El imperio injusto
Gore Vidal es un viejo cascarrabias y un tremendo narcisista, pero tambi¨¦n un tipo sincero y valiente. Vuelve a demostrarlo en los ensayos reunidos en El ¨²ltimo imperio y, en particular, en El Martes Negro, el que escribi¨® tras el 11-S y que la revista Vanity Fair no se atrevi¨® a publicar. Vidal, el septuagenario autor de Washington D.C. y Juliano, es ahora uno de los pocos intelectuales norteamericanos que, rompiendo los tab¨²es del 'consenso antiterrorista' y 'lo pol¨ªticamente correcto', se hacen la pregunta que todos sus compatriotas, empezando por el titular de la Casa Blanca, deber¨ªan hacerse: '?Por qu¨¦ nos odian tanto?'.
?l mismo brinda en estos art¨ªculos las respuestas de sentido com¨²n. 'Somos el Estado m¨¢s canalla de todos', dice en uno anterior al 11-S. 'No hacemos caso de tratados. Desde?amos los tribunales internacionales. Atacamos por decisi¨®n unilateral all¨ª donde nos place. Damos ¨®rdenes a las Naciones Unidas pero no cumplimos con nuestros deberes. Nos quejamos de que haya terrorismo, pero nuestro imperio es el mayor terrorista de todos. Bombardeamos, invadimos y subvertimos otros Estados'. El 11-S no le hace cambiar de opini¨®n. Al contrario, los atentados contra las Torres Gemelas y el Pent¨¢gono, afirma en El Martes Negro, ha exacerbado hasta el paroxismo esta condici¨®n canalla. En el interior 'hay ominosos indicios de que nuestras fr¨¢giles libertades corren dram¨¢tico peligro'; en el exterior todo indica que Estados Unidos se ha convertido en 'poco m¨¢s que un rastrero Estado imperial'.
EL ?LTIMO IMPERIO. ENSAYOS 1922-2001
Gore Vidal S¨ªntesis. Madrid, 2002 335 p¨¢ginas. 20,31 euros
Es estremecedor el que Washington, con su arrogancia y su belicismo, haya malgastado en pocos meses el inmenso caudal de simpat¨ªa y solidaridad internacionales que cosech¨® el 11-S. Ahora ya no son s¨®lo millones de musulmanes los que consideran indignantes muchas de sus decisiones; tambi¨¦n en Europa, Asia y Am¨¦rica Latina crece el sentimiento de que cosas como el ataque que prepara contra Irak o su cruel indiferencia a los sufrimientos de los palestinos no son de recibo. Incluso entre los que aceptan su liderazgo se instala la idea de que este imperio, te¨®ricamente basado en la democracia y los derechos humanos, es tan ego¨ªsta e injusto como sus predecesores.
Vidal llama a las cosas por su nombre, y as¨ª Estados Unidos es 'el ¨²ltimo imperio' y no ese eufemismo de 'la ¨²nica superpotencia existente'. En su novela Imperio, ambientada en el Washington de finales del siglo XIX, Vidal ya cont¨® c¨®mo la guerra contra Espa?a de 1898 marc¨® el nacimiento de una voluntad expansionista contraria a los principios de los Padres Fundadores. Y en estos ensayos precisa que el salto definitivo se dio en 1947, bajo la presidencia de Truman, cuando 'la vieja Rep¨²blica' fue sustituida por 'un Estado para la Seguridad Nacional cuyo ¨²nico prop¨®sito es el de luchar guerras perpetuas, calientes, fr¨ªas y tibias'.
Desde entonces el 'com-
plejo militar-industrial' -una f¨®rmula que no es de ning¨²n izquierdista, sino de Eisenhower- declara una guerra tras otra para justificar un proceso de eterno rearme. Desde Corea hasta Afganist¨¢n, pasando por Cuba, Vietnam, Camboya, L¨ªbano, Nicaragua, El Salvador, Granada, Somalia, Hait¨ª..., Estados Unidos siempre est¨¢ combatiendo. Contra el comunismo, el terrorismo, la droga, y, si es menester, contra los marcianos. Tanto da que el presidente sea un paleto como Bush o un tipo inteligente como Clinton, que, como recuerda Vidal, bombarde¨® 'una f¨¢brica de aspirinas en Sud¨¢n'.
No es de extra?ar tanto odio en el extranjero, afirma Vidal. 'Rara vez', escribe, 'analizamos las causas de que haya ocurrido cualquier cosa, a menos que sea para acusar a otros de una maldad exenta de toda motivaci¨®n'. Ahora 'se ha demonizado a mil millones de musulmanes como fan¨¢ticos dementes dedicados a destruir todo lo bueno que hay sobre la faz de la tierra, que somos nosotros mismos'. Creyente y cr¨¦dulo, el pueblo norteamericano se lo traga todo. Si el inquilino de la Casa Blanca aparece en televisi¨®n con cara de extrema gravedad y rodeado de banderas de las barras y estrellas, y dice que el pa¨ªs peligra por culpa de Canad¨¢ o Albania, la mayor¨ªa de sus compatriotas le creer¨¢ a pies juntillas. De hecho, varias pel¨ªculas norteamericanas recientes, como Wag the dog, Canadian Bacon y South Park, ironizan sobre situaciones imaginarias de este tipo.
'El imperio global norteamericano se asienta sobre una serie de pasmosas mentiras presidenciales', afirma Vidal. 'Por lo visto, la camarilla de Hitler andaba en lo cierto en lo tocante a la credulidad humana: cuanto mayor sea la mentira, m¨¢s probable es que se la traguen'. Lo triste es que tantos europeos hagan como que se las creen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.