El enfermo de la cultura europea
En la ficci¨®n popular el Louvre tiene su fantasma, Belphegor, y el Museo Egipcio el suyo, La Momia. Lo curioso es que ning¨²n novelista o cineasta haya asociado un personaje de horror semejante al Museo del Prado, y quiz¨¢ se deba al hecho de que la vida real de la mejor pinacoteca de Espa?a ya es de por s¨ª tremebunda.
Va quedando lejos la evacuaci¨®n durante los bombardeos franquistas sobre Madrid de Las meninas y otros lienzos por un comit¨¦ republicano que dirig¨ªa Rafael Alberti. El propio Alberti se inspir¨® en este episodio para su Noche de guerra en el Museo del Prado, una historia, por cierto, de fantasmas, en la que los personajes de los cuadros se hacen de carne y hueso para repeler la agresi¨®n fascista. En cambio, lo que no es pasado sino un hecho actual y doloroso es que, m¨¢s de cinco lustros despu¨¦s de la muerte de Franco, el Prado, seg¨²n diagnostica Eduardo Serra, ex ministro de Defensa de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y ahora presidente del Patronato del museo, sigue siendo 'el gran enfermo de la cultura occidental'.
La historia contempor¨¢nea del Prado es una pesadilla: huelgas de empleados, feroces querellas pol¨ªticas, goteras, dimisiones de directores...
Eduardo Serra: 'Lo que hab¨ªa en el espacio donde se va a levantar el edificio de Moneo era una cochambre, un pared¨®n como de fusilamiento'
Carme Chac¨®n: 'El cambio de r¨¦gimen jur¨ªdico del museo es un intento de privatizar y mercantilizar el Prado, una importaci¨®n acr¨ªtica del modelo norteamericano'
Eduardo Arroyo: 'El Prado es un mundo aberrante y galdosiano, heredero de horrores del antiguo r¨¦gimen, como el protagonismo de los incompetentes'
Miguel Zugaza: 'Mi objetivo es que hablemos menos de los problemas y m¨¢s de los cuadros. Este museo es el de un gran coleccionista: los reyes de Espa?a'
Mucha gente le discute a Serra su deseo de cambiar el r¨¦gimen jur¨ªdico del museo, convirti¨¦ndolo en un ente p¨²blico con un importante aporte de la financiaci¨®n, el patrocinio y el mecenazgo privados. Uno de los m¨¢s activos opositores es Carme Chac¨®n, secretaria de Educaci¨®n y Cultura del PSOE, para la que ese plan, congelado ahora por el mismo Gobierno de Aznar, es 'un intento de privatizar y mercantilizar el Prado, una importaci¨®n acr¨ªtica del modelo norteamericano'. Sin embargo, Chac¨®n y todo el mundo est¨¢ de acuerdo con el diagn¨®stico de Serra sobre el museo m¨¢s visitado de Espa?a y su segunda atracci¨®n tur¨ªstica tras la Alhambra.
Una historia de pesadilla
La historia contempor¨¢nea del Prado es una pesadilla: huelgas de empleados, feroces querellas corporativas interiores, instalaci¨®n del Guernica en el Cas¨®n del Buen Retiro y posterior mudanza al Reina Sof¨ªa, goteras en las salas de Vel¨¢zquez, ceses y dimisiones de directores, carest¨ªa cr¨®nica de presupuesto y personal, estrechez angustiosa de sus espacios para exposiciones y servicios al p¨²blico, proyectos y m¨¢s proyectos de ampliaci¨®n f¨ªsica, pol¨¦micas sobre su reorganizaci¨®n administrativa... Como dice con humor un especialista brit¨¢nico que prefiere guardar el anonimato, 'el Prado debe estar muy mal para que Aznar haya encargado su salvaci¨®n al que fue su ministro de Defensa'.
