Jeringuillas y apoyo emocional
Una asociaci¨®n de C¨®rdoba trabaja para prevenir el sida y ayudar a enfermos y drogadictos
La furgoneta sube por la calle Torremolinos y aparca en un descampado sucio. A la derecha, a apenas 100 metros, hay tres siluetas sentadas en el bordillo, pinch¨¢ndose a pleno sol. Justo enfrente, dos hombres tendidos en sacos de dormir, rodeados de garrafas de agua, de av¨ªos de cocina y de polvo amarillento, se preparan para hacer lo mismo.
Es mediod¨ªa. La unidad m¨®vil del Programa de Recuperaci¨®n de Drogodependientes y Enfermos de Sida (Redes) ha llegado a El Cerro, un barrio marginal al sur de C¨®rdoba. Siguen ladrando los perros, sigue cantando El Barrio en la radio. En breve empieza a llegar gente a la furgoneta. Viene, por ejemplo, J., arrastrando las zapatillas de pa?o por la acera. Trae 13 jeringuillas, m¨¢s o menos ensangrentadas, repartidas por los bolsillos de los vaqueros. Las deposita con cuidado en un contenedor de pl¨¢stico. Luego dice: 'Quiero que me apunten para la metadona'.
J. es s¨®lo uno de los beneficiarios del programa Redes. Inma Ramos, presidenta de Convihda, la Asociaci¨®n Ciudadana para la Solidaridad y la Prevenci¨®n del Sida de C¨®rdoba, y Lourdes Santos, trabajadora social, atienden cada d¨ªa a una media de 12 personas, en cuatro zonas estrat¨¦gicas. Los usuarios reciben informaci¨®n, educaci¨®n para la salud, material preventivo (jeringuillas nuevas a cambio de las usadas, preservativos...). Adem¨¢s, se les deriva a programas de desintoxicaci¨®n, a casas de acogida o a centros especializados, seg¨²n sus necesidades. Todo acompa?ado de zumo, conversaci¨®n y apoyo emocional.
'Comenzamos en 1995, con un programa de intercambio de jeringuillas en centros de salud', se?ala Inmaculada. 'Nos dimos cuenta de que, mientras algunas ¨¢reas de la ciudad estaban bien cubiertas, en otras no hab¨ªa nada. Y hab¨ªa usuarios, los m¨¢s desestructurados, que no se acercaban a los centros de salud. Por ejemplo, los trabajadores del sexo, que temen que no se respete la confidencialidad', indica Lourdes. La unidad m¨®vil, una antigua ambulancia de la Cruz Roja, significa un paso m¨¢s all¨¢: sirve de conexi¨®n directa entre barrios y servicios sociales y sanitarios, salt¨¢ndose obst¨¢culos.
El perfil de las personas que acuden a la furgoneta de Convihda se puede resumir as¨ª; hombres o mujeres de mediana edad, toxic¨®manos o parejas de toxic¨®manos, con bajo nivel de estudios y familias desestructuradas. 'Para ellos la salud no es una prioridad; lo primero es la toma de su dosis', explica Inmaculada. Suelen venir con mucha prisa, cuando lo ideal es que pasen un rato all¨ª, charlando y obteniendo informaci¨®n ¨²til para su salud; sobre drogas, sobre sexo seguro, sobre el sida, todo en palabras llanas y sencillas.
'C¨®rdoba es la provincia andaluza que tiene la incidencia m¨¢s alta de uso de drogas por v¨ªa parenteral (es decir, pinch¨¢ndose), el 7,4%. Pero el contagio de sida por esta v¨ªa es el m¨¢s bajo de la comunidad. Eso significa que el intercambio de jeringuillas funciona', asegura Inma con orgullo. Ahora, planean ampliar el ¨¢mbito de la unidad m¨®vil a toda la provincia: otra forma de ayuda en carretera.
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