Una oreja meritoria
Serie de estampa y de intenciones, la novillada de Sorando. Irreprochable de presencia. Nada exagerada de cara pero con cuajo. Les pon¨ªan dos pitones en consonancia a las hechuras y eran toros con toda la barba. A ese respeto que impon¨ªan los novillos, hab¨ªa que responder de igual manera en el ruedo. No hab¨ªa lugar para florituras y s¨ª para poner en orden y bien dispuestos todos los sentidos.
Esa novillada de Sorando tuvo dos partes bien diferenciadas: una primera con tres novillos m¨¢s asequibles, manejables, y una segunda donde los problemas afloraron con evidencia. De los primeros lotes, el segundo tuvo raza y aunque en banderillas descubri¨® m¨¢s defectos que virtudes, en la muleta tuvo buen aire a pesar de que le costaba humillar. Este cap¨ªtulo fue el m¨¢s lucido de la tarde. El encastado novillo se encontr¨® con un Juan Alberto muy asentado en el ruedo. Y con un fondo de madurez que impuso siempre las buenas formas a cualquier otra concesi¨®n f¨¢cil. Series cortas de muletazos, las justas. Zapatillas clavadas en la arena y el buen gusto y la seriedad por encima de todo. Un trabajo moldeado y con mando en plaza.
Sorando / Navarro, Alberto, Bar¨®n
Seis novillos de Rom¨¢n Sorando, muy bien presentados, encastados y con dificultades. Destac¨® el 2? de la tarde, mientras que 4? y 5 resultaron con peligro. Sergio Navarro: silencio tras aviso y silencio tras aviso. Juan Alberto: oreja y saludos tras aviso. Carlos Bar¨®n: saludos y palmas. Plaza de Valencia, 14 de junio. 2? de la Feria de las Novilladas. Un cuarto de entrada.
Los otros dos novillos de la primera mitad del festejo tuvieron corta la embestida y no se entregaron. Sergio Navarro anduvo siempre dispuesto, firme y provocador; y Carlos Bar¨®n, pulcro y aseado, en una labor que le descubri¨® ser novillero en agraz.
La decoraci¨®n cambi¨® a partir del cuarto. Tres novillos, uno a uno, fueron apareciendo con m¨¢s sabor a toro que a utrero. ?ste y el quinto sacaron peligro y violencia. Tanto Sergio Navarro como Juan Alberto pasaron apuros y con tantas dificultades como dignidad acabaron con tan complicados novillos. El sexto, sin plantear el peligro de los anteriores, fue protest¨®n y huy¨® de la pelea. Carlos Bar¨®n, voluntarioso, resolvi¨® la papeleta con aseo.
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