Versos al suelo raso
En el pr¨®logo de Peaje para el alba (2000), ?ngela Vallvey acotaba la po¨¦tica de Jes¨²s Mun¨¢rriz (San Sebasti¨¢n, 1940): libertad como retorno a lo natural no codificado, preocupaci¨®n civil, b¨²squeda de la 'felicidad relativa' y, muy importante, sencillez en la expresi¨®n. Nada demasiado lejos de lo que, 50 a?os atr¨¢s, ped¨ªa Jos¨¦ Hierro en la Antolog¨ªa consultada: el poeta hab¨ªa de cantar, dec¨ªa ¨¦ste, 'lo que los dem¨¢s hombres cantar¨ªan si tuviesen un poeta dentro'. Pero frente a los extremos del viejo socialrealismo, Mun¨¢rriz no relega los sentimientos ¨ªntimos ni cree c¨¢ndidamente en la capacidad inmediata de la poes¨ªa para cambiar el mundo. Por lo dem¨¢s, su equilibrio y las irisaciones del humor lo vacunan contra cualquier asomo de ¨¦nfasis declamatorio y de seriedad catequ¨ªstica. Toda su obra est¨¢ ensartada por unos mismos principios creativos, tanto cuando concordaba s¨®lo con ciertos autores del medio siglo -J. A. Goytisolo, ?ngel Gonz¨¢lez, Sahag¨²n- como cuando, llegados los ochenta, comenzaron a evidenciarse las afinidades con los m¨¢s j¨®venes.
ARTES Y OFICIOS
Jes¨²s Mun¨¢rriz Hiperi¨®n. Madrid, 2002 96 p¨¢ginas. 7 euros
En Artes y oficios apunta desde el mismo t¨ªtulo el rechazo de la pretenciosidad y de la consideraci¨®n num¨¦nica de la poes¨ªa. As¨ª lo dejan ver ciertos ecos literarios, por ejemplo en el poema de apertura, donde resuena el consejo del maese Pedro cervantino ('no te encumbres, muchacho, no te encumbres'), o en La rana, donde, a los mismos efectos, se hace lo propio con Montaigne, ahora citado expresamente. Su sencillez es el destilado ret¨®rico de un proceso iniciado en 1975 con Viajes y estancias, su primera obra, en un momento en que remit¨ªan ya las fiebres vanguardistas y los lujos nov¨ªsimos. El libro se cierra con Reciclaje, cuya construcci¨®n anaf¨®rica refiere la heterogeneidad de los formantes del poema, que recoge los materiales, no precisamente de desecho, de la tradici¨®n literaria: 'Con aquella avecilla que cantaba al albor, / con la muerte de un padre, tan valiente, / con polvo, s¨ª, mas polvo enamorado, / con los airados ojos de la amada, / con unos labios, de chupar cansados'... En medio, el universo donde pululan nombres y seres identificados con oficios y menesteres variopintos: misioneras, abogados, cazadores, mendigos, futur¨®logos o truchimanes, desprovistos todos de coturno en su condici¨®n de sujetos de los poemas.
He aqu¨ª un libro moral, aunque desprovisto de moraleja; medido en el lenguaje y sobriamente acompasado en la m¨²sica. Un libro, en fin, cuyo autor ha desatendido el frufr¨² de las alas arcang¨¦licas para quedarse apostado al suelo raso. Cancelado por voluntad propia el vuelo imaginativo, la poes¨ªa, sin embargo, est¨¢ garantizada por la sustancia verbal de los versos, seg¨²n la f¨®rmula fijada en Camino de la voz (1988): 'Pocas palabras. Todas encendidas'.
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