M¨¢s de la mitad de las 5.200 hect¨¢reas del municipio est¨¢n valladas y sirven como coto privado de caza
Valdemaqueda se extiende sobre 5.200 hect¨¢reas verdes en la esquina suroeste de la regi¨®n. De ellas, 5.000 cuentan con la m¨¢xima protecci¨®n medioambiental, ya que est¨¢n incluidas en la Zona de Especial Protecci¨®n para las Aves (Zepa) de los r¨ªos Alberche y Cofio.
De estas 5.000 hect¨¢reas, unas 2.000 son propiedad de la Comunidad, 190 del Ayuntamiento y 2.700 de particulares. Las 2.000 hect¨¢reas de la Comunidad fueron adquiridas en 1997. El Gobierno de Alberto Ruiz-Gallard¨®n se las compr¨® a la empresa Uni¨®n Resinera, una sociedad que pose¨ªa la pr¨¢ctica totalidad del t¨¦rmino municipal desde 1906. La finca hab¨ªa sido antes de los duques de Medinaceli, que pose¨ªan enormes extensiones de pinares en Madrid y ?vila.
La compra del Gobierno regional se efectu¨® a causa de la presi¨®n vecinal. El Ayuntamiento de Valdemaqueda se quejaba de que sus habitantes no pod¨ªan salir al monte, ya que todo el t¨¦rmino estaba rodeado y dividido por vallas. Valga como ejemplo que para construir el cementerio los habitantes tuvieron que pedir permiso a la Uni¨®n Resinera.
Pero tras la adquisici¨®n de las fincas por parte del Gobierno, quedaron sin comprar las otras 2.700 hect¨¢reas que pertenec¨ªan a diversos particulares. La mayor¨ªa utiliza sus tierras como simples cotos privados de caza. 'Aqu¨ª vienen personajes muy famosos, ministros y personas de un enorme poder adquisitivo s¨®lo a matar venados', afirma Miguel Soler, secretario municipal.
Tal es la profusi¨®n de vallados de estas fincas que ni siquiera se puede realizar un paseo completo por las riberas del Cofio. 'Las vallas llegan a las orillas, por lo que queremos retrasarlas unos 150 metros monte arriba', admite Soler.
Por eso, lo que desde el siglo XIX era la principal fuente de ingresos -la explotaci¨®n de los bosques- se ha convertido ahora en un problema para atraer turistas. Hasta mediados del siglo XX, Valdemaqueda produc¨ªa una resina denominada colofonia, con la que se fabricaban betunes, barnices, ceras, colas y aguarr¨¢s. Pero el descubrimiento de los suced¨¢neos sint¨¦ticos hundi¨® el negocio, y a la Uni¨®n Resinera dejaron de interesarle los pinos. El Ayuntamiento comenz¨® a pensar entonces en su futuro.
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