Hoy mismo, el primer domingo de junio de 2002, el que vaya al Prado se encontrar¨¢ con que no puede ver las Majas de Goya, ni la vestida ni la desnuda. Han sido prestadas temporalmente a la National Gallery de Washington, lo que al historiador del arte Valeriano Bozal le parece 'un desprop¨®sito. Los pr¨¦stamos al exterior', dice Bozal, 'deber¨ªan ser m¨¢s restringidos y algunos lienzos no deber¨ªan salir nunca del Prado'. Son muchos los que creen, como ¨¦l, que el Prado no deber¨ªa desprenderse jam¨¢s de lienzos como Las majas, Las meninas, La rendici¨®n de Breda, La familia de Carlos IV o La Venus de Tiziano. 'Son obras demasiado sagradas para viajar, y, adem¨¢s, mucha gente viene a Madrid tan s¨®lo para verlas', record¨® en febrero Isadora Rose de Viejo, especialista en Goya, en la presentaci¨®n de un libro sobre el aragon¨¦s.
Francisco Calvo Serraller, catedr¨¢tico y cr¨ªtico de arte, tambi¨¦n opina que la pol¨ªtica de pr¨¦stamos para exposiciones temporales en otros museos es 'excesivamente generosa', y lo atribuye a la 'debilidad del director del Prado frente a los ministros. Muchas veces el Prado se ve obligado a prestar temporalmente obras por presiones de los pol¨ªticos', denuncia Calvo Serraller, que fue director del museo en tiempos de Felipe Gonz¨¢lez. Indignada por el viaje de Las majas a Washington tras el 11-S, la socialista Chac¨®n remacha: 'Las obras del Prado no deber¨ªan ser usadas jam¨¢s como moneda de cambio, ni por razones econ¨®micas ni por razones pol¨ªticas'.
Pero ¨¦ste es s¨®lo uno de los problemas. El que hoy vaya al Prado descubrir¨¢ que, dada la carest¨ªa de espacio, la exhibici¨®n temporal La almoneda del siglo ha obligado a desmontar dos salas de la colecci¨®n permanente. Y aunque no tendr¨¢ que pagar los 3,01 euros -?menuda cifra!- que cuesta la entrada en d¨ªas laborables, no podr¨¢ recorrer el museo por la tarde, porque cierra por, seg¨²n Serra, 'pura falta de personal'.
El Prado es un avispero. Todo el mundo lo adora, todo el mundo sufre por su estado y todo el mundo discrepa sobre los remedios a aplicar. El Prado, seg¨²n el pintor Eduardo Arroyo, 'es un mundo aberrante y galdosiano, heredero de horrores del antiguo r¨¦gimen, como el protagonismo de los incompetentes, el culto a la mediocridad, la organizaci¨®n en reinos de taifas y el secuestro de la informaci¨®n'. Con artiller¨ªa pesada dispara asimismo el historiador Bozal, que se queja de que 'el recorrido y la selecci¨®n de cuadros son discutibles, no se ven los lienzos en las debidas condiciones, no se recibe informaci¨®n sobre los mismos, hay penuria de publicaciones, bibliotecas o conferencias y escaso personal en general y conservadores en particular. El Prado', concluye, 'es un espanto, hay que cambiarlo casi todo'.
Pero el visitante de este domingo tambi¨¦n constatar¨¢ que el Prado se ha sumado a la fiebre de obras que caracteriza, y perturba, el Madrid de comienzos del tercer milenio. En la parte trasera del hist¨®rico edificio neocl¨¢sico de Juan de Villanueva hay un gran solar con vallas, gr¨²as, excavadoras y contenedores con escombros. Son los trabajos para levantar en el espacio ocupado hasta hace bien poco por las ruinas del claustro de los Jer¨®nimos el llamado cubo de Rafael Moneo, la pieza central de la gran ampliaci¨®n en marcha. Y tambi¨¦n esto lleva aparejado un conflicto: unos vecinos del barrio han llevado hasta el Supremo su denuncia por el desmantelamiento del claustro, que consideran un atentado al patrimonio art¨ªstico.
