Reflexiones sobre la posdemocracia
Pocas personas podr¨ªan ofrecer la ejecutor¨ªa intelectual y pol¨ªtica de Ralf Dahrendorf para actuar como interlocutor en una conversaci¨®n sobre las transformaciones y el futuro de la democracia representativa, amenazada por los procesos de globalizaci¨®n y por la crisis de los Estados-naci¨®n. Autor de notables estudios de teor¨ªa sociol¨®gica y de resonantes ensayos pol¨ªticos, parlamentario y ministro en la Rep¨²blica Federal Alemana, comisario de asuntos exteriores en Bruselas, miembro de la C¨¢mara de los Lores y director de la London School of Economics, la doble pertenencia de Ralf Dahrendorf (Hamburgo, 1922) a las sociedades germ¨¢nica y brit¨¢nica y su tambi¨¦n sucesiva militancia socialdem¨®crata y liberal han multiplicado sus experiencias y enriquecido sus enfoques. El lector de esta larga entrevista con Antonio Polito tendr¨¢ probablemente la reconfortante sensaci¨®n de haber sido invitado a escuchar en silencio las reflexiones -formuladas desde la ¨²ltima vuelta del camino- de una figura europea de nuestro tiempo que ha logrado combinar el rigor de la investigaci¨®n cient¨ªfica con la pasi¨®n del compromiso pol¨ªtico.
DESPU?S DE LA DEMOCRACIA
Ralf Dahrendorf Traducci¨®n de Guido M. Cappelli y Laura Calvo Cr¨ªtica. Barcelona, 2002 138 p¨¢ginas. 14,50 euros
Su confesada a?oranza de las instituciones representativas -'sigo siendo un dem¨®crata en el sentido cl¨¢sico a todos los efectos'- le lleva a expresar 'una pizca de tristeza y nostalgia por un mundo que ya no existe': la imbricaci¨®n de la democracia representativa y del Estado de derecho como doble fundamento del orden liberal est¨¢ amenazada por la emigraci¨®n de las decisiones desde los antiguos marcos de los Estados-naci¨®n hasta las organizaciones internacionales. El penetrante an¨¢lisis realizado por Dahrendorf de esa irreversible mutaci¨®n sit¨²a en una adecuada perspectiva los problemas que aquejan de forma generalizada a los sistemas pol¨ªticos de la Uni¨®n Europea.
Los partidos, tradicional ins-
trumento para la participaci¨®n popular, han perdido sus antiguas funciones y sobreviven como meros aparatos burocr¨¢ticos al servicio de la escalada hacia el poder de sus l¨ªderes; la financiaci¨®n ilegal de unas campa?as electorales cada vez m¨¢s costosas se halla demasiadas veces en el origen de la corrupci¨®n. La selecci¨®n de los l¨ªderes en funci¨®n de la imagen, la 'pol¨ªtica de hipotecas' de unos gobiernos obsesionados con los sondeos y los medios de comunicaci¨®n, el estilo populista de los nuevos dirigentes (sean Berlusconi o Blair) y el absentismo de los votantes propician el peligroso 'autoritarismo progresivo' denunciado por Dahrendorf y la fantasmal 'democracia sin dem¨®cratas' descrita por Giuliano Amato. Dentro de ese panorama ofrece una especial gravedad el ascenso de los movimientos nacionalistas reivindicadores de un Estado propio, una oportunidad brindada a 'demagogos y l¨ªderes sin escr¨²pulos' para asfixiar las libertades; el 'falso dios' del derecho de autodeterminaci¨®n pocas veces -por no decir nunca- ha proporcionado m¨¢s democracia a sus pueblos y sirve hoy de coartada a los cr¨ªmenes de la limpieza ¨¦tnica.
La democracia cl¨¢sica contestaba a tres interrogantes: ?c¨®mo conseguir cambios sin violencia?, ?c¨®mo controlar a los gobernantes e impedir sus abusos?, ?c¨®mo lograr que los ciudadanos hagan o¨ªr su voz en el debate p¨²blico? Tras constatar que la escala internacional en la toma de decisi¨®n priva de eficacia a los viejos mecanismos de participaci¨®n, Dahrendorf se pregunta si la 'posdemocracia'-la expresi¨®n es de Colin Crouch- continuar¨¢ dando respuesta a esos tres requerimientos en la ¨®rbita de los principios y los valores del orden liberal.
Las dos primeras cuestiones podr¨¢n ser afrontadas sin mayor dificultad por las normas o las convenciones del Estado de derecho: la limitaci¨®n temporal de los mandatos en los organismos internacionales (tanto pol¨ªticos como econ¨®micos) deber¨ªa impedir la perpetuaci¨®n en el poder y garantizar el cambio pac¨ªfico de sus titulares; el control judicial, los tribunales de cuentas y el Parlamento europeo pueden desempe?ar un papel equivalente a los frenos y contrapesos cl¨¢sicos. No ser¨¢ f¨¢cil, sin embargo, que las voces de la gente lleguen a los remotos centros de las organizaciones internacionales donde se toman las decisiones cruciales. Tras expresar su nostalgia por la irreversible desaparici¨®n de la vieja centralidad de los parlamentos, Dahrendorf cruza los dedos para que la posdemocracia logre inventar cauces adecuados que posibiliten un debate p¨²blico razonado y abierto a todos los ciudadanos.
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