Potencial de huelga
Las primeras huelgas generales se produjeron en defensa de unas condiciones dignas para los trabajadores, como por ejemplo la jornada laboral de ocho horas. En teor¨ªa sigue teniendo ahora el mismo significado, pero apunta mucho m¨¢s hacia los sentimientos y sensaciones que hacia los cambios reales. La huelga general recoge, hoy m¨¢s que nunca, el sentimiento de descontento de los ciudadanos y hay que reconocer que su potencial es importante.
Si nos preguntan c¨®mo vemos la situaci¨®n econ¨®mica para dentro de unos a?os, la mayor parte de los espa?oles contesta que m¨¢s o menos igual que ahora. En los grandes temas sociales, ya sea educaci¨®n, sanidad o justicia, la tendencia es la misma, que todo estar¨¢ m¨¢s o menos igual que ahora. En general, nadie espera mucho m¨¢s, simplemente continuar aproximadamente como estamos. Cualquier cosa que altere lo m¨¢s m¨ªnimo esta esperanza se percibe como una amenaza. Sin embargo el Partido Popular, en su ¨²ltima ¨¦poca, se dedica casi en exclusiva a golpear estas m¨ªnimas expectativas.
Una gran parte de los espa?oles estaba de acuerdo en que era necesario enfrentarse al deterioro de la ense?anza en todos sus niveles, cambiar las formas de actuaci¨®n de los partidos pol¨ªticos, regular la inmigraci¨®n o actualizar la protecci¨®n por desempleo. Sin embargo, todas las reformas, una tras otra, produjeron la sensaci¨®n de pesimismo ante el futuro y de alteraci¨®n de nuestras expectativas de continuar, al menos, como est¨¢bamos. Nos pas¨® con la ley de universidades, con la ley de calidad para el resto de la ense?anza, con la de partidos pol¨ªticos y ahora con el desempleo. Todos los proyectos se presentaron como medidas defensivas ante una realidad en deterioro que dif¨ªcilmente pod¨ªa mejorar.
Los pol¨ªticos del PP est¨¢n contagiados de negativismo agudo y esto lo percibimos todos como una amenaza a nuestro futuro. Una de las ¨²ltimas frases de Aznar fue que 'el sistema de bienestar no puede beneficiar a quienes no buscan un puesto de trabajo'. Imposible negar m¨¢s cosas en tan breve espacio. Recortar el futuro es amenazar nuestra esperanza de continuar igual.
La ¨¦poca del desencanto les toc¨® a los socialistas en su ¨²ltima etapa de gobierno, despu¨¦s de haber creado unas ilusiones que nos merec¨ªamos todos. Los populares s¨®lo ten¨ªan que frenar la ca¨ªda, asegurar el futuro y producir esperanzas de estabilidad. Una tarea propia del conservadurismo, sin ir m¨¢s lejos. Sin embargo, se empe?an cada vez m¨¢s en ofrecer recortes en lugar de alternativas m¨²ltiples para un futuro estable.
Al margen de estar m¨¢s o menos de acuerdo con el contenido objetivo de cada reforma, el lenguaje que emplean y la sensibilidad que respiran produce en todos nosotros un estado de ¨¢nimo inc¨®modo, porque su mensaje s¨®lo parece indicar que hay que modificar el presente para evitar un futuro peor. Y eso, escuchado todos los d¨ªas, no hay cuerpo que lo soporte.
Las huelgas tampoco son lo que eran. Ahora ya no aspiran a transformar la realidad, s¨®lo pretenden expresar unos sentimientos generales. Y lo que sentimos es que intentan reformar por aluminosis, cuando s¨®lo quer¨ªamos decorar la casa. La consecuencia es un fuerte potencial de huelga.
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