Grabados II
Con el t¨ªtulo Del Amor y la Muerte, la Biblioteca Nacional ha cedido al Museo de Bellas Artes de Bilbao 12 dibujos y 89 estampas grabadas -lo que viene a ser una exigua parte del vasto material que poseen sus fondos- conformando en conjunto una excelente exposici¨®n.
Paralelamente a esa excelencia cabe subrayar otros aspectos de ¨ªndole emocional. Por ejemplo, si en la exposici¨®n se muestran obras bajo los nombres de Parmigianino, Miguel ?ngel, Tiziano, Caravaggio,Veron¨¦s, Annibale Carracci, Rubens, entre otros c¨¦lebres artistas, lo hacen como autores de los temas, no as¨ª como ejecutantes de los grabados. Es decir, otros artistas fueron los copiadores de determinadas obras de aquellos celeb¨¦rrimos creadores, llev¨¢ndolos a la estampa en la especialidades del aguafuerte y buril, as¨ª como en la de litograf¨ªa. En ocasiones esos grabados los realizaron los copiadores o traductores cien o trescientos a?os m¨¢s tarde. Claro que eso no quita que en el orden t¨¦cnico la mayor¨ªa de las estampas acrediten un valor de primer orden.
Mas el aut¨¦ntico inter¨¦s emocional se cifra en los autores que grabaron ellos mismos sus propias obras. Y as¨ª tenemos a Durero con el buril en su mano trazando en aguafuerte y xilograf¨ªas que se alzan como aut¨¦nticas obras maestras. Incluso se percibe su progresiva maestr¨ªa, si se compara las obras hechas a buril en 1498 y 1503, con la realizada un a?o m¨¢s tarde, Ad¨¢n y Eva, y, sobre todo, con la fechada en 1513, que lleva por t¨ªtulo El caballero, la muerte y el diablo, donde certifica un modelo de inventiva y t¨¦cnica prodigiosas, en especial en lo t¨¦cnico.
No menos emocionante es poder observar la grandeza de Rembrandt, al tiempo que vislumbramos c¨®mo su camino pasa de un esplendoroso estilo barroco, con predominio de los claroscuros, a un tenebrismo supino, tal lo acredita con las piezas firmadas en 1654.
En esos dos tenebrosos grabados se encuentran no pocos de los fundamentos que rigen los destinos de Goya de los Desastres de la Guerra y Los Caprichos, presente en la exposici¨®n con varios grabados de ese corte y un par de dibujos a tinta china a pincel con trazos de l¨¢piz negro, ejecutados con suma concisi¨®n y brevedad.
Destaca con voz propia una estampa de Lucas van Leyden (1525), donde se potencia un formidable contraste de los primeros planos y los fondos, adem¨¢s de juego de luces y sombras. Otra obra suya de 1530 no llega a brillar tan alto como en la anterior.
Hay que situar aparte a Andrea Mantegna, uno de los escasos pintores italianos del Renacimiento que grabo sus propias composiciones. La estampa Entierro de Jesucristo, de la que se fija como fecha de ejecuci¨®n despu¨¦s de 1470, contiene un signo expresionista, por as¨ª decirlo, a trav¨¦s de las dolorosas bocas abiertas, gestualistas, de la mayor¨ªa de los personajes del drama evang¨¦lico. Las tres cruces verticales de la lejan¨ªa y el primer plano de San Juan, a¨²n m¨¢s vertical, contrastan con los ritmos aceleradamente diagonales que van de derecha a izquierda de la estampa. Quien intervino en la peque?a restauraci¨®n del ¨¢ngulo izquierdo de la pieza no puso demasiado mimo en ello, y es una pena.
Otras y numerosas estampas de semejante cr¨¦dito llevan los nombres de Ti¨¦polo, Beham, Castiglioni, Sergel, Greuter, Natale Bonifacio, Wierix y la estampa titulada Mujer sorprendida por un esqueleto, obra de an¨®nimo italiano del siglo XVI. En el cap¨ªtulo de dibujos, adem¨¢s de los de Goya, figuran otros de acucioso valor, como por ejemplo los de Pietri, Francisco Herrera -El Mozo-, Legrand, Murillo, Metz, el an¨®nimo espa?ol del siglo XVI y Fortuny, con una acuarela Marroqu¨ª ahogado en la playa trazada con escuetez y soltura impresionistas.
Es grato el ambiente del montaje y plausible el car¨¢cter did¨¢ctico explicativo de los t¨ªtulos.
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