Beasley intenta hacer olvidar a los norteamericanos el desastre del 98
Los cuatro a?os han pasado deprisa. A¨²n puedo sentir el olor de la comida en el caf¨¦ debajo de mi apartamento en el octavo arrondissement y el olor del pan en la pasteler¨ªa de al lado. Pero hay otro olor asociado a 1998, el olor apestoso de una selecci¨®n que perdi¨® los tres partidos en el Mundial de Francia y pareci¨® incluso peor de lo que indicaban sus registros mientras lo hac¨ªa.
Los chicos de ahora est¨¢n, por lo menos, en el camino de olvidar aquel estigma. Bruce Arena, el seleccionador, un t¨¦cnico que como jugador destac¨® m¨¢s en el lacrosse que en el soccer, ha llevado a Corea del Sur a los 23 mejores jugadores que ha encontrado. No hay pol¨¦mica en Estados Unidos. Lo que hay es lo que hay. Pero ahora Arena debe tomar alguna decisi¨®n o, al menos, revelar la elecci¨®n que ha hecho. Estados Unidos se enfrenta hoy a Portugal, uno de los equipos con m¨¢s talento. Hace unos d¨ªas ten¨ªamos razones para especular con que podr¨ªa robar un punto a los portugueses, a causa de sus lesiones, pero eso era antes de que emergieran sus propias lesiones.
Ahora resulta que a Reyna, el hombre de referencia en el centro del campo, le duele el cu¨¢driceps. Y tambi¨¦n resulta que Mathis est¨¢ renqueante, y es el jugador m¨¢s explosivo que Estados Unidos haya tenido nunca. Mathis admite que es err¨¢tico, pero soluciona ese problema normalmente con una s¨²bita carga. Y todos los equipos quieren alguien como ¨¦l.
Pero, por si acaso Mathis no est¨¢, Arena tiene en su grupo a un chico que cumpli¨® 20 a?os el d¨ªa que Estados Unidos aterriz¨® en Corea. Beasley ha pasado de ser un quincea?ero prometedor a ser alguien que se puede aprovechar de los errores de los defensas o cazar largos pases en el ataque. Estados Unidos nunca ha tenido una velocidad y unos movimeintos como los suyos, y ahora aprende a golpear el bal¨®n y a manejarlo mejorando d¨ªa a d¨ªa. Puede parecer que est¨¢ verde, un jugador de otro planeta, pero llega a lugares a los que ning¨²n jugador estadounidense puede llegar.
? The New York Times
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