Salvemos las distancias
La Reina del Barrio Chino se llamaba Mar¨ªa de la Paz Guerrero Molina y hab¨ªa nacido en Palma de Mallorca en 1909, en el seno de una familia de militares. Paseaba con orgullo ese apodo por los bajos fondos de Barcelona desde que en 1927, en el teatro Apolo, se estreno una zarzuela del mismo t¨ªtulo, obra de Pedro Luis G¨¢lvez, que en tres cuadros de tono melodram¨¢tico contaba las andanzas de uno de los personajes m¨¢s exc¨¦ntricos de lo peorcito de la ciudad: a pesar de la f¨¦rrea educaci¨®n cristiana, su dominio del ingl¨¦s y el franc¨¦s y la habilidad de tocar el piano, Maruja Guerrero ofrec¨ªa su cuerpo a todo aquel que lo quisiera por cinco pesetas, en alguno de los muchos cabarets y tugurios que poblaban un barrio por entonces vivo. Por deferencia de Paco Villar, autor de Historias y leyendas del Barrio Chino, sabemos que su entrega a la prostituci¨®n no se deb¨ªa, como en la inmensa mayor¨ªa de los casos, a la necesidad y la ignorancia: 'El vicio no se cura. Es una enfermedad mental. Necesito expansionar mis locuras, maltratarme a m¨ª misma y estar pendiente cada d¨ªa de una nueva emoci¨®n. ?Abandonar mi viejo Barrio Chino es tener miedo a la muerte!'. Como mujer de car¨¢cter que era, sus correr¨ªas fueron noticia de peri¨®dico, incluida la sentencia que en 1933 la declar¨® culpable de sustraer a un caballero que la hab¨ªa invitado a vino un dije de oro con piedras preciosas tasado en 200 pesetas. Poco despu¨¦s, la guerra civil hizo estragos tanto en la ciudad como en sus habitantes, y al terminar ni el barrio era tan chino ni la reina tan majestuosa. En los cuarenta, aun siendo relativamente joven, se arrastraba por las calles m¨ªsera, enferma y envejecida, y de su reinado no quedaba m¨¢s que esta copla recogida por Abel Iniesta en una antolog¨ªa de 1949: '?Barrio Chino, madriguera/ de idealidad y delito,/ miserable gusanera,/ celeste barrio maldito/ que albergas a la quimera!/ Tienes tu reina brav¨ªa;/ con mirarla se dir¨ªa/ que naci¨® para reinar:/ fulgen, en su frente, el d¨ªa/ y, en sus pupilas, el mar./ Maruja, la peregrina/ que enferma de coca¨ªna,/ barragana de un ladr¨®n/ tiene un trono en cada esquina/ y un vasallo en cada hamp¨®n;/ Maruja, que nunca llora/ ni nunca su labio implora,/ firme en su orgullo real,/ altiva y siempre se?ora/ de los abismos del Mal./ Y, atados a igual destino/ la reina y el Barrio Chino,/ nadie les puede vencer:/ ?el brazo del asesino/ defiende el cuerpo divino/ de la divina mujer!'.
El valor es, seg¨²n P¨¦rez- Reverte, la ¨²nica cosa que todav¨ªa no se puede comprar en un mundo cada vez m¨¢s desnatado
La Reina del Sur se llama Teresa Mendoza y es la protagonista de la novela del mismo t¨ªtulo que estos d¨ªas anda presentando Arturo P¨¦rez-Reverte. Ya saben: M¨¦xico, Gibraltar, narcotraficantes, droga, alcohol y muertos a porrillo. La historia de una mujer hero¨ªna, como Maruja Guerrero, salvando las distancias. Es in¨²til contarles el argumento, porque a estas alturas seguro que ya lo habr¨¢n o¨ªdo o le¨ªdo en las mil y una entrevistas, reportajes y dem¨¢s con que una campa?a de promoci¨®n como Dios manda ha popularizado el libro. Anteayer martes, sin ir m¨¢s lejos, P¨¦rez-Reverte estuvo en Barcelona y escenific¨® una conversaci¨®n con el escritor mexicano Sealtiel Alatriste en que no tuvo m¨¢s remedio que repetir de nuevo lo que ya ha reiterado sobre el libro: '?ste es un libro sobre personajes que viven en la frontera, las ¨²nicas zonas vivas porque para sobrevivir en ellas hace falta valor. Y en este mundo cada vez m¨¢s desnatado, el valor es la ¨²nica cosa que todav¨ªa no se puede comprar (...). Esos delincuentes a pesar de todo tienen unos c¨®digos, y yo prefiero a un malo con c¨®digos a un meapilas sin escr¨²pulos . (...) Me he metido en el interior de una mujer porque s¨®lo ellas todav¨ªa son capaces de comportarse como h¨¦roes: hoy en d¨ªa ser mujer es una doble putada (...). Conozco bien el mundo de las armas y de las drogas porque durante 21 a?os trabaj¨¦ como corresponsal de guerra en diversas partes del planeta'. Aun sin haber sido saludados por nadie cuando ambos escritores se sentaron en el escenario y empezaron a conversar sin previo aviso, los asistentes gozaron del espejismo de creerse por un rato destinatarios privilegiados de la novela: adem¨¢s del acento genuinamente mexicano de Alatriste, el mariachi Vargas de Barnatitl¨¢n iba amenizando a cada rato la charla con alg¨²n que otro corrido alusivo a las palabras del novelista. Al t¨¦rmino de la sesi¨®n, previo paso por la mesa atiborrada de ejemplares de la obra, fueron igualmente agasajados con el men¨² preferido de todo narcotraficante, descontando la coca: nachitos, guacamole, salsa picante, carne enchilada y, por supuesto, tequila y c¨®ctel margarita. P¨¦rez-Reverte, h¨¢bilmente, se guard¨® un as en la manga para el final, la interpretaci¨®n del narcocorrido (Camelia la Tejana) que ha dado origen a La Reina del Sur, tal como tampoco se ha cansado de contar: 'Lo o¨ª en una cantina y me fascin¨®, porque un corrido es una novela de aventuras en tres minutos. Pero como yo no tengo talento para resumir tanto, decid¨ª hacer un corrido de 500 p¨¢ginas'. Y mientras la guitarra y el acorde¨®n le pon¨ªan m¨²sica a esa truculenta historia de pistola al cinto, botas de piel de iguana, camisas de seda y tequila, parec¨ªa estar oyendo la historia misma de la Reina del Barrio Chino. Salvando las distancias, claro.
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