El misterio de Garganta Profunda cumple 30 a?os
Ni Woodward, ni Bernstein, ni Bradlee han desvelado todav¨ªa el nombre de la fuente m¨¢s famosa de la historia
A Bob Woodward le llevan haciendo la misma pregunta desde hace 30 a?os: '?Qui¨¦n es Garganta Profunda, la fuente misteriosa que le inform¨® sobre las turbias interioridades del Gobierno Nixon?'. Ayer se cumplieron tres d¨¦cadas del robo en la oficina electoral del Partido Dem¨®crata, que dos a?os despu¨¦s llevar¨ªa a la dimisi¨®n del presidente republicano, y ni el periodista de The Washington Post, ni su colega Carl Bersntein, ni su entonces director, Ben Bradlee, sueltan prenda. El silencio y la magnitud de una crisis que ha transformado cualquier esc¨¢ndalo en la Casa Blanca en un esc¨¢ndalogate siguen alimentando teor¨ªas y debates.
'?C¨®mo sigue interesando tanto a la gente?. A m¨ª me interesa porque nos convirti¨® en lo que somos, pero es algo que ya pas¨®', se preguntaba ayer Bradlee en un debate organizado por The Washington Post.
El silencio no desanima nuevas hip¨®tesis, m¨¢s bien todo lo contrario
Sigue interesando, incluso fascinando. La pareja Woodward-Berstein desfil¨® el pasado fin de semana por las televisiones estadounidenses para recordar sus haza?as period¨ªsticas y sortear con habilidad y humor las inevitables preguntas sobre Garganta Profunda. 'Hemos hablado mucho de ello y hemos eliminado a ciertas personas , y otras personas han muerto, ahora quedan pocos en la lista', comentaba el domingo Woodward. 'Para nosotros es una cuesti¨®n de principios. Es mantener nuestra palabra durante 30 a?os, porque el oficio de periodista requiere fuentes confidenciales que necesitan saber que no se desvelar¨¢ su identidad', agreg¨®.
El silencio no desanima, m¨¢s bien todo lo contrario, nuevas hip¨®tesis. Un informe redactado por estudiantes de la Universidad de Illinois concluy¨® hace poco que el ¨²nico posible candidato era Pat Buchanan, entonces ayudante de Nixon, reconvertido en comentarista pol¨ªtico y ex candidato a la presidencia. Preguntados sobre esta teor¨ªa durante el debate del Post, Bradlee y Woodward se miraron, sonrieron y, elegantemente, respondieron: 'S¨®lo podemos contestarle con un silencio profundo'.
El esc¨¢ndalo sigue obsesionando especialmente a los que de una forma u otra se vieron envueltos. John Dean, asesor de la Casa Blanca en tiempos de Nixon, que testific¨® ante el Senado sobre las implicaciones presidenciales y pas¨® 127 d¨ªas en prisi¨®n, ha dedicado los ¨²ltimos 25 a?os de su vida a tratar de encontrar el nombre de Garganta Profunda -que no fuese el de Linda Lovelace, la protagonista de la pel¨ªcula porno de 1972 que inspir¨® el peculiar apodo-. Su obsesi¨®n empez¨® cuando Woodward le asegur¨® que se trataba efectivamente de una sola persona y no una composici¨®n de varias fuentes.
Dean ha reducido la lista a cinco candidatos: Pat Buchanan; Ron Ziegler, jefe de prensa de Nixon; Jerry Warren, su ayudante; Steve Bull, ayudante de una de las secretarias de Nixon, y Raymond Price, asesor especial del presidente. Por supuesto, nadie ni confirma ni desmiente.
'Antes del Watergate, pocas veces se usaban fuentes confidenciales. Ahora es algo normal', dice Dean en una entrevista en la p¨¢gina web de la revista Salon, donde ha publicado su libro. 'Esto es a la vez bueno y malo, porque a veces es la ¨²nica forma en la que un periodista puede obtener informaci¨®n. No tengo inter¨¦s en desacreditar a Garganta profunda o a Todos los hombres del presidente (la versi¨®n cinematogr¨¢fica del libro de Woodward y Bersntein), pero al analizar sus conversaciones con Woodward -unas 14 entre el 19 de junio de 1972 y la primera semana de noviembre de 1973- he comprobado la cantidad de mala informaci¨®n que le dio, informaci¨®n que algunas veces era completamente err¨®nea'.
Corresponde a la descripci¨®n que el propio Woodward dio de su 'buen amigo': 'Era un cotilla empedernido; se cuidaba de distinguir entre informaci¨®n y rumores, pero estaba fascinado por ellos'. El 'cotilla' permiti¨® descifrar las confusas pistas que llevaron del robo de la oficinal electoral dem¨®crata el 17 de junio de 1972, al fondo secreto controlado por el fiscal general John Michell para montar operaciones contra sus rivales pol¨ªticos, la existencia de las cintas en las que Nixon grababa todas sus conversaciones y, finalmente, la dimisi¨®n del presidente el 8 de agosto de 1974.
El 30? aniversario del robo en el lujoso edificio del Watergate (donde, para colmo de iron¨ªa, viv¨ªa M¨®nica Lewinsky, la protagonista del otro impeachment presidencial) sac¨® otros recuerdos. Los Archivos Nacionales en Washington mostraron ayer al p¨²blico las famosas escuchas que los cinco fontaneros trataron de instalar, incluso el cenicero con restos de colilla de la habitaci¨®n del motel Howard Johnson donde se hospedaron y un n¨²mero de tel¨¦fono esbozado con un l¨¢piz, 202-456-2282, el del Howard Hunt, ex agente de la CIA que mont¨® la operaci¨®n.
La cadena NBC recuper¨® una entrevista de Nixon realizada en 1988 en la que reduc¨ªa Watergate a un incidente mal controlado: 'Fue una cosa peque?a que se convirti¨® en algo muy grande. Fue un robo y han ocurrido otros robos en otras campa?as. En ese momento ten¨ªamos que haber hecho algo. Ten¨ªamos que haberlo desvelado y encontrar a los responsables en vez de encubrirlo. El encubrirlo fue el error. (...) Ten¨ªamos que haber controlado el Watergate de forma m¨¢s eficaz. Ten¨ªa que haberme concentrado en ello, y aparte del hecho de que estaba mal, fue est¨²pido. Y me han llamado muchas cosas en mi vida, pero no est¨²pido'.
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