El final de una agon¨ªa
La condena por obstrucci¨®n a la justicia obliga a Andersen a dejar de auditar empresas cotizadas en Bolsa, lo que llevar¨¢ al cierre de la empresa
La agon¨ªa de Andersen ha entrado en su fase final, despu¨¦s de que un jurado de Houston (Tejas) declarase a la auditora convicta de un intento de obstruir a la justicia sobre las causas del hundimiento de Enron. La firma de Chicago ven¨ªa negando la evidencia de una muerte que era inevitable porque, m¨¢s que destruir los documentos de que se le acusaba, hab¨ªa destruido la confianza sin la que le era imposible vivir. Ahora ya s¨®lo le queda cerrar un negocio con casi nueve d¨¦cadas de existencia, tras anunciar que a partir del 31 de agosto dejar¨¢ de auditar compa?¨ªas cotizadas.
Sin clientes importantes, sin presencia mundial, sin oficinas en muchas ciudades de EE UU, Andersen es apenas un fantasma
De los 26.000 empleados que ten¨ªa la firma en Estados Unidos a principios de a?o, s¨®lo unos pocos millares siguen en n¨®mina
Joseph Berardino, presidente de Andersen cuando estall¨® el caso Enron, profetiz¨® el futuro cuando a primeros del pasado mes de marzo, en la fase de negociaciones con el Departamento de Justicia sobre la responsabilidad de su compa?¨ªa en la mayor quiebra de la historia, habl¨® con Michael Chertoff. Al jefe de la divisi¨®n criminal de departamento, curtido en la lucha contra la mafia, le dijo que el porvenir de Andersen pasaba por evitar un juicio: 'Si quiere acabar con nosotros, adelante, h¨¢galo. Si quiere que sigamos con vida, podemos conseguirlo. Pero no podemos soportar un procesamiento'. Justicia anunci¨® el procesamiento de Andersen el 14 de marzo. A los pocos d¨ªas, Berardino dimiti¨®. Y lo mismo empleados, que ex empleados, que expertos coinciden en que aquel d¨ªa se firm¨® la sentencia de muerte de Andersen. Desde entonces, la auditora de Chicago ha braceado como un n¨¢ufrago desangr¨¢ndose hasta recibir el golpe final del veredicto del jurado.
Ya antes del 14 de marzo hab¨ªa empezado el goteo de deserciones entre clientes que ten¨ªan prisa por distanciarse de una auditora objeto de todas las sospechas. El procesamiento fue un catalizador para la huida. Hasta hace tres meses, Andersen contaba con unos 2.300 clientes cotizados, repartidos casi mitad y mitad entre compa?¨ªas convencionales y entidades de otro tipo, como fondos de inversi¨®n y sociedades de variada especie. Otras 32.000 firmas peque?as y medianas de propiedad privada tambi¨¦n contrataban los trabajos de un Andersen al que no hab¨ªan afectado algunas manchas ca¨ªdas en una hoja de servicios que durante d¨¦cadas fue la m¨¢s ejemplar de todas.
Cita con el banquillo
La cita con el banquillo fijada para primeros de mayo provoc¨® una desbandada de clientes y socios en el extranjero que pronto alcanz¨® a los mismos socios propietarios (partners) de la firma. No menos de 800 de las 1.200 compa?¨ªas cotizadas han cambiado de auditor hasta la fecha, seg¨²n algunas estimaciones, aunque Andersen insin¨²a que la cifra es mayor.
El ejemplo fue seguido por un tercio de las compa?¨ªas privadas. La p¨¦rdida de las firmas que cotizan en Bolsa fue fatal en t¨¦rminos econ¨®micos, porque con su volumen y complejidad de negocio contribu¨ªan decisivamente a los resultados de Andersen, muy por encima de lo que pod¨ªan hacer millares de peque?os clientes.
Con m¨¢s rapidez que los clientes se produjo el ¨¦xodo de los m¨¢s de ochenta socios internacionales, con Andersen-Espa?a, una de las m¨¢s valiosas joyas europeas del emporio en la vanguardia de los que pusieron tierra de por medio sin que la central Andersen Worldwide, sita en Ginebra, ofreciera mayor resistencia.
Para el final quedaron los 1.750 partners en Estados Unidos, obligados contractualmente a seguir con la compa?¨ªa o forzados a gravosos desembolsos para adquirir la libertad. El mes pasado, Andersen suscribi¨® con el 70% de ellos acuerdos de entendimiento que les permit¨ªan dar el salto a otras firmas, a las que se llevaba a clientes satisfechos con ellos y no preparados para cambiar de jefe de auditor¨ªa. De los 26.000 empleados que en Estados Unidos empezaron el a?o en Andersen (alrededor de 85.000 en todo el mundo), s¨®lo unos cuantos millares siguen en n¨®mina al llegar el verano.
