Gesto de abandono
La oposici¨®n tiene motivos para protestar por la actitud del Gobierno en las sesiones semanales de control del Ejecutivo, pero la f¨®rmula elegida el mi¨¦rcoles para plasmar su indignaci¨®n (abandonar el pleno para reunirse en otra sala) no pudo resultar m¨¢s desafortunada.
A nadie le gusta que le controlen, pero responsabilidad viene de responder: es consustancial al sistema parlamentario que la oposici¨®n exija que el Gobierno responda de sus acciones y de sus omisiones. Sin embargo, el de Aznar act¨²a con la arrogancia de quien cree que el control parlamentario es el pasatiempo de una oposici¨®n que pregunta tonter¨ªas porque no encuentra motivos serios de cr¨ªtica. Esa tendencia se ha agudizado a medida que la mayor¨ªa absoluta se les ha ido subiendo a la cabeza. Un Gobierno cuyo presidente y cuyo ministro de Justicia se consideran con derecho a decir a los jueces lo que deben resolver, ?por qu¨¦ iba a tener que responder a cualquier cosa que se le ocurra a la oposici¨®n? Ellos est¨¢n gobernando, tienen cosas m¨¢s importantes que hacer. Y adem¨¢s, no admiten lecciones de los que se financiaron con Filesa, etc¨¦tera.
Es indignante que a preguntas concretas se responda con evasivas y alusiones al pasado, vengan o no a cuento, e insufrible el tono yo¨ªsta con que responde Aznar cuando se digna hacerlo. Pero hay que modular la indignaci¨®n. Abandonar el Parlamento es un acto pol¨ªtico de est¨¦tica rupturista que s¨®lo se justificar¨ªa por una agresi¨®n grave a las reglas democr¨¢ticas. No hay mucha congruencia entre lo denunciado y esa parodia de ruptura dram¨¢tica seguida de celebration a lo Operaci¨®n Triunfo. Los argumentos quejumbrosos de Caldera y Anasagasti, diciendo que el Gobierno 'machaca' a los que le interpelan, no mejor¨® la impresi¨®n que produjo la iniciativa. Es el reconocimiento de una impotencia al menos dial¨¦ctica. Adem¨¢s, no pod¨ªan haber elegido fecha menos adecuada para denunciar el absentismo gubernamental: con Aznar presidiendo la representaci¨®n de la UE en una cumbre con Rusia en Mosc¨², y con sus dos vicepresidentes en importantes compromisos internacionales en Roma y Pek¨ªn.
En los debates parlamentarios el Gobierno juega con ventaja: con todo el aparato del Estado a su servicio y unos reglamentos que le garantizan la ¨²ltima palabra. A ello ha sumado la t¨¢ctica de no responder nada en el primer turno o hacerlo con otra pregunta. Pero eso debe contrarrestarse con m¨¢s trabajo y mejores razones. No con gestos de abandono, siempre m¨¢s melanc¨®licos que efectivos.
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