El gran fracaso del FBI / y 2
Varios agentes intentaron que se investigase a Moussaui en v¨ªsperas del 11-S, pero chocaron con la burocracia y la desidia
En una cultura obsesionada por las estrellas, Colleen Rowley es un sano recordatorio de que, a menudo, la gente que evita ser el centro de atenci¨®n es la que se fuerza a salir y a hablar alto y claro cuando los dem¨¢s permanecen en silencio. Viste con sencillez y lleva unas gafas grandes que se le suelen escurrir por la nariz. Se lleva la comida al trabajo y a menudo llega antes que nadie. 'Coleen siempre parece estresada. Tiene mucha energ¨ªa'. De su carta se desprende que es vehemente e informada y sus controlados argumentos legales est¨¢n aderezados con comentarios agudos, humor negro y arrebatos de sentimientos profundos. Mientras su nombre corr¨ªa de boca en boca entre los pol¨ªticos y periodistas de Washington el viernes pasado, Rowley sigui¨® trabajando en Minne¨¢polis y en su casa, situada en una calle sin salida y escondida entre ¨¢rboles en Apple Valley, donde vive con su marido, sus cuatro hijos y su perro Terranova, de 14 a?os. El viernes por la tarde compareci¨® unos minutos a la puerta de su casa. 'No puedo hacer ninguna declaraci¨®n. Ser¨ªa contraproducente', confes¨®. 'No quiero publicidad. Si la hay, todo se vendr¨ªa abajo'.
Rowley ha obligado al FBI y al Gobierno a afrontar sus fallos directa y p¨²blicamente
Los agentes sab¨ªan que Moussaui ten¨ªa relaci¨®n con Al Qaeda, pero sus jefes discrepaban
Cuando ejerc¨ªa como abogada de campo en Minne¨¢polis, Rowley desempe?¨® un papel secundario en el drama que acab¨® en diciembre con la acusaci¨®n de Moussaui. Pero ya estaba preparada la noche del 15 de agosto de 2001 cuando los agentes la llamaron. Los instructores de la escuela de aviaci¨®n hab¨ªan telefoneado el d¨ªa anterior al FBI para informar sobre un alumno que hablaba mal ingl¨¦s y que hab¨ªa pedido que le ense?aran a pilotar un 747. Los agentes federales llegaron al hotel de Moussaui el d¨ªa 15 y le pidieron los papeles. Cuando los documentos demostraron que pudo haber infringido su visado, le detuvieron.
Con Moussaui detenido, los agentes empezaron a buscar informaci¨®n. Descubrieron que, a finales de los noventa, la polic¨ªa francesa le hab¨ªa incluido en una lista de vigilancia y que, utilizando Londres como base, hab¨ªa viajado varias veces a Kuwait, Turqu¨ªa y a diversos pa¨ªses de Europa, estableciendo v¨ªnculos con grupos islamistas radicales y reclutando a j¨®venes para que lucharan en la guerra de Chechenia. Los agentes del servicio secreto franc¨¦s sospechaban tambi¨¦n que hab¨ªa pasado una temporada en Afganist¨¢n, y su ¨²ltimo viaje antes de llegar a EE UU hab¨ªa sido a Pakist¨¢n. Un funcionario franc¨¦s afirma que el Gobierno le dio al FBI 'todo lo que ten¨ªa, suficiente como para querer investigarle de todas las maneras posibles'. 'Cualquiera que prestara atenci¨®n se dar¨ªa cuenta de que no s¨®lo actuaba en el mundo isl¨¢mico militante, sino que adem¨¢s contaba con cierta autonom¨ªa y autoridad', agreg¨®.
Los agentes de Minne¨¢polis estaban de acuerdo. A los pocos d¨ªas de recibir el informe del servicio secreto franc¨¦s, seg¨²n Rowley, ya 'empezaban a desesperarse' e insist¨ªan en examinar el ordenador port¨¢til incautado a Moussaui. Seg¨²n Rowley, los agentes tropezaron con la primera tanda de 'barricadas' colocadas por sus superiores de Washington, que echaron por tierra su tentativa de investigar a Moussaui. Quer¨ªan obtener una orden de registro para examinar su port¨¢til; pero, por ley, el FBI ten¨ªa que demostrar que Moussaui era agente de un grupo terrorista. En su memor¨¢ndum, Rowley asegura que antes del 11-S los agentes de Minne¨¢polis hab¨ªan 'comprobado con certeza', bas¨¢ndose en fuentes francesas, que 'estaba relacionado con actividades vinculadas a Bin Laden'.
