Se hizo lo que se pudo

Se cumplen hoy 25 a?os, casi un tercio en la vida media de una persona, desde las primeras elecciones del actual periodo democr¨¢tico. Cada una de las varias fechas que podr¨ªan elegirse para simbolizar el cambio de r¨¦gimen (la de la muerte de Franco, la de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n, la del fracaso del golpe de Estado) re¨²ne m¨¦ritos suficientes para recibir tratamiento de hist¨®rica. Sin embargo, el 15-J es tal vez la que encarna con mayor propiedad las esperanzas de libertad que entonces se abrieron para varias generaciones de espa?oles.

La conmemoraci¨®n misma rinde cuenta del ¨¦xito del empe?o: nunca antes en la historia de Espa?a hubo un periodo tan largo de democracia con sufragio universal. Tal perspectiva era bastante incierta aquel 15 de junio. Hoy sabemos mejor que entonces hasta qu¨¦ punto la democracia naciente era d¨¦bil y dependiente de factores azarosos. Ni hubo dise?o genial sobre la pizarra, ni motor del cambio, ni heroico comportamiento del pueblo espa?ol: se hizo lo que se pudo a partir de una voluntad mayoritaria de evitar los peores errores del pasado. Los franquistas dispuestos a defender el r¨¦gimen a cualquier precio eran ya pocos, pero la oposici¨®n activa tambi¨¦n era una minor¨ªa. Ni unos pudieron consolidar el proyecto continuista del Gobierno de Arias Navarro, ni los otros imponer la ruptura de unas elecciones inmediatas.

Sin embargo, las huelgas y manifestaciones impulsadas por la oposici¨®n no s¨®lo hicieron fracasar a Arias, sino que contribuyeron a dar fuerza dentro del r¨¦gimen a los sectores reformistas. Esas movilizaciones, m¨¢s la presi¨®n internacional, obligaron m¨¢s tarde a tales sectores reformistas a ir m¨¢s all¨¢ de lo que hubieran querido (o en todo caso, de lo que hab¨ªan previsto). En su dise?o no entraba la legalizaci¨®n del partido comunista, pero los efectos del asesinato a manos de la extrema derecha de los abogados laboralistas de la calle Atocha convencieron a Adolfo Su¨¢rez de que su propia credibilidad depend¨ªa de esa decisi¨®n.

Lo mismo respecto a las autonom¨ªas. Las memorias de los protagonistas y otros estudios han revelado que no hab¨ªa una idea clara de c¨®mo integrar a los nacionalismos vasco y catal¨¢n, pero la din¨¢mica de los acontecimientos -las huelgas generales del Pa¨ªs Vasco y la din¨¢mica unitaria de la oposici¨®n en Catalu?a- obligaron a introducir el asunto entre las prioridades a discutir con la oposici¨®n.

Aunque el 15-J gan¨® el partido de Su¨¢rez, formado por sectores reformistas del franquismo y algunos representantes de la oposici¨®n moderada, la legitimidad de su victoria se ve¨ªa empa?ada por el hecho evidente de que se hab¨ªa beneficiado de la ventaja de quien compite desde el poder: Franco hab¨ªa designado sucesor al Rey, y ¨¦ste nombr¨® presidente a Su¨¢rez. Para la oposici¨®n, exist¨ªa una continuidad con el pasado y un cierto ventajismo. Sin embargo, Su¨¢rez supo comprender que s¨®lo impulsando iniciativas democratizadoras pactadas con la oposici¨®n lograr¨ªa compensar esa insuficiencia. De ah¨ª la decisi¨®n de convertir a las Cortes salidas de las urnas en Constituyentes, y de hacer una Constituci¨®n con clara voluntad integradora, pese a las resistencias de gran parte del aparato estatal.

A 25 a?os de distancia, esa decisi¨®n, alimentada por rasgos psicol¨®gicos muy adecuados para el momento -disposici¨®n a ejercer la autoridad sin por ello creerse el arquitecto genial de la transici¨®n-, aparece como uno de los m¨¦ritos esenciales de Su¨¢rez. Tambi¨¦n fue un acierto establecer una legitimidad democr¨¢tica antes de abordar la cuesti¨®n auton¨®mica, lo que no libr¨® de tensiones, pero s¨ª de situaciones como las que destruyeron Yugoslavia. El sistema electoral fue dise?ado para favorecer al partido del Gobierno, la UCD, aunque en los a?os ochenta y noventa acab¨® favoreciendo al PSOE. Con el sistema mayoritario vigente en la Segunda Rep¨²blica, la oposici¨®n hubiera ganado el 15-J. Pero era preferible un m¨¦todo m¨¢s proporcional, que evitase lo ocurrido en las dos ¨²ltimas elecciones generales de la Rep¨²blica: que en 1933 el centro-derecha tuvo m¨¢s esca?os pese a tener menos votos que el centro-izquierda, y que lo contrario ocurri¨® en las de febrero de 1936.

La imagen de los cuatro presidentes de Gobierno y los seis presidentes de las Cortes de este periodo democr¨¢tico, de tres partidos diferentes, compartiendo ayer la conmemoraci¨®n obliga a relativizar las querellas que los han enfrentado en estos 25 a?os. La democracia no elimina el conflicto, pero ofrece cauces para resolverlos sin violencia. La rivalidad con reglas compartidas es un factor de cohesi¨®n. Por eso, son los que no respetan esas reglas, los terroristas y quienes les apoyan, los ¨²nicos que se han excluido de esta celebraci¨®n. Ellos son el ¨²ltimo residuo del franquismo que se resiste a desaparecer.