'Estilo Beckham', guapos y sin tab¨²es
Las estrellas del bal¨®n, nuevos modelos para unos y otros
En las portadas de las revistas gay aparece de pronto el f¨²tbol o, mejor dicho, los jugadores. No es la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn; es mucho m¨¢s porque hasta ahora los dos mundos no se hablaban. Al contrario, se burlaban uno de otro. Pero ahora el mercado ya no lo permite. Ahora los futbolistas se han convertido en personajes transversales. No acaban s¨®lo en la habitaci¨®n de los chicos o en los talleres mec¨¢nicos, sino tambi¨¦n en las estancias de la realeza, del Parlamento, de las familias..., en la de ¨¦l, que est¨¢ con ella; en la de ¨¦l, que est¨¢ con ¨¦l.
Si la reina Isabel recomienda a Beckham su sobrina fisioterapeuta; si el presidente Chirac llama a Desailly para animarle; si el primer ministro irland¨¦s se ofrece como intermediario entre jugador y entrenador; si Berlusconi promete arrestar a los azzurri (la selecci¨®n italiana) en caso de derrota; si el presidente de Corea del Sur se compromete a hacer un regalo personal a sus jugadores; si uno de sus ministros compone sin avergonzarse una oda p¨²blica, con un texto inolvidable, dedicada al ¨¦xito del equipo; si el presidente de Eslovenia pide a Zahovic, que ha puesto en tela de juicio a Katanec, el entrenador, que haga las paces..., quiere decir que el bal¨®n no rueda s¨®lo sobre el c¨¦sped y en las rep¨²blicas bananeras, sino tambi¨¦n en las democracias m¨¢s o menos avanzadas; que los jugadores se parecen cada vez m¨¢s a los Beatles, Vasco Rossi o Madonna: fabrican espect¨¢culo, consenso, forma de ser. Son los ¨²nicos que explican e interpretan la sociedad contempor¨¢nea, incluidos los vicios, de forma sencilla, vital, f¨ªsica. Como dijo el polic¨ªa que en un amanecer argentino detuvo a Maradona hasta arriba de coca: 'Y pensar que para mi hijo eres un modelo...'. Y c¨®mo le respondi¨® en un momento de lucidez Maradona: 'Bestia, ?qu¨¦ culpa tengo yo si tu hijo no te ha tomado a ti como s¨ªmbolo?'.
Hasta hace pocos a?os ning¨²n futbolista habr¨ªa aceptado convertirse en un s¨ªmbolo gay
Attitude, una publicaci¨®n brit¨¢nica. En primera p¨¢gina, el ingl¨¦s Beckham. El titular: 'Y Dios cre¨® a David'. Entradilla: 'Por primera vez, una revista gay entrevista a Beckham'. Pregunta: '?No te molesta, a ti que formas parte de un mundo tan macho, hablar con nosotros?'. Respuesta: '?Y por qu¨¦? Tengo muchos admiradores entre los hombres. Incluso vienen a hablar conmigo. Es algo bueno. Me gusta'. '?En serio?'. 'S¨ª, siempre he pensado as¨ª. Y no me considero un valiente'. 'Vosotros, los jugadores, os duch¨¢is juntos, llor¨¢is unos en brazos de otros... Pero, cuando os refer¨ªs a nosotros, los homosexuales, todav¨ªa us¨¢is t¨¦rminos llenos de desprecio'. 'Yo recibo muchas cartas de hombres. Aumentan cada semana. Creo que no deber¨ªa importar con qui¨¦n lo haces y c¨®mo lo haces. Para m¨ª, nunca ha sido un problema'. Son doce p¨¢ginas de reportaje, fotos incluidas, con Beckham a sus anchas.
Tambi¨¦n Gaytimes tiene en portada a los jugadores. La completa con un sondeo: ?Qui¨¦n es el m¨¢s atractivo? De los azzurri, s¨®lo aparece Nesta. 'Siempre sabe d¨®nde tiene que estar, manda con atenci¨®n la defensa, tiene estilo, es perfecto, nunca se arruga demasiado la camiseta. ?Madre m¨ªa!'. Las otras propuestas son para el irland¨¦s Given: 'No es alto, pero tiene unos ojos maravillosos; del color de su pa¨ªs'. Para el franc¨¦s Trezeguet: 'No vemos el momento de que se quite la camiseta. Con el pecho desnudo es fant¨¢stico. ?Y sab¨¦is c¨®mo se lee su nombre? Trez-a-gay'. Para el portugu¨¦s Figo: 'Desprende latinidad y testosterona. Hace lo que quiere con los pies'. Para el ingl¨¦s Owen: 'No os dej¨¦is enga?ar por su aire inocente. Es un duro. Pod¨¦is intentar perseguirlo, pero no est¨¢ dicho que consig¨¢is atraparlo'. Para Ra¨²l: 'Ah, su fantas¨ªa, os arrodillar¨¦is ante ¨¦l'. Para el belga Mpenza: '?Fuera la camiseta!'. Para el argentino Ver¨®n: 'Nuestro don Juan es muy latino en su forma de mandar'. Para el brasile?o Rivaldo: 'Gran f¨ªsico, inmensa maestr¨ªa'. Y para Beckham: 'No le da verg¨¹enza llevar el sarong ni ponerse las bragas de su mujer, Victoria'.
Son comentarios infantiles, pero indican el acercamiento entre dos culturas que nunca se hab¨ªan frecuentado. Por suerte, ya no hay necesidad de ser prudentes. Hasta hace pocos a?os ning¨²n futbolista habr¨ªa aceptado convertirse en un s¨ªmbolo gay, ninguno se habr¨ªa sentido orgulloso. Beckham lo est¨¢, de verdad. Sabe que a sus admiradores no les importa. Sabe que tiene que vender un estilo de vida abierto, moderno, no sexista. Cuando publicaron su foto con las braguitas de su esposa, no se sinti¨® molesto. Se sinti¨® peor Adams, capit¨¢n del Arsenal y de la selecci¨®n inglesa, despu¨¦s de toda una vida bebiendo, cuando un peri¨®dico sensacionalista sac¨® en primera p¨¢gina la noticia de que estaba tan borracho que por la noche se hac¨ªa pis en la cama. Significaba hacer pedazos su imagen de hombre rudo, significaba revelar que no era lo que quer¨ªa aparentar.
Pero hoy los jugadores, como las estrellas del rock, no quieren aparentar nada: se ti?en el pelo, se lo afeitan, se ponen coleta; se tat¨²an; llevan pendientes, aros, colgantes, pulseras; llevan los auriculares en las orejas; se comprometen con chicas que saben lo que es la luz de los reflectores. Y nadie te dir¨¢ como el italiano Tardelli: 'Me he convertido en campe¨®n, pero siento haber dejado el colegio'. 'Bestias', dir¨ªa Maradona, '?por qu¨¦ mir¨¢is hacia este lado?'.
La Repubblica.
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