Pero en Washington no estaban de acuerdo. Rowley critica duramente al FBI por no haber trabajado con otras agencias federales, como la CIA. Sin embargo, un alto funcionario del Gobierno declar¨® que el FBI recurri¨® a la CIA y 'le pidi¨® lo que tuviera'. A finales de agosto la agencia envi¨® unos informes de Par¨ªs seg¨²n los cuales 'este tipo ten¨ªa ideas extremistas, pero no mencionaba Al Qaeda ni nada por el estilo'. Fuentes del servicio secreto franc¨¦s reconocen que antes del 11-S no hab¨ªa claras referencias a Bin Laden. Considerando que las pruebas contra Moussaui eran insuficientes, los supervisores del FBI rechazaron los esfuerzos de Minne¨¢polis por examinar el port¨¢til.
Rowley sigui¨® defendiendo el caso. En el memor¨¢ndum se ataca, sin dar nombres, a un grupo de funcionarios de rango medio que 'casi inexplicablemente' bloquearon los esfuerzos ya desesperados de Minne¨¢polis por obtener una orden de registro. Un supervisor aleg¨® que pod¨ªa haber much¨ªsimos Zacar¨ªas Moussaui en Francia. Los agentes buscaron en la gu¨ªa telef¨®nica de Par¨ªs y s¨®lo encontraron un Moussaui. En otro momento la oficina intent¨® esquivar a sus superiores y alertar al Centro Contra el Terrorismo de la CIA. Rowley afirma que los funcionarios del FBI castigaron a los agentes por actuar a sus espaldas. Reserva sus palabras m¨¢s duras para el supervisor que menospreci¨® la informaci¨®n secreta francesa. Rowley afirma que a finales de agosto el supervisor envi¨® la solicitud de la orden de registro a los abogados de la Unidad Legal de Seguidad Nacional. Sin embargo, el supervisor 'volvi¨® a obstaculizar deliberadamente' la solicitud reteniendo 'informaci¨®n que prometi¨® a?adir y haciendo varios cambios en la redacci¨®n del informe'. El 28 de agosto, la Unidad Legal deneg¨® la solicitud de Minnesota.
Fue despu¨¦s del 11-S cuando el FBI consigui¨® la autorizaci¨®n para investigar las pertenencias de Moussaui: se descubri¨® informaci¨®n sobre fumigaciones a¨¦reas, una carta dirigida a Moussaui de un agente de Al Qaeda desde Malaisia y un cuaderno que conten¨ªa un alias que se descubri¨® que correspond¨ªa al compa?ero de cuarto del secuestrador, Mohamed Atta, uno de los pilotos suicidas del 11-S. Seg¨²n Rowley, tras aquello el supervisor ha sido ascendido. Los responsables del FBI se negaron a hacer comentarios sobre las acusaciones de obstaculizaci¨®n. Mueller pas¨® el contenido del memor¨¢ndum al inspector general del Departamento de Justicia.
Rowley admite no tener pelos en la lengua. Su memor¨¢ndum har¨¢ mella en otros agentes del FBI que llevan mucho tiempo quej¨¢ndose del estilo arribista de los chupatintas del edificio Hoover. Tras leer su relato es dif¨ªcil no sacar la conclusi¨®n de que la desbocada burocracia del FBI no tiene remedio. 'El ascenso', escribe, 'es m¨¢s importante que el cumplimiento de la ley en la sede central, donde trabajan agentes con poca experiencia de campo y otros que est¨¢n tan ansiosos por salir al campo que agachan la cabeza'.
