Gobernar es mentir
Hombre, no; hombre, no. Un Gobierno no puede mentir as¨ª. Puede mentir, y miente, ocultando algo. Con la f¨¢cil estad¨ªstica, buscando palabras corrosivas de la pureza del lenguaje. Pero no puede sacar las cifras de la huelga que no son verdad, hasta llegar al cero absoluto, al 'no ha habido huelga' de un par de frescos. En los peri¨®dicos hemos dicho mentiras siempre, pero las de ayer y las de hoy deb¨ªan tener un l¨ªmite. No tengo necesidad de creer en las que dan los sindicatos, pero tienen m¨¢s verosimilitud. Tampoco es verdad lo que dijo un portavoz de la oposici¨®n en las Cortes, hablando de P¨ªo Cabanillas: 'El mentiroso mayor del reino'. ?C¨®mo lo sabe? La presidenta le pidi¨® que retirase la frase y no la retir¨®. Pero ?sab¨ªa seguro ella que no hay otros mayores? No, hombre, no. No podemos llegar a estos excesos que, m¨¢s que mentiras, son tomaduras de pelo, cinismo, burla, manera imp¨ªa de gobernar.
Lejos de m¨ª la tentaci¨®n de decir que la pol¨ªtica es el arte de la verdad. Sobre todo, cuando no creo en la verdad mensurable: en cada hecho infinitamente grande o infinitamente peque?o hay tal n¨²mero de factores desconocidos que la ¨²ltima verdad no se sabe nunca, ni se sabr¨¢. Pero aparte de estas meditaciones de las que los pensadores seguros de s¨ª mismos no quieren ni hablar -la verdad son ellos- hay una cierta evidencia, con todas sus limitaciones: ayer hubo en Espa?a huelga suficiente como para decir que una gran mayor¨ªa de los trabajadores se manifestaron en contra del decreto-ley inicuo, y negarlo supone un delito de los que se deb¨ªan perseguir de oficio. Un representante p¨²blico que acusara a quienes, por sus cargos, han mentido al pueblo espa?ol y se han valido de medios protegidos, ayudados, subvencionados o escoltados para difundir esa mentira. No va a ser la ¨²ltima. Gobernar es mentir.
Decir que el decreto-ley es para favorecer al trabajador, decir que la ley de inmigraci¨®n se hace para ayudar a los inmigrantes, es una de esas cosas que le hacen lamentar a uno la inexistencia de Dios y la del Diablo para que pusieran un poco de orden. Bastar¨ªa con que los gobernantes creyeran ese imaginario, aunque los dem¨¢s supi¨¦ramos que es la primera mentira del orden p¨²blico. Si en esa trascendental mentira est¨¢ basada toda la gran estafa, ?qu¨¦ podemos hacer? (Ah, tranquilos. La huelga ha herido profundamente a Aznar. La mentira, m¨¢s).
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