A Eduardo Serra, que conversa con EL PA?S en compa?¨ªa de Miguel Zugaza, el flamante director del museo, le subleva esta cr¨ªtica. 'Lo que hab¨ªa en el espacio donde se va a levantar el edificio de Moneo', dice, 'era una cochambre: un pared¨®n como de fusilamiento, que vamos a eliminar, y los restos abandonados del claustro de los Jer¨®nimos, que hemos desmontado piedra a piedra y vamos a colocar de nuevo en el interior del mal llamado cubo'. Serra se embala: 'Esta oposici¨®n vecinal evidencia la tendencia at¨¢vica de parte de la sociedad espa?ola a resistirse a avanzar hacia el futuro'.
Serra es un personaje singular y controvertido. Ha formado parte de los Gobiernos de UCD, PSOE y PP sin tener carn¨¦ de ninguno de esos partidos, y en junio de 2000 fue nombrado por Aznar presidente del Real Patronato del Museo del Prado, un cargo sin remuneraci¨®n que compagina con la presidencia de WSB Warburg en Espa?a. Antes, el puesto de Serra era m¨¢s bien simb¨®lico, pero en 1996 el Gobierno del PP cambi¨® radicalmente la relaci¨®n de poderes en el Prado, recortando las atribuciones de su director y otorgando la primac¨ªa a la Comisi¨®n Permanente del Patronato, y en especial a su presidente. A Bozal, y a muchos otros, le parece 'un sistema absolutamente equivocado: deber¨ªa mandar el director'.
Ocho directores
Ocho directores ha tenido el Prado desde la muerte de Franco, en 1975, y otro de los s¨ªntomas de la maldici¨®n del museo es el triste destino de algunos de ellos. Alfonso P¨¦rez S¨¢nchez, que llev¨® las riendas, y con autoridad, durante buena parte del periodo de Felipe Gonz¨¢lez, tuvo que dimitir por firmar un manifiesto contra la guerra del Golfo; Felipe Gar¨ªn, su sucesor, cay¨® por el esc¨¢ndalo de las goteras en las salas de Vel¨¢zquez, y Francisco Calvo Serraller, nombrado en 1993, arroj¨® la toalla por las protestas que suscit¨® la autorizaci¨®n concedida a su esposa para hacer fotos para una revista dentro de la pinacoteca. Ya con Aznar en La Moncloa, Fernando Checa logr¨® ocupar el despacho cinco a?os y medio, para terminar renunciando el pasado oto?o, tras un largo enfrentamiento con Serra, que hab¨ªa ido minando su autoridad y competencias.
En su lugar fue nombrado el vizca¨ªno Zugaza, de 38 a?os, que hab¨ªa sido subdirector del Reina Sof¨ªa y director del Bellas Artes de Bilbao. De Zugaza casi todo el mundo habla bien. Su nombramiento, seg¨²n Eduardo Arroyo, es 'un gran acierto', porque 'sabe de museos y ha hecho un gran trabajo en Bilbao'. Chac¨®n, la barcelonesa que dirige la pol¨ªtica cultural del PSOE, tambi¨¦n tiene un alto concepto de Zugaza, pero se pregunta: '?Qui¨¦n va a dirigir el Prado, Serra o ¨¦l?'. De momento, los dos parecen trabajar en buena sinton¨ªa.
Carmen Alborch, que fue directora del museo valenciano IVAM y ministra socialista de Cultura, tambi¨¦n se alegrra del nombramiento de Zugaza, al que ella situ¨® en la subdirecci¨®n del Reina Sof¨ªa. Pero la ahora congresista y escritora recuerda los quebraderos de cabeza que en su etapa de ministra le daba 'el maravilloso y siempre complicado Prado', desde goteras y amenazas de huelga hasta la dimisi¨®n de Calvo Serraller. 'El Prado', sentencia, 'tiene mucha grandeza y tambi¨¦n mucha complejidad y conflictividad'.