Sin clientes importantes, sin presencia internacional, sin oficinas ya en muchas ciudades de Estados Unidos, Andersen es apenas un fantasma. 'Arthur Andersen reconoce que el veredicto en el juicio de Houston supondr¨¢ el fin efectivo de la auditora', se?alaba un comunicado emitido por la central de Chicago a las pocas horas de que el jurado considerara probado el pasado d¨ªa 15 que la firma hab¨ªa intentado obstaculizar la marcha de la justicia. 'Entre el d¨ªa de la fecha y el 31 de agosto, Andersen colaborar¨¢ en la transici¨®n de sus restantes clientes hacia otras auditoras. Con fecha 31 de agosto, la firma espera dejar su pr¨¢ctica ante la Comisi¨®n', en referencia a la Securities and Exchange Commission (SEC), la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores norteamericana que debe tutelar por el buen orden en Wall Steet.
La confirmaci¨®n del veredicto y eventual condena como delincuente conlleva la p¨¦rdida del privilegio concedido por la SEC de auditar compa?¨ªas cotizadas. Andersen se adelanta a los acontecimientos ofreciendo su renuncia, que acepta la SEC, y queda reducida a una firma dedicada al peque?o negocio privado y que se dice dispuesta a recurrir el fallo de Houston con el prop¨®sito de limpiar su nombre. 'Creemos que no hemos cometido ning¨²n delito', insist¨ªa C. E. Andrews ante las puerta del tribunal de Houston.
Algunos defensores de la firma alegan que el juicio tuvo demasiadas irregularidades, que la juez Melinda Harmon llev¨® hasta sus ¨²ltimas consecuencias su predisposici¨®n contra Andersen y que al final se conden¨® a la auditora no por el delito previsto de destruir toneladas de documentos, sino por un detalle marginal, un simple cambio de palabras introducido por la abogada Nancy Temple que convert¨ªa la contabilidad enga?osa de Enron en contabilidad agresiva. Otros juristas y comentaristas mantienen que Andersen fue hallado culpable con todas las de la ley y que Temple (y por ende Andersen) no hicieron si no traicionar su responsabilidad al permitir que Enron no revelara a accionistas e inversores la verdad sobre su aut¨¦ntica situaci¨®n financiera. Frente a quienes creen que el Departamento de Justicia ha ido demasiado lejos se levantan quienes creen que fue Andersen la que se excedi¨® con mucho.
Cuentas fraudulentas
No era la primera ocasi¨®n que Andersen aprobaba cuentas que sab¨ªa fraudulentas. Como Enron y sus resultados exagerados, la tambi¨¦n tejana Waste Management, especializada en residuos s¨®lidos, hab¨ªa presentado a sus inversores 1.000 millones de d¨®lares inexistentes, en contra de la advertencia inicial del auditor, que acab¨® por plegarse a las exigencias de la compa?¨ªa. Del mismo modo, las cuentas excesivamente brillantes de Sunbeam, fabricante de electrodom¨¦sticos, hab¨ªan recibido el visto bueno de Andersen. La complacencia con Waste Management acab¨® por colocar a Andersen en libertad vigilada ante la SEC.
Andersen audit¨® tambi¨¦n los balances de firmas como Dynegy, rival que fuera de Enron, las telef¨®nicas Qwest y WorldCom y la teleco Global Crossing, todas ellos con presidentes que dimitieron recientemente entre alegaciones de pr¨¢cticas contables que han atra¨ªdo la atenci¨®n de los investigadores de la SEC. El Departamento de Justicia se?ala que la investigaci¨®n sobre Andersen no ha concluido y la SEC tambi¨¦n tiene pendientes actuaciones sobre la auditora. Andersen es reincidente. Lynn Turner, que fuera jefe de auditor¨ªas de la SEC, considera que Andersen es reincidente. 'Ha violado la ley una y otra vez', dec¨ªa esta semana. '?Cu¨¢ntas veces se le va a permitir hacerlo?'.
Bajo la espada de las reclamaciones
Sobre los restos de Andersen pesa la amenaza de las demandas de indemnizaci¨®n que puedan presentar inversores que han perdido m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares con la ca¨ªda de la cotizaci¨®n de Enron, Waste Management y Sunbeam, a la espera de lo que ocurra con las otras firmas bajo investigaci¨®n. Es una amenaza real, pero con pocos visos de ser efectiva para los agraviados. Andersen es una sociedad privada con responsabilidad limitada de sus socios cuya verdadera situaci¨®n econ¨®mica es una inc¨®gnita. Algunos expertos apuntan que una suspensi¨®n de pagos podr¨ªa proteger a Andersen de sus eventuales acreedores con sus descomunales reclamaciones, pero los portavoces de la auditora niegan que se est¨¦ considerando tal recurso. Otros estiman que Andersen est¨¢ realizando un desmantelamiento ordenado y que cuanto m¨¢s tarde en declarar la hipot¨¦tica suspensi¨®n de pagos, m¨¢s tiempo tendr¨¢ para negociar la venta de activos. La amenaza de represalias econ¨®micas sobre la firma tambi¨¦n se cierne sobre los socios. Las auditoras que han absorbido fragmentos de Andersen han tenido buen cuidado en se?alar que no admiten responsabilidades subsidiarias sobre las actuaciones previas. Hace m¨¢s de una d¨¦cada, la quiebra de Laventhol & Horwarth, la mayor de una auditora importante, dej¨® a sus socios propietarios ante responsabilidades financieras que tardaron a?os en liquidar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.