Alemania juega a otra cosa y gana
Estados Unidos, mejor y sin complejos, asedi¨® la porter¨ªa de Kahn en la segunda parte, pero decidi¨® un gol de Ballack
El f¨²tbol alem¨¢n se escapa del universo de la cr¨ªtica para entrar en el terreno de la conducta antropol¨®gica. Ya no es que jueguen bien, mal o regular. El asunto es de otra naturaleza: los alemanes juegan a otra cosa. A su cosa, que es bastante rara, por cierto. Dir¨¢n que no les va mal. Con los resultados en la mano, tienen raz¨®n. Alemania se clasific¨® ayer para las semifinales. Gan¨® a Estados Unidos y se puede proclamar que ha llegado donde no lo han hecho Argentina, Francia o Inglaterra. Pero eso no puede desviar de la cuesti¨®n b¨¢sica: ?a qu¨¦ juega Alemania? A algo tan singular que le diferencia del resto de los equipos del mundo. Frente a Estados Unidos qued¨® meridianamente claro que nada les gusta m¨¢s a sus jugadores que les hagan faltas. Entre protagonizar una jugada y recibir una falta, no se diga m¨¢s: la falta. Parece mentira, pero es cierto. Recibir una falta es trasladar a todas sus gr¨²as al ¨¢rea de penalti. Llegan marciales y serios, con su fabulosa carrocer¨ªa, sobrados de cent¨ªmetros y kilos, colocados en escalara: Metzelder, Klose, Ballack.... Y entonces ocurre algo muy interesante: los alemanes est¨¢n convencidos de que van a hacer gol y los rivales est¨¢n aterrados porque saben que les van a hacer gol.
A eso se dedican, a que les hagan faltas. Si eso entra en la categor¨ªa del juego, de cierta ortodoxia del juego, es m¨¢s que discutible. En general, se trata de un equipo que no siente ning¨²n aprecio por la habilidad o el ingenio. Con el bal¨®n, Alemania es de una vulgaridad que espanta. No le falta alg¨²n jugador de clase, como Ballack, pero el objetivo del equipo no es asociarse con Ballack. El objetivo es buscar una falta que permita enviar a un pelot¨®n de gigantescos cabeceadores y sembrar el p¨¢nico en el ¨¢rea adversaria. No hizo otra cosa frente a los admirables norteamericanos, todo lo limitados que se quiera, pero m¨¢s que honorables perdedores. Si es por jugar al f¨²tbol, lo que se entiende por f¨²tbol, le dieron un repaso a Alemania. Tuvieron todas las ocasiones posibles para ganar el partido: Kahn rechaz¨® en situaci¨®n cr¨ªtica tres remates, Frings sac¨® con la mano un tiro mortal de Lewis, un cabezazo de Sanneh se escap¨® a un palmo de la porter¨ªa. Pues nada, lo que sirvi¨® fue una falta que sac¨® Ziege desde la derecha, con toda su gente entrando como panteras al remate. Pudo llegar cualquiera, pero lleg¨® Ballack, que clav¨® el cabezazo.
Alemania hab¨ªa buscado ese tipo de acci¨®n desde el primer minuto. Una falta y tiraban cohetes. Los americanos no entend¨ªan nada. Por una vez jugaban como nunca lo han hecho y como siempre se espera de ellos en las dem¨¢s actividades del deporte: sin ning¨²n complejo. ?se ha sido el verdadero avance del f¨²tbol estadounidense en este Mundial. No tendr¨¢n a los mejores jugadores, y qu¨¦. Contra Alemania actuaron como si los tuvieran. El pecoso O'Brien daba la pinta de un medio centro de categor¨ªa; Reyna mov¨ªa la pelota con el criterio que les faltaba a todos los alemanes; Donovan parec¨ªa Maradona. Quiz¨¢ todo ello ocurri¨® por comparaci¨®n. En cualquier caso, ese equipo le dio una lecci¨®n a los alemanes.
Mientras los americanos remit¨ªan el partido a lo que se entiende por juego, los alemanes no se salieron de lo suyo ni a tiros. La sutileza no figura entre sus cualidades, desde luego. Ahora bien, son temibles, cualquiera que sea su idea del f¨²tbol. Todas y cada una de las veces que Ziege cruz¨® la pelota sobre el ¨¢rea, daba la sensaci¨®n de que llegaba el gol. Son tan fuertes, tan altos, tan decididos, creen tanto en la eficacia de sus cabeceadores, que nada les detiene. Los estadounidenses trataban de detenerles y no hab¨ªa manera: un cicl¨®n de alemanes se levantaba uno tras otro para conectar el cabezazo. As¨ª entr¨® el de Ballack.
Aunque los resultados le han puesto en las semifinales, Alemania deber¨ªa pensar en alguna alternativa a su monotema. Uno se acostumbra demasiado al carrilito y acaba por olvidarse de cuestiones esenciales. Como no puede mover la pelota, Alemania tiene que defenderse demasiado. Y demasiado mal. En cuanto los americanos se pusieron a buscar pases cortos, paredes, los peque?os detalles de toda la vida, al equipo alem¨¢n le entr¨® el v¨¦rtigo de los que hacen el rid¨ªculo. Toda la segunda parte fue un largo y bien estructurado asedio contra la porter¨ªa de Kahn. No hubo goles, ni dudas sobre qui¨¦n jug¨® mejor: Estados Unidos. Y eso qu¨¦ importa dir¨¢n los alemanes. Con su f¨®rmula les basta, aunque es dif¨ªcil precisar si se trata de f¨²tbol. Probablemente, no.
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