La nueva 'petrodictadura'
A New Building no lleg¨® la modernidad: barro y desperdicios en las calles, perros sarnosos a la solana, tejados hojalateados, cables peligrosamente colgados, paredes de madera combada, mercadillos con moscas, peluqueras en cada esquina, ni?os enfermos y un tufo amargo a necesidad extrema.
Newbili, como aqu¨ª se pronuncia, es el c¨¢ustico nombre del arrabal m¨¢s feo y paup¨¦rrimo de Malabo: m¨¢s de 10.000 personas arracimadas en barracas adheridas las unas a las otras, enredadas en hileras que simulan traves¨ªas y callejones, y que en ¨¦poca de lluvias son p¨²tridos lodazales de miseria en los que las mujeres aclaran la colada en cuclillas y practican el congos¨¦, el cuchicheo, un deporte nacional que trata de cualquier asunto, desde el m¨¢s pol¨ªtico al m¨¢s privado. '?D¨®nde est¨¢ el petr¨®leo?', pregunta en voz baja un joven sentado junto a un bar llamado Pent¨¢gono: 'Aqu¨ª no ha llegado; ni siquiera tenemos cemento en el suelo. Ese dinero debe de buscarlo en el palacio presidencial'.
Si se cumplen las previsiones de producci¨®n petrolera, en 2004 habr¨¢ en Guinea Ecuatorial m¨¢s de un barril diario por habitante; m¨¢s que en Kuwait
La Mobil don¨® miles de mosquiteras para las camas hospitalarias de la ciudad. Ninguna lleg¨® a su destino, se vend¨ªan en la sede del Ministerio de Sanidad
El oro negro de Guinea Ecuatorial, que en dos a?os se convertir¨¢ en el tercer productor de ?frica subsahariana (tras Nigeria y Angola) con 500.000 barriles diarios, apenas se ve. En cuatro a?os han asfaltado las calles de Malabo, colocado decenas de sem¨¢foros en los que falla el fluido el¨¦ctrico, aumentado el parque de autom¨®viles nuevos, adecuado la carretera del aeropuerto y levantado algunos edificios y hoteles. Son las ¨²nicas se?ales de la riqueza que inunda desde 1997 un pa¨ªs del tama?o de Galicia, de unos 400.000 habitantes, hermoso y con un formidable potencial tur¨ªstico.
Aqu¨ª, como en otras zonas del Tercer Mundo, la aritm¨¦tica viaja por un lado y la realidad deambula por otro. Seg¨²n datos del Banco Mundial, la renta per c¨¢pita ha saltado de 373 d¨®lares en 1994 a 3.700 el a?o pasado. En 2001, el PIB creci¨® el 72%, y al final de este curso aumentar¨¢ un 30%. Si se cumplen las previsiones, en 2004 habr¨¢ m¨¢s de un barril diario por habitante, proporci¨®n que mejorar¨ªa a la de Kuwait. Pero el emirato africano no reparte riqueza: s¨®lo un 4% de la poblaci¨®n se beneficia del man¨¢, unas 20.000 personas, seg¨²n fuentes occidentales en Malabo. La oposici¨®n democr¨¢tica al r¨¦gimen define tres c¨ªrculos de rapi?a: el entorno presidencial (400 individuos), los altos funcionarios (2.000) y los cargos medios.
Contratos petroleros secretos
La Mobil Oil, una de las cuatro multinacionales estadounidenses que han logrado la exclusiva de la explotaci¨®n, abona (descont¨¢ndolo de la factura) alguno de los viajes al extranjero del jefe del Estado, Teodoro Obiang Nguema; los gastos de las embajadas de Washington y Nueva York, y de los lobbies que asean la imagen exterior, sobre todo en EE UU. Conocer el contenido de los contratos petroleros es imposible, alto secreto. La oposici¨®n, que los califica de 'muy perjudiciales' para los intereses nacionales, los resume en dos cifras: 75%, para las petroleras; el 25%, para Guinea.
Los aviones de Iberia y Spanair vomitan cuatro veces por semana decenas de blancos pelirrojos y rubios que parlotean en todas las gamas del ingl¨¦s. Son los trabajadores de las plataformas. En la corta carretera del aeropuerto, ya sin baches, la Mobil Oil ha levantado un mundo de lujo alambrado: impolutas viviendas prefabricadas llave en mano, c¨¦sped mimado, parab¨®licas enormes, coches ¨²ltimo modelo... En la garita de entrada, un grupo de guineanos uniformados franquea el paso prohibiendo el curioseo y las prostitutas. Es la llamada Ciudad de los Americanos.
Los puestos del mercado central de Malabo se encuentran ahora mejor surtidos que en 1998; los clavos, que en gran parte de ?frica se exhiben herrumbrosos y de segunda mano, aqu¨ª son a estrenar. A cambio de ese progreso, los precios de los alimentos se han disparado: mil cefas (1,75 euros) el litro de aceite; 75 cefas por un vaso de arroz; 7.500 por un ant¨ªlope del tama?o de un caniche... En la zona de los aparatos el¨¦ctricos y de las cintas musicales (mucho Alejandro Sanz, entre los espa?oles), los vendedores murmuran quejas ante la escasa venta. Son emigrantes de Nigeria y Camer¨²n. Sus beneficios penden, adem¨¢s, del humor del comisario de seguridad ciudadana, Juan Engonga, que ha hecho una fortuna en las redadas, seg¨²n corrobora la oposici¨®n.
