Brasil resuelve de mala manera
Un equipo de estrellas desordenadas s¨®lo pudo derrotar a Turqu¨ªa con un penalti inexistente
Como dir¨ªa un castizo: de penalti injusto y en el ¨²ltimo minuto. Pero en estos tiempos hasta Brasil gana de esta manera, con un golpe de fortuna, un error del ¨¢rbitro surcoreano al que la FIFA dej¨® ver tan de cerca a los ilustres brasile?os que le falt¨® vista para percatarse de que el agarr¨®n de Ozalay a Luizao empez¨® y termin¨® fuera del ¨¢rea. Un golpe mortal para los turcos, que hab¨ªan aguantado con gallard¨ªa ante la exquisita n¨®mina canarinha. Justo lo que distingui¨® a Brasil, que hizo m¨¢s que su rival, pero fue cualquier cosa menos un equipo. Ayer al menos, Scolari tir¨® por la calle del medio e hizo desfilar a todos sus modelos. Cada uno a su aire, sin orden ni concierto. Los buenos jugadores nunca est¨¢n de m¨¢s, pero al libre esp¨ªritu de Brasil le falt¨® una mayor disposici¨®n coral, un atributo tambi¨¦n necesario en el f¨²tbol.
La puesta en escena de Brasil record¨® en parte al equipo que enamor¨® en Espa?a 82. Con tres defensas, un centrocampista con el buzo (Gilberto Silva) y el resto al ataque, porque ni Caf¨² ni Roberto Carlos (secuelas de Leandro y Junior) son capaces de contenerse. As¨ª, como si fuera la caballer¨ªa a golpe de corneta, los de Scolari se lanzaron sin freno. Sin embargo, a diferencia de sus predecesores, cada uno jug¨® en su propio tablero. Ronaldo, a lo suyo; Rivaldo, a lo suyo; Ronaldinho, a lo suyo. Juni-nho, de eslalon en eslalon. Lo mismo que Caf¨² y, por supuesto, que Roberto Carlos. Nadie se asociaba con nadie. Ni una pared, dos toques para distraer, una pausa para pensar... Todos, a la carrera. Y, a cada asalto, respond¨ªa con agallas un turco, siempre solidario con el compa?ero m¨¢s exigido.
Los turcos incluso dieron el primer aviso, en un desv¨ªo de Gilberto Silva que rebot¨® en el larguero. Hasta entonces, poco o nada hab¨ªa hecho la tropa de asalto de Scolari, empecinada en localizar a Ronaldo, siempre de espaldas, jam¨¢s al hueco como tanto le gustaba al interista. Al menos en otros tiempos, en sus mejores tiempos.
Precisamente una de las pocas veces que recibi¨® un servicio adecuado, su aceler¨®n deriv¨® en un remate de cabeza de Rivaldo que detuvo Rustu. Una jugada que despert¨® a Brasil. Y al meta turco, que reba?¨® consecutivamente un remate f¨¢cil de Ronaldinho y un trallazo de Rivaldo. Pero, cuando parec¨ªa que la selecci¨®n de Scolari hab¨ªa cambiado de marcha, apareci¨® Basturk, un turco nacido en Alemania y con alma de brasile?o. Lo dej¨® claro al borde del descanso, cuando se invent¨® un pase extraordinario para Sas, que revent¨® la pelota contra la red ante el flequillo del portero brasile?o.
Turqu¨ªa, que no acud¨ªa a un Mundial desde que en 1954 un bambino le hiciera de ni?o de San Idelfonso y eliminara a Espa?a por sorteo, se vio en la gloria. Hasta que la ducha espabil¨® a Ronaldo, que nada m¨¢s comenzar el segundo tiempo cerr¨® un servicio de Rivaldo. Uno y otro cazaron poco despu¨¦s dos buenos remates, ambos otra vez frustrados por Rustu. Ah¨ª se acab¨® Brasil. Scolari hizo girar la noria y despidi¨® al desafortunado Ronaldinho y al extenuado Ronaldo. Al primero le relev¨® Denilson, que arm¨® unos cuantos l¨ªos en la defensa turca, pero sin grandes resultados.
Turqu¨ªa tiraba confetis con el empate. Todo a su antojo, con Brasil cada vez m¨¢s espeso. Hasta que Rustu cometi¨® su ¨²nico error. Un horrible despeje con el pie le cay¨® a Luizao. El ex deportivista se lanz¨® a la carrera y Ozalan le sujet¨® de la camiseta. El ¨¢rbitro, Kim Young Joo, le entreg¨® la pelota a Rivaldo en el punto de penalti.
Aturdidos, los turcos, que ya estaban con diez por la expulsi¨®n de Ozalan, acabaron con nueve por un balonazo contra Rivaldo que ¨¦ste, que perd¨ªa el tiempo para lanzar un c¨®rner, exager¨® haciendo creer al colegiado que la pelota le hab¨ªa golpeado en la cara. Y... as¨ª acab¨® Brasil: mareando el reloj frente a nueve turcos. Ahora necesitar¨¢ medir adecuadamente el tiempo para proteger el mejor museo de estrellas. Si no lo hace, quedar¨¢ supeditado a la inspiraci¨®n de ¨¦stas. Es m¨¢s que suficiente para asustar a cualquiera, desde luego.
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