?Hay ultraderecha en Espa?a?
Ha tenido este pa¨ªs tantos a?os un r¨¦gimen de extrema derecha que parece una obviedad plantearse siquiera esta pregunta. Pero la cuesti¨®n est¨¢ presente en el debate pol¨ªtico en el momento en el que en todo el continente, de una u otra forma, aparecen formas de populismo que juegan con el s¨ªndrome de la inseguridad ciudadana y lo combinan con la fobia hacia los extranjeros.
No, ni la extrema derecha tradicional ni la nueva ultraderecha que proliferan en Europa tienen expresi¨®n pol¨ªtica diferenciada en Espa?a. Hay, en cambio, abundantes s¨ªntomas de que la semilla de la nueva ultraderecha est¨¢ cayendo en surco f¨¦rtil. Los conflictos m¨¢s recientes as¨ª lo revelan. El ¨²ltimo, las agresiones contra inmigrantes en Sant Vicen? de Castellet esta semana. O el caso de Premi¨¤ de Mar, donde la comunidad local musulmana no puede construir su mezquita por la oposici¨®n de una parte del vecindario, aunque cuenta con todos los permisos urban¨ªsticos, en vivo contraste con el caso sim¨¦tricamente contrario de la iglesia de Nuestra Se?ora de las Fuentes, en el barrio del Pilar de Madrid, construida en flagrante ilegalidad y con numerosas sentencias en contra, incluida una orden de derribo que no ha sido ni ser¨¢ ejecutada.
La nueva ultraderecha es proamericana y moderna, chovinista y xen¨®foba, pero especialmente arab¨®foba e islam¨®foba
Tambi¨¦n est¨¢n los mismos s¨ªntomas en la sociedad pol¨ªtica. Algunos alcaldes y cuadros del PP, pero tambi¨¦n del PSOE, en zonas de fuerte presencia de mano de obra inmigrante, notables de los partidos nacionalistas del Pa¨ªs Vasco y de Catalu?a, y no digamos ya profesionales de la verborrea radiof¨®nica incurren en expresiones y en fobias dif¨ªcilmente aceptables en pa¨ªses como Francia o Alemania, aunque m¨¢s habituales en Italia, donde el propio presidente del Consejo y la periodista m¨¢s popular se han soltado el mo?o en expresiones de exclusi¨®n ¨¦tnica y religiosa. Tiene toda su l¨®gica porque el Gobierno tampoco se queda corto. Empezando por su presidente, que ha lanzado una propuesta de sanciones a los pa¨ªses que no controlen la salida de inmigrantes de su territorio digna de Jean-Marie Le Pen. Es m¨¢s que una iron¨ªa que el nuevo ministro del Interior franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, un joven h¨²sar neogaullista proclive al palo y tentetieso, se haya opuesto tajantemente a tal medida. La amalgama entre inmigraci¨®n y delincuencia, o entre aumento de la inseguridad y de la poblaci¨®n extranjera, defendida por el presidente y varios de sus ministros como el no va m¨¢s de la perspicacia social frente a las almas caritativas de lo pol¨ªticamente correcto, pertenecen al mismo ¨¢mbito ideol¨®gico y sirven como argumentos legitimadores para los j¨®venes skin heads que se dedican a repartir porrazos contra los inmigrantes.
Nuevas derechas
Las nuevas extremas derechas no son necesariamente antisemitas ni partidarias de sistemas totalitarios como ven¨ªa sucediendo hasta hace unas pocas d¨¦cadas. Son proamericanas y modernas, chovinistas y xen¨®fobas, pero especialmente arab¨®fobas e islam¨®fobas. Liquidado el comunismo, centran su discurso de confrontaci¨®n en un antiprogresismo visceral, de sarcasmo y diatriba virulenta, de descalificaci¨®n sin debate de ideas respecto a todo lo que tenga que ver con la tradici¨®n de izquierdas, el Mayo del 68 y el socialismo. Desayunan progres antes de empezar la jornada como los anticlericales decimon¨®nicos com¨ªan cura. Ensalzan todo lo que sea pol¨ªticamente incorrecto como la m¨¢s clara expresi¨®n de la libertad de pensamiento.
Pero a pesar de su novedad desarrollan temas muy propios del lepenismo. En el caso espa?ol es la preferencia latinoamericana o europea a la hora de recibir inmigraci¨®n, con claro desprecio a los intereses y responsabilidades hist¨®ricas y presentes de Espa?a en Marruecos. O la superioridad del occidente cristiano sobre el islam y la incompatibilidad entre cultura musulmana y democracia. Todos estos temas son munici¨®n de unas tertulias y unos columnistas que poco desmerecen de los planfletistas que pueden leerse, por poner un ejemplo, en las p¨¢ginas de National Hebdo o Minute, los portavoces period¨ªsticos m¨¢s conocidos del Frente Nacional.
Francia es un buen espejo. El nuevo Gobierno de Jean-Pierre Raffarin, con mayor¨ªa absoluta y su programa de ley y orden por delante, ofrece un claro contraste en cuanto a actitudes y modos democr¨¢ticos y respetuosos con las frivolidades y las incorrecciones pol¨ªticas al uso en Espa?a. No hay un partido de extrema derecha en Espa?a. No hay tampoco mala conciencia alguna en la clase pol¨ªtica y en la opini¨®n p¨²blica. Est¨¢n, pues, todos los elementos para olvidar la pol¨ªtica como pedagog¨ªa democr¨¢tica y dedicarse a la demagogia, es decir, a la siembra de la peor semilla de esta ultraderecha sobre cuya ausencia ahora parecemos sentirnos orgullosos.
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