Dos mujeres contra el poder
Sherron Watkins y Coleen Rowley destaparon el 'caso Enron' y la negligencia del FBI
En menos de cuatro meses, dos mujeres han sido las protagonistas involuntarias de los esc¨¢ndalos que m¨¢s han perjudicado a la Casa Blanca. Sherron Watkins, la vicepresidenta de Enron que denunci¨® las irregularidades contables del gigante energ¨¦tico, y Coleen Rowley, la agente del FBI que destap¨® los errores burocr¨¢ticos de la agencia antes del 11-S, aparentemente no tienen nada en com¨²n, pero ambas se saltaron las reglas, no dudaron en criticar a sus superiores y acabaron declarando ante el Congreso estadounidense, y esta vez no hab¨ªa sexo de por medio.
Mal enfajada en su traje gris y desenfocada tras un enorme par de gafas, a Rowley se la ha llegado a comparar con Marge Gunderson, la polic¨ªa de la pel¨ªcula Fargo. En el filme, Marge, en los ¨²ltimos meses de su embarazo, resuelve un horrible crimen en el desierto estepario de Dakota del Norte sin perder la compostura ni su acento del medio oeste. A Sherron Watkins, cuando compareci¨® ante el Congreso a mediados de febrero, se le notaba su paso por Nueva York y su porte de alta ejecutiva, pero su presencia desentonaba con la misma crudeza en un esc¨¢ndalo de poder y dinero, es decir, esencialmente masculino.
Anita Hill, la abogada que hace 11 a?os fue objeto de todas las cr¨ªticas al denunciar por acoso sexual al juez del Tribunal Supremo Clarence Thomas, resaltaba hace unos d¨ªas, en las p¨¢ginas de The New York Times, el parecido entre la agente y la ejecutiva. 'La abogada del FBI en Minne¨¢polis y la vicepresidenta de Enron tienen algo m¨¢s que puestos importantes: tienen acceso a la informaci¨®n, tienen autoridad y contacto con los mandos superiores. Fue quiz¨¢ su experiencia como mujeres en un ambiente laboral masculino lo que les hizo m¨¢s receptivas a la necesidad de un cambio'.
Aunque proceden de universos muy distintos, los comentarios de sus respectivos colegas de trabajo son sorprendentemente parecidos. 'Es el tipo de persona que hace lo adecuado, aunque nadie est¨¦ mirando', aseguraba uno de los compa?eros de Rowley a la revista Time. 'Nunca ha tenido miedo de decir la verdad aunque sea desagradable', dec¨ªa un ejecutivo de Enron sobre Watkins. Las dos se han ganado una reputaci¨®n de entereza profesional, absoluta honestidad, excesiva franqueza y sobre todo dureza, esa cualidad tan valorada, para hombres y mujeres, en el mundo laboral estadounidense.
Coleen Rowley tiene 47 a?os y lleva 21 trabajando para el FBI, toda su carrera. Madre de cuatro hijos, hasta ahora viv¨ªa una vida an¨®nima en un barrio anodino de Minne¨¢polis. Estuvo varios d¨ªas sin dormir hasta escribir la carta de 13 p¨¢ginas que la llev¨® hasta el Capitolio. Redact¨® un primer borrador a las tres de la madrugada y una semana despu¨¦s, el 21 de mayo, mand¨® un texto a su jefe, Robert Mueller, y a dos senadores miembros del Comit¨¦ de Inteligencia, donde criticaba la apat¨ªa burocr¨¢tica de la agencia ante pistas que anticipaban el 11-S. Mientras estudiaba en la Universidad de Austin, Sherron Watkins, de 42 a?os, ayudaba en la tienda de comestibles de sus padres. En 1982 empez¨® en la auditor¨ªa Arthur Andersen (tambi¨¦n implicada en el esc¨¢ndalo) y hace ocho a?os entr¨® en Enron, donde fue ascendiendo hasta una de las vicepresidencias y uno de los barrios m¨¢s adinerados de Houston, donde reside con su esposo, otro alto ejecutivo, y su hija de dos a?os. 'Muy nerviosa' por lo que estaba pasando, escribi¨® siete folios al presidente de Enron, Kenneth Lay, denunciando las irregularidades contables de la empresa, meses antes de que estallara el esc¨¢ndalo.
Ninguna busc¨® la fama. 'No quiero publicidad', dijo Rowley antes de su comparecencia, 'invalidar¨ªa completamente lo que intento decir'. Menos a¨²n Watkins. Su informe confidencial nunca hubiera salido de Enron de no ser por el colapso de la compa?¨ªa. Sorprendieron al asumir con sencillez su protagonismo involuntario. La ¨²ltima mujer en monopolizar de esta forma la atenci¨®n de los congresistas fue Monica Lewinsky, por razones muy distintas.
Washington las acogi¨® con galanter¨ªa. Los miembros del Comit¨¦ de Energ¨ªa y Comercio de la C¨¢mara de Representantes, que hicieron p¨²blica la carta de Watkins, la felicitaron un buen d¨ªa de San Valent¨ªn. Los mismos senadores que por la ma?ana hab¨ªan crucificado al jefe del FBI se volcaron con Rowley. 'Le ha prestado un gran servicio a la naci¨®n', lleg¨® a decirle el senador por Nueva York Charles Schummer.
Las dos se arriesgan a quedarse en la calle. Rowley, a dos a?os y medio del retiro, espera poder acogerse a una cl¨¢usula legal que protege a los que denuncian los fallos del sistema. Watkins sigue en Enron, pero ha dejado la vicepresidencia. Ha recibido varias ofertas para escribir un libro y es la nueva estrella del circuito de conferencias universitarias.
'Sus ¨¦xitos no son ni una coincidencia ni una sorpresa; las dos se beneficiaron de los cambios sociales y legales de su generaci¨®n', aseguraba Anita Hill en su art¨ªculo, y conclu¨ªa: '?Pero es una coincidencia que hayan sido dos mujeres las que han denunciado los casos m¨¢s significativos de incompetencia gubernamental y deshonestidad empresarial? No lo creo'.
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