La aldea que no conoci¨® el 11-S
Un pueblo massai de Kenia sacrifica 14 vacas sagradas en honor a EE UU al enterarse de los atentados de Al Qaeda
Los rascacielos son algo muy lejano para los masai que viven en este rinc¨®n de Kenia, donde lo m¨¢s alto que se divisa en el vasto horizonte son las jirafas y las acacias de las que se alimentan. Por eso, cuando Kimeli Naiyomah volvi¨® de Estados Unidos, donde estudiaba, a esta peque?a aldea keniata, se dio cuenta de que los masai de Enoosaen apenas ten¨ªan noticias de lo sucedido en un lejano lugar llamado Nueva York el d¨ªa 11 de septiembre.
Algunos miembros de esta comunidad n¨®mada que vive fundamentalmente de la ganader¨ªa ni siquiera se enteraron. 'Yo no sab¨ªa nada de lo del 11 de septiembre', dice William Oltetia, jefe de los j¨®venes guerreros llamados morans, que todav¨ªa hoy no tiene muy claro qu¨¦ es lo que pas¨® en Nueva York. 'Simplemente no hab¨ªa o¨ªdo nada de esto', confiesa. La mayor¨ªa de los masai supo algo de lo sucedido a trav¨¦s de la radio poco despu¨¦s de los atentados. Las im¨¢genes de televisi¨®n fueron suplidas por los relatos orales de Naiyomah, que sent¨® a sus vecinos y les cont¨® historias que les conmocionaron.
A trav¨¦s de sus relatos, el 11 de septiembre se hizo real. Los masai se entristecieron. Se alegraron de que Naiyomah hubiera escapado a la tragedia y decidieron hacer algo. Ayer, bendijeron a 14 vacas y se las ofrecieron a los estadounidenses en una solemne ceremonia celebrada en un prado. Los m¨¢s ancianos cantaron en maa y caminaron en c¨ªrculo alrededor de los animales, considerados sagrados por los masai. Tras la bendici¨®n, le entregaron las vacas al subjefe de misi¨®n de la Embajada de Estados Unidos en Nairobi, William Brancick, quien agradeci¨® la ofrenda a los que donaron sus vacas y sugiri¨® que lo m¨¢s conveniente ser¨ªa vender los animales y a cambio comprar joyas fabricadas por los masai a los estadounidenses, ya que, seg¨²n el diplom¨¢tico, ser¨ªa muy dif¨ªcil transportar los animales a Estados Unidos.
Naiyomah, un estudiante de medicina de la Universidad de Stanford de 25 a?os, que piensa volver a su tierra cuando termine los estudios, decidi¨® participar en los preparativos de la ofrenda al ver la reacci¨®n de los massai ante sus relatos. Naiyomah visit¨® Manhattan el pasado 11 de septiembre y cuando volvi¨® a Kenia, hace un mes, les habl¨® a sus paisanos de los edificios incendiados, y de los valientes bomberos que entraron a los edificios en llamas para salvar vidas. 'No pod¨ªan creer que la gente saltara desde edificios tan altos para morir al llegar al suelo', dice Naiyomah.
'Pasamos todo el d¨ªa fuera con nuestro ganado, as¨ª que no estamos al tanto de las noticias', explica Vincent Konchellah, de 22 a?os, que don¨® una vaca para la ofrenda. 'Hab¨ªamos o¨ªdo algo de la tragedia de Estados Unidos, pero no sab¨ªamos mucho. Ahora nos sentimos como si hubi¨¦ramos perdido a uno de los nuestros', asegura.
Las vacas, son junto a los ni?os y las parcelas de tierra, las m¨¢s preciadas ofrendas para los masai. 'Las vacas son casi el centro de nuestras vidas', indica Naiyomah, 'son sagradas, son m¨¢s que una propiedad, les ponemos nombres, les hablamos, son objeto de nuestros rituales. No s¨¦ si ustedes en Estados Unidos tienen comida sagrada, es decir, que al comerla se tiene el sentimiento de que es algo supranatural. Eso son las vacas para nosotros', afirma el estudiante.
Los masai, que visten t¨²nicas rojas y fabrican joyas multicolores, destacan entre las 40 tribus keniatas por sus vistosas danzas tradicionales. En sus ceremonias, beben sangre de vaca, mezclada con cerveza de miel y utilizan hasta el ¨²ltimo resquicio del animal para confeccionar ropa y objetos de decoraci¨®n.
La mayor¨ªa de los masai no conocen las intrincadas conexiones de la red de Al Qaeda, pero comprenden lo que significa que 3.000 personas mueran al mismo tiempo. 'A ese hombre hay que matarle', dice el jefe guerrero Oltetia en alusi¨®n a Osama Bin Laden. 'Nosotros, los masai, tenemos nuestras formas de matar, con el arco y las flechas'.
Una vez informado de los m¨¦todos de Bin Laden, el guerrero massai define mejor su estrategia: 'Es un hombre fuerte, as¨ª que no le podr¨ªamos matar directamente. Hay que tenderle una emboscada entre los arbustos'.
? The New York Times / EL PA?S
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