupaci¨®n de la esfera (3) y Variante de la desocupaci¨®n de la esfera (2). Todas ellas eran de hierro macizo y de dimensiones iguales (35 X 25 X 25 cent¨ªmetros). La escultura instalada ayer procede de aquella ra¨ªz creativa, y lleva por t¨ªtulo Variante ovoide de la desocupaci¨®n de la esfera.
En el pase de la escultura tal y como se concibi¨® a las grandes dimensiones se verifica una indudable p¨¦rdida de identidad. Lo que era macizo, ahora es hueco. Lo que era la realidad de una propuesta determinada el agrandamiento excesivo lo convierte en una ficci¨®n, en una teatralidad mentirosa. Lo que era aut¨¦ntico arte de creaci¨®n metaf¨ªsica deviene en lujoso adorno decorativo.
Incluso el estilizado cilindro, utilizado como enlace entre la base y cada una de las cinco esculturas -que serv¨ªa para que cada esfera desocupada se mostrara en todo su esplendente valor-, ahora ha sido sustituido por un insulso, empeque?ecido y torpe tronco de cono. No ayuda a mejorar el producto. Todo lo contrario, lo rebaja. No se comprende, por tanto, c¨®mo no se ha acudido a la utilizaci¨®n del originario cilindro. Quiz¨¢ la respuesta se deba a que con una base m¨¢s ancha se pod¨ªa inscribir con letra bien visible -y as¨ª lo han hecho, en pavoneo vanidoso- el nombre de la entidad p¨²blica (el Consorcio de Aguas de Bilbao-Bizkaia) que ha encargado y financiado la obra al escultor oriotarra.
Es cierto que con el paso del tiempo acabaremos por acostumbrarnos a verla ah¨ª; pero no es menos cierto que ser¨¢ a cambio de traicionar est¨¦ticamente al Oteiza m¨¢s genuino. Nos quedamos con el Oteiza que creaba en el centro de la esfera un vac¨ªo activo y en donde los segmentos circulares, al dejarlos sin cerrar, promov¨ªan la anexi¨®n del espacio interior con el espacio exterior. En esos lejanos a?os el propio Oteiza lo describ¨ªa como 'un vac¨ªo respirable por las formas'.
?Por qu¨¦ nadie le ha hecho a Oteiza el favor de recordarle que el gigantismo por el gigantismo en arte tiene un valor muy peque?o? ?Acaso no lo saben o tal vez no les interesa hac¨¦rselo saber? Otra cosa: resulta inadmisible permitir que a esa escultura se le llame tontuscamente 'la txapela'.
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