Muchas orejas y poca emoci¨®n

Otra vez el toreo moderno: toros bobones, de f¨¢cil manejabilidad, pero sin un atisbo de emoci¨®n en los grader¨ªos. Las orejas se conceden como un notario que lee los planes de un difunto. Y as¨ª, Manuel Caballero s¨®lo rubric¨® varias tandas de templados muletazos a su segundo de la tarde. A su primero, un inv¨¢lido vocacional, lo tore¨® muy despegado, danzando un pase aqu¨ª y otro all¨¢. Sin duda se salv¨® gracias al temple que lleva en sus dos manos. Mas todo ello sin la emoci¨®n que requiere una corrida de toros.

Eugenio de Mora estuvo toda la tarde acelerado. Es como si fuera pilotando un Ferrari de segunda mano. S¨®lo cabe atribuirle una tanda de derechazos largos y templados, que fueron exclusivamente uno, dos y tres.

El franc¨¦s Juan Bautista instrument¨® algunos muletazos muy limpios en su primer toro. Sin embargo, tuvo el inconveniente de atracarse de pases y pases hasta el aburrimiento. En su segundo ejemplar tore¨® con la mano muy alta, movido, sin mandar, acelerado, aunque ejecut¨® la mejor estocada de la tarde.