Mientras Serra, de pelo rizado canoso y gafas de pasta, paladea un habano durante su conversaci¨®n con este peri¨®dico, Zugaza, de pelo casta?o peinado hacia atr¨¢s, fuma un ducados tras otro. 'Mi objetivo es que hablemos menos de los problemas del Prado y m¨¢s de los cuadros', dice Zugaza. Y predica con el ejemplo: 'Este museo es el de un gran coleccionista: los reyes de Espa?a. Es ¨²nico porque no est¨¢ hecho por aluvi¨®n, sino por sedimentaci¨®n, y tampoco es enciclop¨¦dico como el Metropolitan de Nueva York. Como dijo el pintor Antonio Saura: 'No es el peor ni el mejor del mundo, es el m¨¢s intenso'. Donde el Prado adquiere una dimensi¨®n excepcional es en esa secuencia irrepetible de obras de El Greco, Tiziano, Rubens, Vel¨¢zquez y Goya'.
El Prado naci¨® en 1819, en el edificio construido d¨¦cadas antes por Juan de Villanueva, con una misi¨®n espec¨ªfica: conservar y exponer al p¨²blico las colecciones de pintura y escultura de la familia real espa?ola. Y la fue cumpliendo bastante bien hasta las postrimer¨ªas del siglo XX. 'El Prado', recuerda Calvo Serraller, 'era muy poco visitado hasta la explosi¨®n del turismo masivo de los a?os sesenta y setenta, pero a partir de entonces pas¨® de recibir unos 200.000 visitantes anuales a los 1.800.000 de la actualidad. Lo mismo le ocurri¨® a los otros grandes museos internacionales, pero la mayor¨ªa de ellos efectuaron serias reformas en los setenta y ochenta, y el ejemplo m¨¢s conocido es el del Louvre. En cambio, el Prado no ha hecho a¨²n esas reformas'.
M¨¢s concentrado en alumbrar el Reina Sof¨ªa, el PSOE no afront¨® seriamente la modernizaci¨®n del Prado, piensa Calvo Serraller. 'Aznar, por el contrario, tiene un gran inter¨¦s personal y pol¨ªtico en el Prado, y su Gobierno le ha hincado el diente a la reforma, aunque con algunos criterios equivocados'.
?Tendr¨¢ el nuevo Museo del Prado personal y presupuesto suficientes? 'No, si no se hace la gran reforma de r¨¦gimen y organizaci¨®n que propongo', responde Serra. El presidente del patronato detalla algunas de las carencias cotidianas del museo. Cuenta que no ten¨ªa un plano para sus visitantes, uno de esos tr¨ªpticos gratuitos, y que fueron precisos 18 meses de gestiones para conseguir que alguien -al final fue la Comunidad de Madrid- pagara los 132.00 euros de coste. Y a?ade que mucha gente se le ech¨® encima cuando pens¨® en que una empresa privada financiara las audiogu¨ªas de la pinacoteca, a cambio de ponerles su logo.
La joya de la cultura espa?ola
'El Prado', dice Serra, 'es la joya de la cultura espa?ola, su buque insignia, y sus problemas revelan los de un pueblo que se ha pasado muchos siglos creyendo poco en s¨ª mismo; un pueblo que se traga todo, excepto que le toquen la plater¨ªa de la abuela, aunque ¨¦sta duerma abandonada en un caj¨®n del aparador'. Serra no logra ocultar cierta amargura por el rechazo que suscitan sus ideas. Encarg¨® un informe sobre el museo al Boston Consulting Group y de ¨¦l dedujo un plan para convertir el actual organismo aut¨®nomo del Prado, dependiente de los ministerios de Educaci¨®n y Cultura y de Hacienda, en un ente p¨²blico que obtuviera buena parte de su financiaci¨®n de fuentes privadas.
Se levant¨® una fronda. Conservadores del museo, artistas y profesores de historia del arte, la oposici¨®n socialista e incluso los ministerios de Hacienda y Administraciones P¨²blicas rechazaron lo que Carme Chac¨®n llama 'el cambio radical de r¨¦gimen jur¨ªdico'. Quince de los 17 conservadores del Prado denunciaron que 'el modelo anglosaj¨®n propuesto y su fuerte acento mercantilista no se corresponden con la historia del Prado y con sus colecciones art¨ªsticas'. Al final, Aznar congel¨® el proyecto de ente p¨²blico.
