Democracia e ilegalizaci¨®n
La ilegalizaci¨®n de un partido deber¨ªa ser, seg¨²n los autores, el ¨²ltimo recurso para luchar contra el terrorismo y su legitimaci¨®n.
La democracia es una delicada maquinaria de precisi¨®n que, como un reloj perfecto, basa su funcionamiento en un sinf¨ªn de complicados engranajes que marcan la medida del mejor de los sistemas posibles para la convivencia humana. Cada uno de esos mecanismos no s¨®lo ha de ser impecable en s¨ª mismo, sino que, adem¨¢s, debe mantener la cadencia de su movimiento en arm¨®nica consonancia con todos los dem¨¢s, puesto que esa es la ¨²nica manera de asegurar que las diferencias entre las personas se puedan conjugar en un sistema de igualdad de derechos. Este es el verdadero motor de la democracia: una igualdad inamovible de derechos que permite, a su alrededor, la rotaci¨®n constante de todas las ideas diferentes.
En el sistema jur¨ªdico actual existen ya leyes para perseguir los delitos relacionados con el terrorismo
La ilegalizaci¨®n de un partido debe abordarse con gran cautela, pues plantea el serio riesgo de restringir la democracia
Es cierto que, muy a menudo, nos parece que la belleza inconmensurable de esta obra de ingenier¨ªa humana tiene, a su vez, el defecto de la fragilidad. El fallo de cualquiera de esos esmerados mecanismos puede producir el deterioro de todo el funcionamiento en su conjunto y es evidente que, en nuestra sociedad, hay una pieza suelta que se niega voluntariamente a engarzarse en ese eje fundamental que constituye el respeto a los derechos de quienes mantienen ideas diferentes. Los movimientos de esa pieza desencajada, que incluyen la legitimaci¨®n del asesinato, la extorsi¨®n y la persecuci¨®n, son ya en s¨ª mismos un grave desperfecto que la maquinaria democr¨¢tica debe esforzarse por recomponer. Ahora bien, Gesto por la Paz quiere llamar la atenci¨®n sobre la delicadeza que se requiere para esa necesaria reparaci¨®n, con el fin de que el pretendido arreglo no pueda llegar a suponer el deterioro de alg¨²n otro engranaje b¨¢sico para el funcionamiento preciso del sistema democr¨¢tico.
En este sentido, Gesto por la Paz siente cierta inquietud ante la inminente modificaci¨®n de la Ley de Partidos Pol¨ªticos, porque requiere intervenir sobre uno de los mecanismos de condici¨®n indispensable para cualquier democracia. La Ley de Partidos debe garantizar, en todo momento, el derecho de participaci¨®n pol¨ªtica, de manera que la realidad plural y los diferentes movimientos ideol¨®gicos de una sociedad compleja como la nuestra puedan tener reflejo en las instancias de representaci¨®n p¨²blica. As¨ª pues, la ilegalizaci¨®n de cualquier partido pol¨ªtico supone una medida de gran relevancia que debiera estar perfectamente regulada, con el fin de que la persecuci¨®n de los posibles delitos de algunos miembros de ese partido no suponga la p¨¦rdida del derecho de otra gran parte de la ciudadan¨ªa a que sus ideas est¨¦n representadas pol¨ªticamente. En este orden de cosas, Gesto por la Paz observa que la reforma de la ley no deber¨ªa fundamentarse, en ning¨²n caso, en una supuesta eficacia en la lucha antiterrorista. Es decir, si la modificaci¨®n de la ley contuviera alg¨²n elemento contrario a los principios democr¨¢ticos, no habr¨ªa justificaci¨®n alguna para esa reforma por muy eficaz que resultara contra el terrorismo y, asimismo, si la modificaci¨®n se considerase perfectamente leg¨ªtima y necesaria, no se podr¨ªa paralizar su aplicaci¨®n, aunque se juzgase perniciosa para la lucha contra los delitos de terrorismo.
