El jugadorazo
Hay jugadores que necesitan la perspectiva del tiempo para que se valore su importancia en el f¨²tbol. Con Hierro no hace falta. Es indiscutible que se trata de un futbolista glorioso, uno de los mejores que ha dado Espa?a. Todav¨ªa hoy, cuando sus condiciones f¨ªsicas le atormentan en muchos partidos, dispone de recursos que les est¨¢n vetados a la mayor¨ªa de los defensas. Probablemente ninguno en el mundo podr¨ªa jugar al nivel de Hierro en el estado del Hierro que perdi¨® hace tiempo la frescura y la flexibilidad que le permit¨ªan ser un central asombroso y un centrocampista goleador. Lo que no ha perdido es el instinto, la capacidad futbol¨ªstica, eso tan et¨¦reo que se denomina talento. Con esos recursos, m¨¢s el oficio de casi 15 a?os en la vanguardia del f¨²tbol, Hierro ha sido insustituible en el Real Madrid y lo es en la selecci¨®n espa?ola, en la que no se ve a su heredero ni de lejos.
Con los datos en la mano, ha ganado mucho: cinco Ligas, tres Copas de Europa, una Copa. Y ha ganado desde un papel protagonista. No se ha tratado del jugador secundario que se hace un palmar¨¦s como acompa?ante de las estrellas. Hierro es todav¨ªa una estrella. Sabe que est¨¢ en el cresp¨²sculo de su carrera y comienza a ceder el paso. Ahora abandona la selecci¨®n nacional, m¨¢s pronto que tarde lo har¨¢ en el Real Madrid. Es la ley del f¨²tbol que Hierro comienza a aceptar.
Pero este Hierro crepuscular todav¨ªa es vigente por necesario. Frente a Irlanda fue uno de los pocos que no se sinti¨® desbordado por el partido. Todav¨ªa hoy es capaz de imponerse en el juego a¨¦reo, de ganar al delantero por anticipaci¨®n, de cruzar un pase perfecto, de clavar un tiro libre, de anotar en un cabezazo. Es cierto que sufre en mar abierto, cuando los delanteros j¨®venes y r¨¢pidos tienen espacio para maniobrar, pero no se puede discutir su importancia en todas las facetas anteriores.
En el estricto terreno futbol¨ªstico, la ¨²nica discusi¨®n que cabe con Hierro es de ubicaci¨®n. Como central est¨¢ a la altura de los mejores que se han visto en el f¨²tbol. Le avalan mil razones: una larga y brillante trayectoria que permite compararle con otros grandes defensas, un palmar¨¦s espectacular, unas cifras que hablan por s¨ª mismas -m¨¢s de cien goles en la Liga con el Real Madrid, m¨¢ximo goleador en la historia de la selecci¨®n- y la constante de su ingenio. Ha sido poderoso y elegante, inigualable en el juego a¨¦reo y excepcional para mover la pelota, gran goleador y tremendo defensa. En los ¨²ltimos 15 a?os s¨®lo Baresi puede ganarle como defensa en el f¨²tbol europeo, pero al central italiano le faltaba la contundencia de Hierro en el juego de ataque y su facilidad con el bal¨®n, en la que s¨®lo ha encontrado la competencia del holand¨¦s Ronald Koeman, el tercer grande.
Sin embargo, cuesta decirle a Hierro lo que significa como defensa. Nunca se ha sentido como tal, y hasta ha habido ocasiones en que ha sido v¨ªctima de la frustraci¨®n. Porque Hierro siempre se ha sentido otra cosa: centrocampista, casi delantero. Probablemente nunca fue m¨¢s feliz que en su etapa con Radomir Antic en el Madrid, cuando desarroll¨® todo su instinto para el gol como centrocampista. Eran tiempos en los que Hierro se desplegaba con exuberancia por el campo, sin los achaques de ahora. Eran tiempos en los que rechazaba la idea de los que consideraban que su contribuci¨®n era superior en la defensa. Quiz¨¢ sirva como dato el hecho de que todos sus t¨ªtulos los ha ganado como central. Pero Hierro siempre ha tenido alma de delantero y es leg¨ªtima su decepci¨®n por su trabajo en la defensa.
En cualquier caso, se trata de un asunto menor. Lo importante es que este jugadorazo es una de las grandes glorias que ha dado el f¨²tbol espa?ol.
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