El viejo Ce-Ce-Cesarone
Maldini es, con los 70 a?os que cumpli¨® en febrero, el mayor de los t¨¦cnicos del Mundial
Nadie en el mundillo de los seleccionadores gana en experiencia a Cesare Maldini, el querido Ce-Ce-Cesarone de los italianos, que tratan con humor y bastante ternura la tartamudez del viejo entrenador. Maldini cumpli¨® en febrero 70 a?os, edad que no le ha impedido embarcarse en la aventura de dirigir a Paraguay en la Copa del Mundo. Direcci¨®n compartida, o algo m¨¢s, se insin¨²a en el entorno de la selecci¨®n paraguaya, donde el portero Chilavert -hoy, sancionado, no jugar¨¢- es capit¨¢n general. Paraguay se aloja en Busan en un clima de tranquilidad. Hasta ayer s¨®lo un periodista paraguayo cubr¨ªa las informaciones en el complejo hostelero, situado frente a una perfecta playa de arena fina.
En Busan, Cesare Maldini no parece agitado por la responsabilidad. Sin duda no siente la presi¨®n que le consumi¨® hace cuatro a?os en el Mundial, donde Italia cay¨® eliminada en los cuartos de final ante Francia. La cr¨ªtica, que hab¨ªa sido feroz con Arrigo Sacchi, se mostr¨® condescendiente con un entrenador que representa los valores sagrados del f¨²tbol italiano. T¨¦cnico conservador de pura cepa, nunca ha renegado del catenaccio y el r¨¦dito del contragolpe. Por algo Maldini y Giovanni Trapattoni -actual t¨¦cnico de la selecci¨®n italiana- son los herederos de Nereo Rocco, el hombre que les dirigi¨® como jugadores en el Milan de finales de los a?os 50 y durante la siguiente d¨¦cada. Rocco fue un muy amado entrenador que predic¨® el catenaccio hasta las ¨²ltimas consecuencias.
Maldini ha pasado la mayor parte de su carrera en puestos secundarios. Colabor¨® con Enzo Bearzot en los Mundiales de 1978 y de 1982 -donde Italia conquist¨® la victoria- y posteriormente dirigi¨® a la selecci¨®n sub 21, con la que gan¨® tres campeonatos de Europa. Su mayor exigencia le lleg¨® al frente de Italia en el ¨²ltimo Mundial, donde se mostr¨® como un hombre de la vieja guardia, sin la capacidad demag¨®gica de Trappatoni, personaje m¨¢s mundano. De Maldini se dice que es un tipo sencillo y bastante plano, un entrenador con cuatro ideas que las pone en pr¨¢ctica r¨¢pidamente.
Su perfil se ajusta al de la selecci¨®n paraguaya, famosa por su querencia defensiva. Hace seis meses recibi¨® la oferta para sustituir al uruguayo Sergio Markarian y acept¨® un desaf¨ªo que no le ha sacado de Italia. En la prensa de Paraguay, y entre algunos jugadores, se escucharon duras cr¨ªticas a Maldini por su resistencia a acudir al pa¨ªs suramericano. Impopular en los medios period¨ªsticos, y m¨¢s a¨²n tras la derrota por cuatro goles a cero frente a Inglaterra, Maldini ha encontrado el apoyo imprescindible de Chilavert.
A Maldini no le importan mucho las cr¨ªticas. De vez en cuando se lamenta de los problemas de comunicaci¨®n con sus jugadores, muchos de los cuales hablan el guaran¨ª los partidos para mantener una especie de c¨®digo privado ante los rivales, pero no abre heridas con nadie. Ni tan siquiera cuando comenz¨® la concentraci¨®n en Montecatini (Italia): all¨ª acudieron el entrenador, sus ayudantes, el cuerpo de fisioterapeutas, los m¨¦dicos, el preparador f¨ªsico... y tres jugadores. Los dem¨¢s alegaron todo tipo de excusas y razones para llegar varios d¨ªas m¨¢s tarde ante la comprensiva mirada de Ce-Ce-Cesarone. Hoy, ante Sur¨¢frica, se comprobar¨¢ si ese retraso pasa factura.
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