Huelga (II)
La semana pasada comentaba que exist¨ªa un intento, por parte del Gobierno de la Naci¨®n, de transmitir la idea de que la convocatoria de paro general no era sino la utilizaci¨®n de la huelga con una finalidad pol¨ªtica. Tambi¨¦n que la afectaci¨®n del decretazo a los intereses generales de los trabajadores hac¨ªa que el paro cumpliera todas las bendiciones legales.
Apenas ha transcurrido una semana y el Gobierno sigue en sus trece. Ahora, ante la proximidad de la convocatoria, en lugar de garantizar, sin limitaciones, el ejercicio de un derecho constitucional, como es su obligaci¨®n pol¨ªtica y legal, utiliza las fuerzas p¨²blicas para lanzar una circular. Quiere saber, con pelos y se?ales, qui¨¦nes van a ir a la huelga. De lo contrario -advierte- no podr¨¢ garantizar la normalidad.
De nuevo trata de confundir y sigue en terreno vallado constitucionalmente. Entiendo que es as¨ª porque, bajo la apariencia de defender la imagen de Espa?a y de Aznar, que no es Espa?a, est¨¢ tratando de neutralizar la convocatoria. Tambi¨¦n porque con la advertencia de no garantizar la normalidad quiere, como en los tiempos del antiguo r¨¦gimen, que la polic¨ªa conozca aquellas personas que se atreven a ejercer sus derechos.
Una informaci¨®n que pudiera estar limitando el ejercicio de un derecho, ya que el conocimiento policial de este ejercicio no tiene ninguna justificaci¨®n legal en un Estado que proclama su libertad, por lo que m¨¢s bien parece el intento de persuadir a quienes les puede inspirar alg¨²n temor que se les identifique policialmente.
No es cuesti¨®n de pensar en el hecho de que de seguir as¨ª, avanzando hacia el pasado y antes de que pudiera llegar, se colocaran junto a los juzgados de guardia que vienen, otros para aquellos pol¨ªticos -y no tanto- a los que les guste advertir de las consecuencias del actuar de un derecho que nadie ha sobrepasado.
Tal vez en tiempos de falta de memoria constitucional se pueda recordar que el Alto Tribunal espa?ol dice que 'en cuestiones de libertad de huelga, el Estado est¨¢ obligado a permanecer neutral y dejar las consecuencias de este fen¨®meno de aplicaci¨®n a las reglas del ordenamiento jur¨ªdico'. Una neutralidad, y una libertad, en las que no tienen sitio la confusi¨®n ni el control policial indiscriminado.
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