Viejos enemigos bajo un mismo techo
La inauguraci¨®n de una exposici¨®n sobre la guerra civil congrega a ex combatientes de ambos bandos
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Sentado en un rinc¨®n junto a una contundente ametralladora rusa Maxim, el anciano caballero se tomaba un respiro. No tuvo suerte. Vinieron unos viejos camaradas a buscarlo y se lo llevaron casi en volandas para que siguiera viviendo la singular fiesta de hermandad que ayer, entre pistolas, granadas y armas variopintas -y luego ante unas copas de vino y cava-, se celebr¨® tras los muros del castillo de Montju?c, en Barcelona, sede del Museo Militar de la ciudad. Se inauguraba una exposici¨®n revolucionaria para el centro, que ha pasado mucho tiempo, demasiado, anclado en una atm¨®sfera y devoci¨®n tenebrosamente franquistas. Una exposici¨®n (Recuerdos a la sombra de las banderas, hasta finales de septiembre) en la que por vez primera est¨¢n representados ambos bandos de la guerra civil, a trav¨¦s de recuerdos personales de tres unidades -desde uniformes a insignias, carnets, cascos y condecoraciones- que lucharon en la misma. Antiguos miembros de esas unidades, dos de ellas rojas, el Regimiento Pirenaico n¨²mero 1 del Ej¨¦rcito Popular de Catalu?a y el Grupo 26 de la Aviaci¨®n de Caza de la Rep¨²blica, y una nacional, el Tercio de Requet¨¦s Virgen de Montserrat, acudieron como invitados a la exhibici¨®n. Bajo el mismo techo se codearon ex pilotos de Chatos, antiguos requet¨¦s y esquiadores republicanos. Uno de ellos era el fatigado caballero parapetado en la ametralladora, Josep Guti¨¦rrez Chatr¨², 'jefe de pirenaicos', como lo introdujo uno de sus acompa?antes. ?Qu¨¦ grado? 'No hay grados entre nosotros', respondi¨® con recuperado orgullo el viejo soldado, como ante un interrogatorio militar. ?Qu¨¦ opini¨®n le merece la exposici¨®n? 'Est¨¢ bien', respondi¨® secamente. Similar seriedad enmascaraba en muchos casos una fuerte emoci¨®n interna, disimulada con falsa aspereza por esos veteranos, varios nonagenarios, empe?ados en un ¨²ltimo combate con el tiempo.
?Cu¨¢ntos derribos, jefe? 'Hoy, comprender¨¢, no hay que hablar de eso'
Los ex combatientes iban de paisano, pero con peque?as insignias en la solapa que delataban su remota adscripci¨®n marcial: la crucecita de la hermandad del tercio, las alitas y h¨¦lices los aviadores, una edelweis, la flor de las cumbres, los viejos camaradas del regimiento pirenaico. Todos sorprendidos porque, por una vez, les pidieran, les suplicaran casi, que contaran sus historias. Joan Pujol fue miembro del Tercio Montserrat: 'Empec¨¦ como soldado raso y acab¨¦ como alf¨¦rez provisional. ?Que si fue duro? La vida del soldado de infanter¨ªa fue muy dura y nosotros ¨¦ramos un batall¨®n de voluntarios, as¨ª que nos enviaban a todos los fregados: 320 muertos y 1.500 heridos. La iniciativa de la exposici¨®n me parece muy buena; juntar a los dos bandos, cuando los conoces ves que son gente como t¨². ?Enfrentamiento directo con ellos? No creo que lo tuvi¨¦ramos. Quiz¨¢ con la aviaci¨®n'.
Frente a la vitrina en la que se exhibe un rom¨¢ntico maniqu¨ª vestido de aviador republicano y la bandera de la 3? escuadrilla del Grupo 26, un hombre mayor, delgado y elegante, observaba el retrato del joven Antonio Nieto Sandoval, jefe de esa unidad de Chatos. 'Es ¨¦l mismo', cuchicheaba dando un codazo una ancianita. ?Cu¨¢ntos derribos, jefe? 'Hoy, comprender¨¢, no hay que hablar de eso'. ?Era bueno el Chato? 'Para m¨ª s¨ª'. Tambi¨¦n el comandante de escuadrilla Carmelo Suades estuvo en los Chatos. 'Era un aparato muy d¨®cil, no como el Mosca, que se amorraba al cortar el gas. La exposici¨®n me parece bien, pero, ?sabe?, echo a faltar aviones de verdad'.
?Confraternizaci¨®n? 'S¨ª, la est¨¢ habiendo, la gente se cuenta sus historias. Las cosas han cambiado', se?al¨® otro aviador.
Una mujer luc¨ªa las alitas sobre el pecho. ?Aviadora? 'Mi marido; muri¨® el a?o pasado. ?Qu¨¦ opino de esto? Han monopolizado un poco la cosa los nacionales, como est¨¢n en su casa'. Bueno, pero no se puede negar que el museo est¨¢ muy cambiado: ases de la aviaci¨®n republicanos retratados como h¨¦roes en las paredes, cazas rojos -aunque sean maquetas- ocupando el espacio a¨¦reo... 'Ya tocaba'.
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