La polic¨ªa: parte de la soluci¨®n, pero no la soluci¨®n
El debate sobre la seguridad p¨²blica es complejo; no existen recetas simplistas. Por ello requiere un an¨¢lisis sosegado, alejado de la demagogia. Y en Catalu?a, en estos momentos, la falta de efectivos de la polic¨ªa del Estado en muchas ciudades y comarcas contamina los argumentos y dificulta abordar el problema desde perspectivas que vayan m¨¢s all¨¢ de las soluciones represivas que la derecha acostumbra a propugnar.
Catalu?a ha sufrido en los ¨²ltimos tiempos una situaci¨®n inadmisible que nos hubi¨¦ramos podido ahorrar: el Ministerio del Interior ha tolerado que numerosas comisar¨ªas de polic¨ªa y casas cuartel de la Guardia Civil hayan padecido una reducci¨®n de efectivos que las ha situado, en muchos casos, en menos de la mitad del personal te¨®ricamente atribuido. Barcelona y su ¨¢rea metropolitana, con especial incidencia en el Baix Llobregat y el Vall¨¨s Occidental, y la zona de Tarragona-Reus, pero tambi¨¦n comarcas rurales como la Terra Alta, han visto descender de forma imparable su n¨²mero de polic¨ªas y guardias civiles. La raz¨®n es f¨¢cil de descubrir: el proceso de despliegue territorial progresivo de los Mossos d'Esquadra, destinados a sustituir a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado provoca incertidumbre entre los profesionales destinados a ser sustituidos; unos se van antes, otros no solicitan las plazas vacantes. La responsabilidad no es de esos polic¨ªas ni del proceso de implantaci¨®n de la polic¨ªa auton¨®mica. Ha sido la falta de previsi¨®n del ministerio, su retraso en reaccionar y su resistencia a dotar de los l¨®gicos incentivos econ¨®micos compensatorios al personal destinado temporalmente en Catalu?a, lo que ha provocado un deterioro del servicio de seguridad p¨²blica. Tampoco el Gobierno de la Generalitat ha actuado correctamente: ha mirado para otro lado aduciendo falta de competencias en una curiosa renuncia a ejercer el autogobierno. Al final, la indignaci¨®n ciudadana, la denuncia de los medios de comunicaci¨®n y la exigencia de los alcaldes han acelerado la b¨²squeda de una soluci¨®n. La entrevista del consejero de Interior con los alcaldes de Barcelona y L'Hospitalet, socialistas, y el alcalde de El Prat, de ICV, y el reciente acuerdo de la Junta de Seguridad de Catalu?a, con la presencia no habitual del ministro Rajoy, han dise?ado las bases de un plan de actuaci¨®n f¨¢cil de imaginar y previsible: el adelanto del proceso de despliegue de los Mossos d'Esquadra y la redistribuci¨®n de polic¨ªas del Estado dentro del territorio catal¨¢n dot¨¢ndolos de compensaciones econ¨®micas. La puesta en pr¨¢ctica del acuerdo no ser¨¢ f¨¢cil: quedan inc¨®gnitas por resolver y Gobierno central y Generalitat deber¨ªan asumir la necesidad ineludible de contar con los ayuntamientos y las polic¨ªas locales.
La izquierda debe disponer de un discurso propio sobre la seguridad y los cuerpos policiales
Pero si el proceso avanza satisfactoriamente, quiz¨¢ recuperaremos el sosiego necesario para recordar algunos principios que la falta de efectivos imped¨ªa plantear. La izquierda debe disponer de un discurso propio sobre la seguridad y la polic¨ªa. Es absurdo pensar que no ha de ocuparse de problemas que preocupan a la ciudadan¨ªa Pero tampoco me parece l¨®gico que las fuerzas progresistas acaben adoptando el lenguaje y las soluciones de la derecha para contentar a esos ciudadanos que se sienten inseguros. La reflexi¨®n sobre lo ocurrido en
Francia nos debe mover a plantear con valent¨ªa la cuesti¨®n, a no aceptar como indiscutibles planteamientos conservadores o reaccionarios.
La izquierda debe reivindicar una polic¨ªa m¨¢s moderna, eficaz y democr¨¢tica, dependiente de autoridades cercanas a la ciudadan¨ªa, como los alcaldes, y con una formaci¨®n adecuada para afrontar los nuevos retos que una sociedad cada vez m¨¢s compleja plantea. Pero al mismo tiempo, ha de ser radical al plantear que las ra¨ªces de determinados tipos de delincuencia se encuentran en la pobreza y la marginaci¨®n, que algunos tipos de delitos (financieros o medioambientales, por ejemplo) producen a veces menor alarma social que cuestiones de escasa gravedad, que es inmoral asimilar delincuencia a inmigraci¨®n, que limitarse a exigir la generalizaci¨®n de situaciones de prisi¨®n preventiva choca con la opini¨®n de destacados especialistas en Derecho Penal o que agresiones como la violencia dom¨¦stica permanecen a veces ocultas en una nebulosa de comprensi¨®n del entorno.
Adem¨¢s, es necesario explicar que buena parte de la sensaci¨®n de inseguridad que se observa en las ciudades responde a problemas de convivencia, de intolerancia, de falta de identificaci¨®n con la comunidad, que pueden ser tratados con mejores resultados por equipos especializados en mediaci¨®n que por polic¨ªas.
La izquierda debe demostrar que es capaz de abordar el problema de la inseguridad. Pero al mismo tiempo ha de defender valores, propuestas y pol¨ªticas alternativas a las de la derecha. No vaya a ser que, puestos a votar soluciones conservadoras, la ciudadan¨ªa piense que los que ostentan sus derechos de autor las aplicar¨¢n con mayor eficacia.
Jaume Bosch es vicepresidente de ICV
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