Al caer la noche, la zona del hotel Bah¨ªa (propiedad del general Armengol Ond¨® Nguema, hermano del presidente) se inunda de noct¨¢mbulas profesionales en pantal¨®n prieto y escote generoso. All¨ª pasean colgadas del antebrazo de blancos sesentones y barrigudos. Obiang orden¨® hace meses sacar a esas ni?as de la calle. Aunque se trata, en teor¨ªa, de una medida en pro de la moral p¨²blica, el capit¨¢n El¨ªas, alias El Bombero, lo interpreta a su manera. Cada noche se desliza por Malabo junto a sus hombres cazando ni?itas para llevarselas presas al cuartelillo. Este hombre, al que algunos antiguos presos del penal Black Beach se?alan como torturador, ha tenido denuncias por violaci¨®n, pero ni fiscales ni jueces han osado entrometerse. Incluso, el anterior jefe de la polic¨ªa, Eduardo Minang, rechaz¨® la intervenci¨®n de abogados en el caso de los abusos: 'Las putas y los delincuentes no tienen derechos', espet¨®. Este tipo ejerce hoy de asesor de la polic¨ªa de Guinea-Bissau a sueldo de la ONU.
El Bombero no es el ¨²nico torturador en Guinea. Los opositores que han pasado por dependencias policiales recitan una ringlera de nombres malditos: Narciso Edu Foret, vinculado al asesinato de un dirigente del partido gobernante; Juli¨¢n Ond¨® Nkumu (actual jefe de la seguridad presidencial); el citado Juan Engonga; el general Agust¨ªn Mdomg On¨¢, primo del presidente; el general Armengol Ond¨® Nguema; Diosdado Nguema Ey¨ª, segundo jefe de la seguridad presidencial... Algunos son c¨¦lebres por el teatro de automotivaci¨®n en el interrogatorio: 'Abren un casquillo de bala, vac¨ªan la p¨®lvora en un vaso, lo llenan de ginebra Larios y se lo beben de un trago antes de pegar', explica una de las v¨ªctimas de las palizas.
Buena conducta democr¨¢tica
El r¨¦gimen logr¨® desembarazarse en abril, con los votos africanos y de otros pa¨ªses del Tercer Mundo, de Gustavo Gall¨®n Giraldo, relator de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Tras aprobar el examen de buena conducta democr¨¢tica y comprometerse a la ratificaci¨®n del Convenio Internacional contra la Tortura, la polic¨ªa del Gobierno comenz¨® a detener sin orden judicial a decenas de opositores en Mongomo, regi¨®n de la que proceden el presidente y el clan dominante. Su delito, un supuesto golpe de Estado, nunca fue probado en el macrojuicio escenificado en el cine Marfil. M¨¢s parece que aquellas redadas fueron un castigo por la creaci¨®n del partido opositor Frente Dem¨®crata Republicano. Obiang no admite retos en su base de apoyo. La captura de 270 personas coincidi¨® con un extra?o apag¨®n el¨¦ctrico de 25 d¨ªas. La excusa, simple: un fallo en una de las turbinas de la central en Malabo. De los detenidos, 144 fueron juzgados sin garant¨ªa procesal alguna, seg¨²n denunciaron los observadores internacionales presentes y admite el Gobierno espa?ol.
Mientras que el dinero del petr¨®leo (400.000 millones de cefas al a?o, es decir, unos 601 millones de euros) se queda en unas pocas manos, ya sea en cuentas o negocios situados en el extranjero, el r¨¦gimen trata de mantener el flujo de dinero procedente de la cooperaci¨®n. Un nuevo censo, encargado en oto?o, y que deb¨ªa de servir de base para las elecciones presidenciales de 2003, ha sido paralizado: las cifras reales de poblaci¨®n no gustaron al Gobierno. Ministros como Lucas Nguema (de Informaci¨®n y Turismo) hablaron en p¨²blico de 600.000 habitantes, pues al parecer ese era el objetivo matem¨¢tico. 'Quieren inflar el padr¨®n para rebajar la renta per c¨¢pita y no perder las ayudas', afirma una fuente occidental.
El petr¨®leo no ha generado riqueza entre la poblaci¨®n, pero s¨ª ha incrementado la corrupci¨®n administrativa. Un ejemplo: la Mobil don¨® hace meses miles de mosquiteras para las camas hospitalarias de la ciudad. Ninguna lleg¨® a su destino, se vend¨ªan a 4.000 cefas la unidad en la sede del propio Ministerio de Sanidad, un edificio crema y descascarillado que se yergue en el centro de la capital como met¨¢fora decr¨¦pita de la realidad. Un diplom¨¢tico extranjero conserva en su casa una de esas mosquiteras con el anagrama de la petrolera como prueba irrefutable de los desmanes: 'Guinea Ecuatorial es el ¨²nico pa¨ªs que conozco en el que las medicinas son saqueadas y vendidas en el mercado. Si acudes al hospital debes de llevar de todo: s¨¢banas para la cama, bistur¨ª, aguja, hilo de sutura, Betadine, medicinas... ?ste es un pa¨ªs que no invierte en su gente; cuando alguien del r¨¦gimen tiene problemas de salud, pide un visado para Europa'.
'El Gobierno carece de agenda pol¨ªtica', prosigue el diplom¨¢tico, 'el trabajo consiste en robar todo lo posible en el ¨¢rea de negocio, y cada ministerio tiene una perfectamente delimitada. El titular sit¨²a a su familia en los puestos clave sin importar sus conocimientos y capacidad. Hace muy poco, uno de esos ministros se quejaba sorprendido ante una petici¨®n de empleo: '?Y ¨¦ste, qu¨¦ m¨¦ritos tiene, si ni siquiera es primo m¨ªo?'.
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