Los pobres del 22@
M¨¢s de 200 personas malviven en naves abandonadas del Poblenou de Barcelona bajo la amenaza de expulsi¨®n
Son m¨¢s de 200 personas, muchas de ellas ni?os, y viven entre toneladas de desechos, en el m¨¢s absoluto abandono. No est¨¢n en ninguna ciudad tercermundista, sino en el coraz¨®n de lo que est¨¢ llamado a ser el barrio m¨¢s moderno de Barcelona, el distrito 22@ de Poblenou. Desde hace ya m¨¢s de un a?o, m¨¢s de 50 familias viven en naves industriales de la zona, algunas con apenas cuatro paredes a falta de un lugar donde instalarse con sus caravanas y furgonetas. Son gitanos y payos, portugueses y espa?oles, y se consideran tan barceloneses como el que m¨¢s.
En las ¨²ltimas semanas, ha aparecido un nuevo problema en sus vidas. La piqueta est¨¢ derribando naves a un ritmo vertiginoso y saben que en pocos meses, quiz¨¢ d¨ªas, su precario techo se vendr¨¢ abajo. 'Todos sabemos que esto ocurrir¨¢, pero no queremos ni pensarlo', dice Mar¨ªa, la matrona de una familia con siete hijos y muchos m¨¢s nietos. Esta mujer sexagenaria vive con casi toda su familia en una nave industrial abandonada de la calle de Pere IV. Aunque los casi 100 ocupantes de esta nave han conseguido conectarse a la red de agua potable a base de ingenio, el lugar contin¨²a siendo insalubre. Los escombros y las aguas negras afloran por todas partes. Las moscas y las ratas, tambi¨¦n.
Muchas de estas familias tienen sus ra¨ªces en Ourense. Hablan una mezcla de portugu¨¦s y gallego, que cultivan con sus visitas anuales a su tierra de origen. Con la llegada del buen tiempo algunos ir¨¢n all¨ª para trabajar en las ferias. A finales de verano probar¨¢n suerte en la vendimia de La Rioja o como temporeros en cualquier otra parte. Pero volver¨¢n a Barcelona, su tradicional centro de operaciones.
Sin embargo, los responsables del distrito de Sant Mart¨ª se niegan a reconocerlo y afirman que no hay ning¨²n proyecto a largo plazo para estas personas porque no quieren permanecer en la ciudad. El gerente del distrito, Lorenzo Albard¨ªas, confirma que la pol¨ªtica para esta zona de Poblenou es promover los derribos. 'Cerrar las naves sirve de poco, ya que las familias vuelven a instalarse en ellas', explica. Por ello, el distrito est¨¢ agilizando los permisos para que los propietarios de las naves en desuso puedan derribarlas y acabar as¨ª con estos focos de miseria.
?Y despu¨¦s, qu¨¦? Los responsables del distrito creen que las familias se marchar¨¢n, pero ellas no lo ven tan claro. 'Mientras queden lugares donde instalarnos, permaneceremos aqu¨ª. Este es el ¨²ltimo lugar de Barcelona donde tenemos cabida', afirma Conchita, una de las mujeres de la nave de Pere IV. A largo plazo, los itinerantes, que es como el Ayuntamiento llama a estas familias, saben que tendr¨¢n que irse. Por ello reclaman un lugar donde vivir. 'Las viviendas de protecci¨®n oficial no son para nosotros, ya que no tenemos un salario, y ni siquiera podemos solicitar una', afirma Manuel desde su destartalada caravana.
Hasta el momento, los derribos s¨®lo han conseguido que las familias cambien de nave y, en el mejor de los casos, que se dispersen por Barcelona. Es el caso de Antonio Jim¨¦nez, un hombre de 34 a?os que desde hace tres meses vive con su familia en una furgoneta aparcada en una calle de Nou Barris. Sus dos hijos, de cinco y tres a?os respectivamente, hace muchos d¨ªas que no van a clase. 'Estaban matriculados en Poblenou, no puedo llevarlos todos los d¨ªas hasta all¨ª', se disculpa Antonio.
Ahora, este hombre reci¨¦n salido de la prisi¨®n busca una oportunidad. 'He cumplido mi pena, estoy limpio y quiero trabajar para sacar adelante a mi familia'. Mientras no lo consigue, recibe una paga de 250 euros mensuales (41.600 pesetas), algo que no le llega ni para pagar un alquiler. 'De momento seguir¨¦ en la calle'.
As¨ª pues, ?cu¨¢l es la soluci¨®n? Rina Decap, responsable de la organizaci¨®n Movimiento por el Cuarto Mundo, que trabaja con estas familias, considera que Barcelona deber¨ªa tomar buena nota de Francia. 'All¨ª los municipios est¨¢n obligados por ley a tener espacios para que las familias itinerantes como los gitanos puedan instalarse temporalmente con sus caravanas, con acceso a agua potable y electricidad', explica.
Aunque muchas de estas familias querr¨ªan tener un piso o una vivienda p¨²blica, tal como tuvieron los habitantes de los barrios de barracas de Barcelona, otros quieren mantener su estilo de vida. Las caravanas son la base de esta forma de vivir, ya que les permite trasladarse hacia otras zonas cuando se enteran de un trabajo o una fuente de ingresos. Mientras tanto, en Barcelona seguir¨¢n recogiendo chatarra y vendiendo La Farola. 'No nos queda otra cosa', aseguran.
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