Paraguay empata a la italiana
Sur¨¢frica aprovecha el conformismo de los de Maldini y remonta un 2-0
De forma calamitosa Paraguay regal¨® un empate a Sur¨¢frica, un equipo muy plano al que s¨®lo los propios suramericanos hicieron despertar en el ¨²ltimo tramo. Fue la propia selecci¨®n de Maldini la que invit¨® al baile a los africanos, de capa ca¨ªda durante m¨¢s de una hora. Con 2-0 a favor y el curso del encuentro a su antojo, a Paraguay le entraron unas ganas enormes de congelar el resultado. Y lo hizo de la peor forma posible: a la italiana, con todo el mundo amontonado en la cueva, dejando que el rival maniobrara hasta la misma periferia del ¨¢rea. Hasta que el c¨¢ntaro se rompi¨® dos veces. En ambas, los paraguayos hicieron m¨¢s que su enemigo porque la pelota acabara embocada en su red.
Antes del suicidio, Paraguay hab¨ªa estado por encima de su rival. Los suramericanos mostraron un poco de todo. La consistencia defensiva de Ayala y Gamarra, el recorrido y fant¨¢stico golpeo de Arce, el sabio gui¨®n de Acu?a y la dinamita de Santa Cruz. Con tres centrales, Maldini perfila un medio campo con cuatro unidades. En el eje Struway tira de fregona, mientras Acu?a piensa por todos y siempre encuentra a Santa Cruz, la ¨²nica referencia ofensiva. Arce, un magn¨ªfico lateral del Palmeiras, tiene a su disposici¨®n todo el carril derecho. Su potencia le permite ir y venir a destajo.
Arce tambi¨¦n es el encargado de ejecutar todas las jugadas con el bal¨®n quieto. Y lo hace de maravilla. De esa forma alumbr¨® los dos goles paraguayos. Desde el costado derecho, con la pelota en pausa tras una falta, puso el primero en la cabeza de Santa Cruz, que remat¨® con valent¨ªa y decisi¨®n. Luego, se produjo una falta a una legua del v¨¦rtice izquierdo del ¨¢rea surafricana y all¨ª acudi¨® Arce, que cruz¨® de punta a punta el campo para la ejecuci¨®n. Lleg¨®, sob¨® la pelota, la clav¨® en la hierba, dio tres pasos atr¨¢s y se gir¨®, con el ri?¨®n izquierdo apuntando a Fevernova. Entonces, como un trueno, el bal¨®n taladr¨® la red. Soberbio.
Por la cera contraria a Arce el asunto cambia. A Caniza, mucho menos cualificado, le respalda Campos, que act¨²a por delante. Ambos tienen una misi¨®n suprema: llegar cerca de la bandera para subir la pelota al cielo del ¨¢rea en b¨²squeda de Santa Cruz, que las caza todas si no se le amarra bien. Si el juego deriva hacia el centro, el jugador del Bayern siempre tira diagonales a la espalda de sus marcadores. Cuando despega, no falla: el bal¨®n lo tiene Acu?a.
Con este orden, Paraguay apenas sufri¨® hasta que le dio el tembleque. Antes, Sur¨¢frica hab¨ªa sido un equipo apagado, sin gracia ninguna. P¨¢lido en todas sus l¨ªneas, sin ritmo. Tan s¨®lo era algo vivaz cuando aceleraba Fortune, el m¨¢s dotado. Sin m¨¢s recursos, el afortunado gol de los africanos dio un vuelco al encuentro. Un tanto que lleg¨® por el desatino paraguayo. Tan atr¨¢s defend¨ªan ya entonces que un despeje hacia la frontera del ¨¢rea le cay¨® al africano Mokoena, solo y sin molestias. Su disparo no fue limpio, pero en la montonera defensiva de los paraguayos apareci¨® la pierna dislocada de Struway. A partir de ah¨ª el juego de Sur¨¢frica se volvi¨® m¨¢s intenso y chisposo. Paraguay se tap¨® el cogote con la manta de Ayala y Gamarra y como murci¨¦lagos todos apostaron por resistir colgados del larguero. Hasta que ¨¦ste se les vino encima con el penalti de Tavarelli. Un azote merecido por el capricho de meter la marcha atr¨¢s.
Maldini es un experto en p¨®cimas italianas.
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