?Todas las personas?
'Quienes agreden e insultan no tienen legitimidad para reivindicar democracia y libertad', declar¨® Antton Karrera, coordinador de IU de Gipuzkoa, tras la agresi¨®n sufrida por Ana Urchuegu¨ªa, alcaldesa socialista de Lasarte, en la final del Interpueblos de pelota vasca. D¨ªas antes, sin embargo, Antton Karrera no tuvo inconveniente en participar en una manifestaci¨®n en Bilbao que pretend¨ªa legitimar para la democracia y la libertad, precisamente, a quienes agreden e insultan: Todos los proyectos, todas las ideas, todas las personas. Magn¨ªfico eslogan, digno de Benetton, que obvia una realidad sangrante. Pues sucede que hay proyectos que impiden que puedan estar todas las personas, lo que convierte a ese eslogan en un impracticable sofisma, una de esas trampas que recubren la miseria humana bajo un bello principio, la orquestina que acalla el estruendo de una ejecuci¨®n. Si hay proyectos que no tienen reparos en justificar, alentar y propiciar el crimen, una de dos: o ellos, o todas las personas; pero es evidente que no podemos defender ambas cosas.
Luego, cuando el proyecto legitimado exhibe sus efectos letales, llega ese lamento lun¨¢tico de 'quienes agreden o insultan no tienen legitimidad'. ?Qui¨¦nes son, se?or Karrera? ?O cree usted que esos se?ores no tienen nada que ver con ning¨²n proyecto y que no son sino fruto espont¨¢neo de las condiciones atmosf¨¦ricas? ?Por qu¨¦, si as¨ª fuera, los vincula usted con ninguna reivindicaci¨®n democr¨¢tica? Entre el eslogan de su manifestaci¨®n bilbaina y sus declaraciones ¨²ltimas, brilla, se?or Karrera, el agujero de su ceguera. Usted s¨®lo ve ideas; simples, pero ideas. A quienes es incapaz de ver es a las personas, convertidas en un prejuicio cuando su sufrimiento resulta demasiado palpable. Es lo que ocurre cuando el humanitarismo se convierte en un barniz inconsecuente. Es lo que est¨¢ ocurriendo en este pa¨ªs: el dolor provoca un sobresalto que tiene m¨¢s que ver con un reflejo adquirido que con una verdadera conmoci¨®n de las conciencias. Un ritual que aten¨²a el esc¨¢ndalo, pero que borra a la v¨ªctima de una realidad para la que no estaba emplazada: no parece formar parte de 'todas las personas'.
A este respecto, ha habido declaraciones a¨²n m¨¢s escandalosas con motivo de la agresi¨®n contra Ana Urchuegu¨ªa. Por ejemplo, las de la Federaci¨®n Guipuzcoana de Pelota y las de la Direcci¨®n de Deportes de la Diputaci¨®n de Gipuzkoa, quienes -cito por la prensa- 'lamentan el uso que hizo un sector del p¨²blico de la final del torneo con el fin de empa?ar el acto de la final'. Lo que a ambos organismos parece preocuparles es el deterioro del festejo m¨¢s que la agresi¨®n padecida por la alcaldesa, una muestra de insensibilidad que no oculta adem¨¢s el empe?o por eludir responsabilidades. En tanto que organizadores del acto, y dado que 'el fin' de la agresi¨®n era ¨¦ste, ambos organismos se convierten en v¨ªctimas, desplazando a la persona realmente agredida y camuflando el grado de responsabilidad que pudieran tener en que los acontecimientos se desarrollaran como lo hicieron: por imprevisi¨®n, dejaci¨®n y pasividad. Las explicaciones de condena todav¨ªa agravan esta actitud al banalizar un acto grav¨ªsimo, trivializaci¨®n que allana la conciencia de los agresores y facilita la reiteraci¨®n de actos similares. No me cabe duda de que si nuestras instituciones est¨¢n realmente implicadas en la defensa de la integridad y la dignidad de los ciudadanos, debieran exigir responsabilidades y actuar en consecuencia.
Porque el fin de lo ocurrido en el front¨®n Atano III no era otro que agredir, intimidar y estigmatizar a una persona que desempe?a un cargo p¨²blico y est¨¢ vinculada a una determinada ideolog¨ªa. La agresi¨®n fue personal, pues quien la sufri¨® fue la valerosa Ana Urchuegu¨ªa, y nadie m¨¢s que ella. Pero ser¨ªamos ciegos si ignor¨¢ramos el motivo de la agresi¨®n y a qui¨¦nes alcanza tambi¨¦n su amenaza. La campa?a de intimidaci¨®n a los cargos p¨²blicos no nacionalistas no ha cesado y se va a intensificar cara a las pr¨®ximas elecciones municipales. Cualquier tibieza frente a los agresores por parte de las instituciones y de los partidos supondr¨ªa un cuestionamiento de su integridad democr¨¢tica y un fraude contra nuestro sistema pol¨ªtico. Sean bien recibidas las medidas de Arkaute, pero ¨¦stas no deben eximirnos de la vigilancia diaria y del arrojo, que quiz¨¢ no sean exigibles a las personas particulares, pero que s¨ª han de serlo para los responsables p¨²blicos, cuya tarea no es la de fabular con un universo Benetton, sino la de garantizar la libertad y la participaci¨®n de todas las personas. Aunque para ello hayan de quitar la pancarta a mitad del partido.
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