Garc¨ªa-Alix explica que busca los ojos de la gente a trav¨¦s de sus desnudos
El fot¨®grafo expone 80 im¨¢genes femeninas
Hace nueve meses, cuando Garc¨ªa-Alix empez¨® a rebuscar entre sus negativos para preparar esta muestra, decidi¨® quedarse con las im¨¢genes m¨¢s 'sinceras' y m¨¢s 'fr¨¢giles' de su carrera. La exposici¨®n, en la que se incluyen fotos de 35 mil¨ªmetros que nada tienen que ver con su peculiar estilo, est¨¢ dedicada a Teresa, su mujer, fallecida hace a?os, y est¨¢ articulada como una narraci¨®n en torno a un verso de Samuel Beckett: 'Quisiera que mi amor muriese / y que lloviera sobre el cementerio / y las callejas por las que camino. / Llorando a aquella que crey¨® amarme'.
La muestra de este autor, que retrata su propia vida y sus alrededores, recoge im¨¢genes imposibles de mujeres, paisajes y una fotograf¨ªa del propio autor en la que se refleja su parte m¨¢s femenina. 'No me interesan todas las mujeres. El 99% de las personas a las que retrato son amigas y tienen una complicidad conmigo. Ser¨ªa imposible retrarlas desnudas si no fuera as¨ª', aclar¨® el fot¨®grafo, que gan¨® el Premio Nacional de Fotograf¨ªa en 1999. El premio le supuso 'el reconocimiento de la profesi¨®n y la posibilidad de llegar a mucha m¨¢s gente y vender m¨¢s fotos'.
Tristes y apagados
Garc¨ªa-Alix se mueve entre lo m¨¢s tierno y lo m¨¢s duro y su pasi¨®n son los individuos fronterizos. 'Revelo los negativos nada m¨¢s llegar a casa y si veo que la foto respira grandilocuencia, no la positivo. Me gusta que las fotos huelan a pobre. Yo s¨¦ c¨®mo las intuyo y me gusta dejarlas con una luz gris y apagada'. De las personas a las que se enfrenta con la c¨¢mara, aunque se trate de las fotograf¨ªas m¨¢s descarnadas desde el punto de vista er¨®tico, busca sobre todo su mirada. 'Puedo estar haciendo un desnudo pero quiero sus ojos. He desarrollado una manera frontal de mirar; cuando estoy detr¨¢s del objetivo s¨¦ lo que debo ense?ar. Me gusta que el observador hable con el retratado, igual que me ha obligado a m¨ª a confrontarme con ello'.
Con esta exposici¨®n, Garc¨ªa- Alix cierra un ciclo. No s¨®lo porque est¨¦ empezando a trabajar en color -'es otro lenguaje y estoy aprendiendo'- o porque haya vuelto a utilizar su c¨¢mara de 35 mil¨ªmetros para captar esas instant¨¢neas, que ¨¦l define como un cuaderno de bocetos, sino tambi¨¦n porque 'con la edad' ha aprendido algo que antes s¨®lo era intuitivo: 'Busco la tristeza a trav¨¦s de la c¨¢mara'. Su ¨²nico l¨ªmite es que le gustar¨ªa hacerlo mejor. 'Cuando hago fotos, nunca tengo una idea preconcebida, una vez que cojo la c¨¢mara entro en trance, con ella en la mano me veo obligado a pensar'.
Garc¨ªa-Alix se niega a que se le califique como fot¨®grafo de la movida madrile?a. 'Fotograf¨ª¨¦ mi propia movida, mi cuarto de ba?o y la cama donde me hab¨ªa acostado con una mujer. No iba por la noche a Rock-Ola con la c¨¢mara en las manos. He hecho muy pocas fotos por la noche porque lo m¨¢s normal es que hubiera vuelto a casa sin las c¨¢maras'. En esa ¨¦poca de ebullici¨®n creadora, Garc¨ªa-Alix, con un grupo de motoristas, puso en circulaci¨®n una revista, El canto de la tripulaci¨®n, de la que s¨®lo queda 'la ruina, las exposiciones, la experiencia y las fiestas'. 'Hoy d¨ªa ya no se puede ser pirata', dice el fot¨®grafo. 'No se pueden vender revistas sin c¨®digo de barras; los dos ¨²ltimos n¨²meros los vendimos contrarreembolso, era la ¨²nica forma de evitar pagar al librero y al distribuidor. Sigo creyendo en las causas alternativas'.
Babelia
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