Serra insiste en que el Prado ampliado no es viable si no se aumenta su plantilla desde las 350 personas actuales a 715 y si su presupuesto no sube desde los 15 millones de euros del a?o 2000 a unos 45 millones en 2005. Y precisa: 'No es realista pedir que los contribuyentes aporten todo este dinero; el museo podr¨ªa recaudar en torno a la mitad de su presupuesto a trav¨¦s de las taquillas, la comercializaci¨®n de productos y el patrocinio y mecenazgo privados'.
La socialista Chac¨®n no rechaza ni 'la obvia necesidad de modernizar el Prado ni el recurso a financiaci¨®n privada', pero cree que Serra ha ido 'demasiado lejos. La reforma debe hacerse a partir del concepto de servicio p¨²blico'. Y desde su experiencia como ministra de Cultura, Carmen Alborch aconseja que los problemas del Prado 'se resuelvan siempre con pactos de Estado'.
En Espa?a, pedir pactos de Estado parece a veces como pedir peras al olmo. As¨ª que lo ¨²nico seguro sobre el Prado es que la pasi¨®n de Alberti por este museo estaba m¨¢s que justificada y que vale la pena visitarlo una y cien veces. Aunque hoy las Majas de Goya est¨¦n de viaje por las orillas del Potomac.
La mayor expansi¨®n de su historia
EL PRADO YA EST? acometiendo la mayor expansi¨®n de su historia, la aprobada por consenso de todas las fuerzas pol¨ªticas en 1995. Se trata de la apertura de tres anexos, que m¨¢s que doblar¨¢n la superficie ¨²til del museo. El primero es el cubo de Moneo, que, cuando est¨¦ terminado a finales de 2003, albergar¨¢ talleres de restauraci¨®n, bibliotecas y salas de exposiciones temporales. Este nuevo edificio se unir¨¢ a la parte trasera tradicional del museo, la del ¨¢bside del edificio Villanueva, por una especie de patio con parterre. A su vez, este patio tendr¨¢ una zona semisubterr¨¢nea, que acoger¨¢ taquillas, puestos de informaci¨®n, consignas, tel¨¦fonos, tiendas, servicio m¨¦dico, cafeter¨ªa y restaurante. El museo dispondr¨¢ as¨ª de dignos servicios para el p¨²blico y los profesionales. Tiene raz¨®n Eduardo Serra: el cubo de Moneo no es tan cubo. Es un paralelep¨ªdedo con fachada de ladrillo, detalles de piedra en molduras y puertas y una franja de celos¨ªa con peque?as columnas de ladrillo aplantillado. El arquitecto, que afront¨® el reto a partir de una cita de Paul Val¨¦ry: 'La mayor libertad nace del mayor rigor', ha acertado. 'El cubo de Moneo', dice Miguel Zugaza, director de El Prado, 'no es una obra de autor. El arquitecto ha optado por ponerse totalmente al servicio de las necesidades del museo y su edificio es de un estilo ecl¨¦ctico, que mimetiza el neoclasicismo del edificio Villanueva, lo neog¨®tico de los Jer¨®nimos, el historicismo de la Academia y lo contempor¨¢neo de los bloques del barrio'. El segundo anexo es el veterano Cas¨®n del Buen Retiro, donde estuvo un tiempo el Guernica, de Picasso, y que acoger¨¢ salas de la colecci¨®n permanente dedicadas a pintura del siglo XIX. Al Cas¨®n se le est¨¢ ganando espacio por el procedimiento de excavar y deber¨¢ estar listo en 2004. La tercera y ¨²ltima aportaci¨®n a la pinacoteca ser¨¢ la anexi¨®n, sin fecha exacta, del cercano Museo del Ej¨¦rcito. Su contenido ser¨¢ trasladado al alc¨¢zar de Toledo, y en su edificio se recrear¨¢ el Sal¨®n de Reinos, esencialmente con obras de Vel¨¢zquez y de Zurbar¨¢n. ?Cu¨¢nto costar¨¢n todos estos trabajos? Seg¨²n el comit¨¦ de empresa del museo, que dirige el veterano conservador Antonio Solano, entre 330 y 390 millones de euros, incluida la mudanza a Toledo del Museo del Ej¨¦rcito.
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