Del Norte, sin norte
El pasado 16 de mayo, poco antes de iniciar su actual viaje a Europa, George W. Bush agradeci¨® los servicios prestados durante 220 d¨ªas a los Awacs de la OTAN que, desde una base de Oklahoma, se dedicaron a patrullar los cielos de Estados Unidos, mientras los radares volantes de la hiperpotencia oteaban los de Asia Central. En eso ha quedado la primera activaci¨®n de la historia del art¨ªculo 5 de la OTAN al considerar el ataque terrorista del 11-S como un ataque contra todos, aunque no viniera de un Estado, sino de una organizaci¨®n terrorista. En la guerra del Golfo de 1991, cuando Sadam Husein atac¨® Turqu¨ªa, la OTAN como tal prefiri¨® no darse por enterada, pero hoy el r¨¦gimen de Irak est¨¢ en el punto de mira de Bush. ?Con o sin los aliados?
En noviembre, en Praga, se decidir¨¢ una ampliaci¨®n de la Alianza que la puede diluir, pues pasar¨¢n a?os hasta que estos nuevos miembros puedan aportar gran cosa a la OTAN, aunque refuercen su propia sensaci¨®n de seguridad. Esa ampliaci¨®n rodear¨¢ Kaliningrado, pero no incluir¨¢ a Rusia. Es un decir, pues ma?ana, en la cumbre Rusia-OTAN, en una base militar cerca de Roma, el enemigo de anta?o queda como cuasi miembro. Con todo, el cambio de la Alianza es tan grande que puede perder su esencia en el proceso. Esta OTAN se convierte en la Gran Alianza del Norte: basta mirar a un mapa para ver que da la vuelta al hemisferio. Vista desde el Sur, debe resultar turbadora. Sin embargo, cuanto m¨¢s grande es esta Alianza, m¨¢s vac¨ªo se puede quedar este gran cascar¨®n.
Aunque siempre ha mandado en la Alianza, tampoco es seguro que, pese a las buenas palabras, a Estados Unidos le interese tanto ya la OTAN. Las experiencias de las guerras de Kosovo y de Afganist¨¢n han llevado a los que mandan en EE UU a ver las alianzas de otro modo. Bush quiere aliados, especialmente en lo que llama y considera que es una guerra contra el terrorismo, aunque los europeos consideren a esta Administraci¨®n poco de fiar y, en el fondo, no est¨¦n todos de acuerdo con esta visi¨®n. Bush ha venido a Europa a decir a sus aliados que se preparen para 'nuevas obligaciones' en esta guerra. La OTAN, que como todas las grandes organizaciones puede pervivir incluso cuando pierde su sentido, no parece el instrumento m¨¢s adecuado para la lucha contra los terrorismos, que son plurales. Perdido el enemigo, la lucha antiterrorista no puede ser su nuevo norte.
?Seguir¨¢n los europeos, o preferir¨¢n construir su propia seguridad con sus medios e instrumentos, como al menos intentan para vigilar ese patio trasero que son los Balcanes? El secretario general de la OTAN, George Robertson, pone a los europeos ante la tesitura de 'modernizaci¨®n o marginalizaci¨®n'. Puede haber terceras v¨ªas. Incluso algunos think tanks brit¨¢nicos como el Centre for European Reform rompen el tab¨² de no duplicar los elementos de la OTAN al proponer una 'duplicaci¨®n constructiva', que implica gastar algo m¨¢s y mejor.
Si los aliados europeos no siguen, la Administraci¨®n de Bush lo har¨¢ por su cuenta. Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa, el responsable del Pent¨¢gono, no puede ser m¨¢s claro: 'Las guerras pueden beneficiarse de las coaliciones (...), ciertamente, pero no deben combatirse mediante comit¨¦s', para a?adir, en Foreign Affairs, que 'la misi¨®n debe determinar la coalici¨®n, y no la coalici¨®n la misi¨®n'.
Para entender la pol¨ªtica exterior de esta Administraci¨®n dominada por intereses petroleros y grupos de intereses, incluidas las industrias de armamento, como se ha se?alado en otras ocasiones, hay que seguir el rastro del petr¨®leo. De ah¨ª (no s¨®lo por Afganist¨¢n, sino en varios stanes -Tayikist¨¢n, Kazajist¨¢n- asociados a la OTAN) la nueva presencia militar de EE UU en Asia Central, donde hace un a?o no hab¨ªa soldados estadounidenses, mientras las inversiones se han convertido en billonarias y Washington mira para otro lado a la hora de hacer amigos de dudosa calidad democr¨¢tica.
aortega@elpais.es
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