Gesto por la Paz considera que todo el proceso que va a desembocar en la modificaci¨®n de la citada ley padece ya alguna merma cualitativa desde el punto de vista democr¨¢tico. Para empezar, una medida de este tipo exige la b¨²squeda del mayor consenso posible. La ley vigente obtuvo un consenso pr¨¢cticamente absoluto, puesto que form¨® parte de los acuerdos constitucionales. Por tanto, el enriquecimiento democr¨¢tico requerir¨ªa que la propuesta de la reforma obtuviera, como m¨ªnimo, el mismo nivel de consenso, para lo cual ser¨ªa necesario un mayor esfuerzo en la b¨²squeda de acuerdos que vayan m¨¢s all¨¢ de la consecuci¨®n de una mera mayor¨ªa cuantitativa. Por otra parte, desde el inicio de este proceso se ha cuestionado la constitucionalidad de algunos de los art¨ªculos del borrador de esta ley, sobre todo los que se refieren a su car¨¢cter retroactivo y a la ambig¨¹edad e indefinici¨®n de las condiciones para la ilegalizaci¨®n de un partido. Parece que estos desv¨ªos ya han sido subsanados, pero permanece la duda de c¨®mo se van a aplicar cuando entre sus promotores se habla ya de supuestos plazos. Asimismo, es necesario recordar que el Estado de derecho exige la escrupulosa independencia entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Gesto por la Paz condena la actuaci¨®n pol¨ªtica de Batasuna, especialmente por las continuas agresiones que comete contra la dignidad de las v¨ªctimas mediante la legitimaci¨®n pol¨ªtica de la violencia que las ha agredido y el continuo ensalzamiento de quienes han sido sus verdugos. No obstante, Gesto por la Paz considera que esa condena ¨¦tica deber¨ªa tener cumplido reflejo en la actuaci¨®n pol¨ªtica de los partidos y en las relaciones entre ellos, as¨ª como en la reacci¨®n social. Antes de abrir la tapa que encierra ese delicado mecanismo donde se guardan los fundamentos de nuestro funcionamiento democr¨¢tico, se deber¨ªan agotar todas las herramientas que pueden y deben ser utilizadas en la urgente lucha contra el terrorismo y su legitimaci¨®n. En el sistema jur¨ªdico actual existen leyes para perseguir los delitos relacionados con el terrorismo, tanto los de ejecuci¨®n como los de pertenencia a banda armada, colaboraci¨®n o apolog¨ªa. El C¨®digo Penal vigente ya contempla las razones por las que una asociaci¨®n o partido pol¨ªtico pueden ser declarados il¨ªcitos: comisi¨®n de delitos, empleo de medios violentos, constituci¨®n de organizaciones terroristas o paramilitares o promoci¨®n de la discriminaci¨®n, el odio o la violencia contra personas o grupos. De esta forma, Gesto por la Paz no puede compartir el planteamiento que dibuja dos situaciones extremas: aprobar la modificaci¨®n de la Ley de Partidos o permanecer en un estado de impunidad para quienes delinquen.
Por ¨²ltimo, como movimiento social, Gesto por la Paz no puede dejar de insistir en que la implicaci¨®n activa de toda la sociedad y la unidad de los partidos pol¨ªticos son mecanismos que provocan la necesaria deslegitimaci¨®n pol¨ªtica y social de la violencia. La supuesta fragilidad de la maquinaria democr¨¢tica se convierte en su fortaleza cuando responde a la violencia con instrumentos de superioridad ¨¦tica y moral. Es decir, la democracia no es d¨¦bil frente a los ataques externos, sino que s¨®lo se debilita cuando se confina y se mutila a s¨ª misma.
La ilegalizaci¨®n de cualquier partido pol¨ªtico debe abordarse con gran cautela, puesto que plantea un serio riesgo de restringir la democracia y la libertad de expresi¨®n. Por eso, la decisi¨®n de entrar a manipular uno de los dispositivos m¨¢s delicadas del engranaje democr¨¢tico provoca, cuando menos, una honda preocupaci¨®n por los desajustes en la conjunci¨®n de derechos a los que puede dar lugar, sobre todo si se tiene en cuenta que la soluci¨®n de los problemas que persigue se pod¨ªa implementar mediante el sencillo gesto de dar cuerda a nuestro reloj.
Ana Rosa G¨®mez Moral y Jes¨²s Herrero Arranz son miembros de Gesto por la Paz.
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