Cuando la semana pasada volvi¨® a girar la noria de las culpas en Washington, el oficial atrapado entre las aspas fue Robert Mueller, que hasta la fecha hab¨ªa impresionado a muchos detractores por su inteligencia, energ¨ªa y compromiso con la reforma. Aunque el director no hizo ning¨²n comentario sobre los detalles del memor¨¢ndum de Rowley, emiti¨® una declaraci¨®n en la que expresaba su firme decisi¨®n de arreglar su estropeada instituci¨®n. 'Estoy convencido de que hace falta un planteamiento distinto', coment¨®. 'No hay margen para el tipo de problemas y actitudes que podr¨ªan inhibir nuestros esfuerzos'. Una de sus ideas es la creaci¨®n de un nuevo 'escuadr¨®n de vuelo' de especialistas en terrorismo con sede en Washington, pero a los agentes con larga experiencia de campo, como la propia Rowley, este plan les espanta. En su opini¨®n, todo lo que confiera mayor poder al edificio Hoover s¨®lo servir¨¢ para reforzar la cultura de miedo e indecisi¨®n que los secuestradores supieron aprovechar. Rowley escribi¨® a Mueller: 'Sus planes de un superescuadr¨®n en la sede del FBI eluden una valoraci¨®n sincera de los fallos cometidos'.
Es probable que Mueller tenga muchas m¨¢s explicaciones que dar. Ya se ha visto forzado a explicar por qu¨¦ el FBI no investig¨® m¨¢s agresivamente a Moussaui; el 8 de mayo dijo a los miembros del Comit¨¦ Judicial del Senado que el agente que dirigi¨® el caso Minnesota 'hab¨ªa hecho un magn¨ªfico trabajo y lleg¨® todo lo lejos que se pod¨ªa con Moussaui. ?Pero nos percatamos de que hab¨ªa una trama que nos habr¨ªa llevado al 11-S? No. ?Podr¨ªamos habernos percatado? Lo dudo'. Pero en su pasaje m¨¢s penetrante, la carta de Rowley expone el argumento de que el FBI cometi¨® un lamentable error de c¨¢lculo al no encontrar una posible conexi¨®n entre la investigaci¨®n de Minne¨¢polis del estudiante de vuelo Moussaui y la corazonada del agente de Phoenix Kenneth Williams, expuesta en un informe presentado a la central dos meses antes, de que los agentes de Al Qaeda estaban inscritos en escuelas de vuelo de EE UU.
Rowley opina, aunque reconoce que es una conjetura, que una intervenci¨®n m¨¢s decisiva podr¨ªa haber permitido a las autoridades unir las piezas del puzzle a tiempo. Los agentes antiterroristas del FBI siguen debatiendo esa l¨ªnea de razonamiento. Dudan que Moussaui fuera el vig¨¦simo secuestrador: no hay ninguna prueba fehaciente de que ninguno de los 19 secuestradores se comunicara con Moussaui, y se present¨® en las clases de vuelo meses despu¨¦s de que los otros hubieran terminado su formaci¨®n. Les preocupa algo m¨¢s siniestro: que estuviera en una misi¨®n suicida distinta y que sus compa?eros de c¨¦lula sigan sueltos. Y la investigaci¨®n de las escuelas de vuelo que propuso Williams habr¨ªa topado con muchas dificultades para identificar a Atta y su cuadrilla, que ya hab¨ªan terminado las clases.
'Nadie sabr¨¢ jam¨¢s el impacto que podr¨ªa haber tenido, de tener alguno, el seguimiento de estas peticiones por parte del FBI', escribe Rowley. En cierto sentido, tiene raz¨®n: lo que podr¨ªa haber sido ser¨¢ algo eterna y enloquecedoramente desconocido para todo estadounidense. Pero al menos Rowley ha obligado al FBI y al Gobierno a afrontar sus fallos directa y p¨²blicamente, en lugar de barrerlos bajo la alfombra de la inmunidad del estado de guerra tendida por ellos mismos. Antes de que apareciera Rowley, el Gobierno insinuaba que las cr¨ªticas denotaban falta de patriotismo. La semana pasada, una patriota dio un paso adelante para ayudar al pa¨ªs a recuperar el rumbo hacia la verdad.
EL PA?S public¨® ayer la primera parte de este reportaje.
? Time / EL PA?S
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