Casi solos ante el peligro
Comerciantes y residentes del Barri G¨°tic se quejan de la escasa presencia policial en el sector
Once de la ma?ana. Cruce de la calle de Montcada con la de Princesa. Se bajan los pivotes de acceso y dos agentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa motorizados encaran, desde Carders, la calle de los museos Picasso y de la Indumentaria. Si no pasa nada siguen su ruta y cruzan hasta Santa Maria del Mar, casi como una exhalaci¨®n. En las inmediaciones, ni un guardia urbano, tan s¨®lo un empleado de SMASSA controlando que los comprobantes de aparcamiento de los coches no excedan el tiempo que indica el vale. Ni siquiera en el cruce de Princesa con la Via Laietana -uno de los sitios preferidos por los descuideros para abrir r¨¢pidamente los veh¨ªculos y arramblar con lo que encuentren- se nota la presencia de la polic¨ªa. Tampoco la de la Guardia Urbana.
El panorama es parecido una hora m¨¢s tarde, cuando las calles de Montcada y Princesa son una riada constante de visitantes y turistas que utilizan ese eje que comunica el tronco de La Rambla con el ¨¢rea de museos del Barri G¨°tic.
A los comerciantes y vecinos de la zona este panorama nunca les ha gustado. Pero casi empiezan a resignarse. 'Seguro que con un par de agentes paseando arriba y abajo de la calle se evitar¨ªan muchos tirones y sustos, porque las patrullas motorizadas est¨¢n bien pero no sirven para prevenir, s¨®lo para actuar cuando ya se ha cometido el robo', explica un comerciante del final de la calle de Montcada.
Ese punto de vista es compartido por un amplio sector no s¨®lo de comerciantes, sino tambi¨¦n de residentes. Esas patrullas hacen rondas por amplios sectores de Ciutat Vella, llegan hasta la Barceloneta, se aproximan a la Ciutadella y regresan al G¨°tic, entre otros barrios. Su trabajo es apreciado, pero se considera absolutamente insuficiente.
Las cosas han cambiado y la percepci¨®n de que alguien se te acerca con malas intenciones ya no est¨¢ tan clara. 'Sencillamente se camuflan entre los turistas, y parecen uno m¨¢s de ellos. Suelen ir varios. Dos o tres. Est¨¢n por la calle y cuando pasa la patrulla motorizada ves que se llaman por tel¨¦fono. Casi es seguro que inmediatamente desp¨²es ocurre algo. Salen corriendo hacia Carders y ya est¨¢'. El relato es de un comerciante que no quiere que se le identifique porque, asegura, se conocen todos. Dice tambi¨¦n que parte de los autores de ese tipo de delitos siguen utilizando como base parte del Casc Antic: los aleda?os del solar del antiguo mercado de Santa Caterina. Es cierto que se producen carreras por esas calles entre los que salen huyendo y las patrullas policiales que acuden al recibir un aviso.
Los establecimientos de regalos situados en los alrededores del Museo Picasso disponen incluso de un timbre que utilizan para avisarse entre ellos. Hab¨ªan llegado a salir con silbatos a la calle, recuerdan en algunas tiendas. Los guardias de seguridad del Museo Picasso controlan constantemente los accesos, sobre todo cuando los visitantes se arremolinan en las puertas o hacen cola para entrar.
Aunque algunos vecinos admiten que las cosas han mejorado respecto a otros tiempos -'Hemos pasado ¨¦pocas peores', dice el responsable de una farmacia- lo cierto es que la inseguridad ha ido escalando puestos en las preocupaciones del conjunto de los residentes de Barcelona. As¨ª se refleja en las encuestas municipales que se hacen trimestralmente. En ellas, la seguridad era el principal problema de Barcelona para el 4,6% de los preguntados en junio de 1999. Cuatro a?os despu¨¦s, ese porcentaje se ha disparado hasta el 26,5%.
La percepci¨®n se acent¨²a m¨¢s en algunas partes de la ciudad y en ciertas ¨¦pocas: Ciutat Vella y, en especial, la temporada tur¨ªstica. Tal vez por ello cada vez est¨¢ m¨¢s extendido el convencimiento de que es necesaria la presencia de m¨¢s polic¨ªa, aunque s¨®lo sea como elemento disuasorio que por s¨ª mismo tampoco arreglar¨¢ una de las raices del problema: la multirreincidencia. 'Es que les conocemos', insisten los comerciantes al hablar de ello.
La concejal del distrito, Cati Carreras, insiste en que la zona no est¨¢ desprotegida y que parte de Ciutat Vella -las ¨¢reas que concentran a m¨¢s visitantes- tiene un sistema de vigilancia repartido entre los cuerpos policiales. 'Lo que no podemos hacer es poner a todos los guardias urbanos a patrullar las calles porque la seguridad no es su competencia y s¨ª lo es, en cambio, controlar la venta ambulante, perseguir a los trileros o inspeccionar las obras', insiste la concejal. Y ahora, con la huelga de autobuses, reforzar el dispositivo del tr¨¢fico para evitar atascos. Eso dicen en el Ayuntamiento.
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