El bereber y la globalizaci¨®n
La noticia de que Zidane est¨¢ lesionado desestabiliza un Campeonato del Mundo de f¨²tbol que repite en Corea y Jap¨®n el intento de globalizaci¨®n que represent¨® el Mundial de Estados Unidos.
Religi¨®n civil de dise?o, hegem¨®nica en Am¨¦rica Latina y en Europa, el f¨²tbol puede extenderse por ?frica y Asia y quedar merodeante en torno del n¨²cleo del Imperio, poco m¨¢s o menos como estaba el cristianismo con respecto a Roma en tiempos de Constantino.
Que de un bereber dependa la esperanza de juego de una competici¨®n desarrollada en Corea y Jap¨®n demuestra lo importante que fue, en su d¨ªa, la vuelta al mundo de Magallanes y en la actualidad las declaraciones de Johan Cruyff recogidas en la red.
Ha sido Cruyff quien ha se?alado a Owen, Aimar y Ra¨²l como los tres solistas del Mundial, en unos tiempos en que escasean los dioses indiscutibles, renqueante Rivaldo y con rodillas de cupletista fina el gigant¨®n Ronaldo.
A priori, el ¨¦xito del acontecimiento depende del deambular estrat¨¦gico de Zidane, de la inspiraci¨®n perversa de Ra¨²l o Aimar y de las r¨¢fagas de creatividad y velocidad de Owen, pero seguro que otras figuras conquistar¨¢n en Jap¨®n y Corea un lugar en el mercado de los pr¨®ximos cuatro a?os.
De eso se trata. Como toda religi¨®n de dise?o, el f¨²tbol es cuesti¨®n de marketing: las reliquias abarcan un impresionante y variad¨ªsimo muestrario de meniscos v¨ªrgenes y m¨¢rtires y el fetichismo implica a una selecta gama de empresas dedicadas al vestuario de los jugadores, como si fueran productoras de s¨¢banas santas y ap¨®sitos reconsagrados, esas evanecescencias con las que las religiones han dado una dimensi¨®n textil complementaria de su mayor o menor talento sadomasoquista.
Juegue o no juegue Zidane en plenitud de condiciones, la globalizaci¨®n seguir¨¢ pendiente de la posici¨®n norteamericana, que, de momento, no ha incluido el Campeonato del Mundo de 2002 dentro de los objetivos de la libertad duradera.
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