Molly Bloom en Andaluc¨ªa
Jueves 16 de junio de 1904. Dubl¨ªn. James Joyce sale por primera vez con Norah Barnacle, que ser¨¢ la mujer de su vida. Momento ¨¦pico que el escritor inmortaliza en Ulises al disponer que toda la acci¨®n de la novela se desenvuelva en dicha fecha, desde la salida a la calle de Leopoldo Bloom, en busca de suculento desayuno, hasta su vuelta a casa -a ?taca- pasada la medianoche: dieciocho horas en la vida de un nada heroico hombre contempor¨¢neo. Bloomsday, el D¨ªa de Bloom, cae este a?o en domingo, lo cual permitir¨¢ a los que amamos a Joyce -y somos muchos- a celebrar este 16 de junio de manera especialmente distendida.
Como se sabe, Joyce nunca puso los pies aqu¨ª. Pese a ello hay constantes alusiones a Espa?a en Ulises, lo cual no sea tal vez sorprendente dados los v¨ªnculos hist¨®ricos que han unido a ambos pa¨ªses. Otra raz¨®n m¨¢s personal es que Norah Barnacle proced¨ªa de Galway, puerto del oeste de Irlanda que siempre tuvo una relaci¨®n muy estrecha con Andaluc¨ªa, basada sobre todo en el comercio del vino.
Fue idea genial de Joyce hacer que Molly Bloom, trasunto de Norah, naciera en Gibraltar (en 1870), hija ileg¨ªtima de un militar brit¨¢nico y de una espa?ola de vida alegre, con sangre jud¨ªa, llamada Lunita Laredo. Ello le abr¨ªa muchas posibilidades tem¨¢ticas. Molly, al tener que abandonar, ya adolescente, la Roca y mudarse a Dubl¨ªn, no olvida el idioma espa?ol, ni sus or¨ªgenes. 'Mi mujer es, por decirlo as¨ª, espa?ola -se jacta Bloom-. Mejor dicho, a medias. De hecho podr¨ªa reclamar la nacionalidad espa?ola si quisiera, habiendo nacido (t¨¦cnicamente) en Espa?a, esto es, en Gibraltar. Tiene tipo espa?ol. M¨¢s bien oscura, una aut¨¦ntica morena, pelo negro'.
La cama matrimonial de los Bloom procede del Pe?¨®n, es antigua y tiene varios adornos andaluces. Casi adquiere rango de personaje de la novela, y es en ella donde, en el ¨²ltimo episodio de la misma, se desarrolla la genial secuencia del sue?o/mon¨®logo interior por el cual Joyce nos mete en la intimidad m¨¢s ¨ªntima de Molly.
Sevilla tiene el lujo de contar con el m¨¢ximo experto espa?ol en Joyce, Francisco Garc¨ªa Tortosa, cuya traducci¨®n de Ulises (con Mar¨ªa Luisa Venegas), editada por C¨¢tedra, es prodigiosa. A quien todav¨ªa no se haya aventurado por esta novela a menudo muy compleja, y que tiene ganas de dar el salto, le recomiendo que consiga la traducci¨®n mencionada y que empiece por dicho ¨²ltimo episodio -no creo que sea un sacrilegio-, es decir por el sue?o de Molly, tan freudiano y tan atrevido. Estas cincuenta p¨¢ginas se leen de un tir¨®n y en ellas aflora con tenaz insistencia el recuerdo de Espa?a, siempre te?ido de nostalgia: las luces de Gibraltar vistas desde Algeciras, al otro lado de la bah¨ªa; una receta para pisto madrile?o; canciones entonces de moda; una corrida en La L¨ªnea; el s¨²bito bord¨®n de una guitarra; el viento helado que llega silbando desde las cumbres de Sierra Nevada; la luna sobre el mar cuando vuelven en barco desde Tarifa...; y, c¨®mo no, aquel coito inici¨¢tico, efectuado con un joven y en¨¦rgico andaluz junto a una muralla ¨¢rabe y al que siguen el 'S¨ª' y el punto final m¨¢s elocuentes de toda la literatura mundial.
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