Un enrevesado di¨¢logo en cadena
Hiddink, que no habla coreano, da sus ¨®rdenes en ingl¨¦s; Mister Cheon se lo traduce al coreano al ayudante Park, que no entiende el ingl¨¦s, y ¨¦ste transmite al o¨ªdo del jugador las instrucciones
Los jugadores coreanos no entienden ni una palabra de lo que dice su seleccionador Guus Hiddink. Los jugadores coreanos entienden a Mister Cheon. Y aunque la gloria y la fortuna se la lleve Hiddink, sin el int¨¦rprete, Mister Cheon, y sin el ayudante de campo, Hang-seo Park, la selecci¨®n de Corea del Sur no ser¨ªa lo que es: un equipo asombroso que funciona con una sincron¨ªa absoluta.
Ejemplo de management moderno en Corea del Sur, Hiddink destaca por sus m¨¦todos de trabajo, que comienzan a ser observados de cerca por las grandes corporaciones del pa¨ªs. 'Yo a los jugadores les hablo a la cara y les pido a ellos que hagan lo mismo conmigo', dice el holand¨¦s; 'esto en los equipos coreanos era impensable porque tradicionalmente las jerarqu¨ªas tienen mucha fuerza y la distancia que ponen entre los jefes y los empleados es demasiado grande como para que se hablen'.
'Los jugadores entienden bien el lenguaje de los gestos, y si a¨²n queda alg¨²n cabo suelto...'
La explicaci¨®n de Hiddink es verdad pero a medias. El reportero de la cadena de televisi¨®n coreana YTN, Ki-bong Kim, se dobla por la cintura en dos mitades y suelta una carcajada. ?Entienden los jugadores las ¨®rdenes de Hiddink? '?S¨ª, claro!', responde Kim; 'al principio no entend¨ªan absolutamente nada, pero ahora entienden casi todo lo que dice'. ?Han aprendido los jugadores a hablar ingl¨¦s o ha aprendido Hiddink el coreano? 'Hiddink no habla nada de coreano y ninguno de los jugadores sabe ingl¨¦s', explica el agente de prensa de la selecci¨®n asi¨¢tica, Hur Jin, en perfecto ingl¨¦s; 'pero despu¨¦s de dos a?os con el int¨¦rprete, la comunicaci¨®n es mejor y ya casi se entienden todo'. ?C¨®mo? '?Los jugadores entienden el lenguaje corporal!', dice Kim, sin parar de re¨ªr; 'y si queda alg¨²n un cabo suelto, Mister Cheon lo explica'.
La situaci¨®n se observaba en el campo de entrenamiento. Ayer Hiddink le gritaba en ingl¨¦s al extremo Lee, que corr¨ªa por la banda: '?Centra a la segunda l¨ªnea! ?A la segunda l¨ªnea!'. Y el extremo Lee centraba al primer palo. Nada que hacer. Hasta que un hombre delgado y de aspecto fr¨¢gil, Mister Cheon, peg¨® un grito en gutural coreano: '?Centra a la segunda l¨ªnea!'. Y Lee cumpli¨® a la perfecci¨®n: centr¨® hacia atr¨¢s, a la segunda l¨ªnea, y no al coraz¨®n del ¨¢rea.
Pero incluso todo est¨¢ previsto, incluso en las perores circunstancias. Cuando ell mecanismo del int¨¦rprete tampoco funciona, queda el recurso de Hang-seo Park. En el dinamismo de las pr¨¢cticas de f¨²tbol, en medio de los jugadores, destaca este hombre peque?o, calvo y patizambo que lleva botas de f¨²tbol. Park fue centrocampista de los Blue Wings adem¨¢s de jugador de la selecci¨®n coreana hace 20 a?os y miembro del cuerpo t¨¦cnico en el Mundial de Estados Unidos, en 1994. Como un futbolista m¨¢s, Park tampoco sabe una palabra de ingl¨¦s y, por lo tanto, no comprende lo que dice Hiddink. Pero s¨ª entiende lo que grita Cheon. As¨ª es que si oye a Cheon, ya sabe cual es su cometido inmediato: se acerca al jugador y triplica la orden de Hiddink casi al o¨ªdo: '?Centra a la segunda l¨ªnea!'. Y asunto resuelto.
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