El eterno desaf¨ªo
Espa?a se enfrenta de nuevo a su asignatura pendiente con una sensaci¨®n optimista
Terminado el Mundial, comienza para Espa?a el eterno desaf¨ªo: llegar al pr¨®ximo y alcanzar lo que no ha conseguido en los ¨²ltimos 50 a?os. Las semifinales no parecen un objetivo imposible para un pa¨ªs que re¨²ne a varios de los clubes m¨¢s importantes de Europa. A este nivel, se sabe lo que hay que hacer para tener ¨¦xito. En la selecci¨®n no ha ocurrido lo mismo. Cuesta creerlo cuando otros 16 equipos europeos han llegado a esa cota desde Suiza 54. Algo ocurre, por lo tanto.
Hace dos a?os, tras la eliminaci¨®n en la Eurocopa, este peri¨®dico sonde¨® a gente de prestigio en el f¨²tbol, como Jorge Valdano, Johann Cruyff y el propio seleccionador, Jos¨¦ Antonio Camacho, con la intenci¨®n de aclarar algo del misterio. Las tesis fueron variadas.
Este torneo ha tenido un valioso efecto sobre la parte m¨¢s joven del equipo. El n¨²cleo existe
Cruyff consider¨® que la selecci¨®n refleja el tipo de pa¨ªs que es Espa?a, 'un pa¨ªs de pa¨ªses', en opini¨®n del holand¨¦s. Esto no invita a la cohesi¨®n en el equipo nacional, al menos de forma inconsciente, seg¨²n su criterio.
Camacho se quej¨® de un calendario abrumador. Se puede refutar su punto de vista diciendo que otras grandes selecciones pagan el precio de la fatiga. Y es verdad, lo pagan. Se ha visto a una Italia cansada, lo mismo que a Argentina, en la que diez de los once titulares juegan en las principales Ligas europeas. O Francia, tambi¨¦n desgastada. Pero Camacho va un poco m¨¢s lejos. Considera que el ¨¦xito de los clubes disminuye las posibilidades de la selecci¨®n. Los equipos espa?oles se han acostumbrado a ser los ¨²ltimos en cerrar la Copa de Europa, con el grado de saturaci¨®n que eso produce y el escaso tiempo del que disponen los jugadores para asumir otro gran reto.
Pero los problemas de Espa?a los han padecido m¨¢s que nadie Brasil y Alemania este a?o. El caso de los jugadores del Bayer Leverkusen -Lucio, Placente, Basturk, Schneider, Ballack, Ramelow y Neuville- define esta situaci¨®n contradictoria. Han disputado m¨¢s partidos que nadie porque han llegado a casi todas las finales posibles y algunos de ellos han llegado a la final de la Copa del Mundo. Por lo tanto, hay que buscar m¨¢s explicaciones.
La del ¨¢rbitro est¨¢ en boca de todos. Y s¨ª, el ¨¢rbitro egipcio tuvo un papel destacado en la eliminaci¨®n de Espa?a. Pero la historia de la selecci¨®n espa?ola est¨¢ tan relacionada con el victimismo que produce v¨¦rtigo pensar en nuevas coartadas que sirvan para justificar las tempranas eliminaciones que otros no sufren.
Esta vez ha sido Turqu¨ªa la que ha jugado las semifinales. Lo ha hecho en circunstancias complicadas. Jug¨® dos veces con Brasil y con las dos selecciones de los pa¨ªses organizadores. Y ah¨ª estuvo, en la semifinal, como Croacia en 1998 o Bulgaria en 1994. Ni por estad¨ªstica le toca esa satisfacci¨®n a Espa?a.
Otro flanco es el de los jugadores. Acostumbrados a ser gregarios de las grandes estrellas internacionales, los futbolistas espa?oles suelen sentirse inc¨®modos cuando tienen que asumir el protagonismo. En este Mundial ha quedado claro en gente como Trist¨¢n o Valer¨®n. La ausencia de Ra¨²l frente a Corea del Sur posiblemente fue capital porque era la clase de partido que el delantero del Real Madrid no deja escapar f¨¢cilmente.
En cualquier caso, estamos donde est¨¢bamos hace dos a?os, tras la Eurocopa, o hace cuatro, despu¨¦s del Mundial de Francia. Espa?a se lame sus heridas y no encuentra las respuestas a una situaci¨®n que se reproduce como si fuera un mal sue?o.
A Camacho le toca conducir al equipo al pr¨®ximo Mundial. Su figura apenas est¨¢ discutida, lo que siempre es una ventaja para gestionar una selecci¨®n. A los jugadores no se les escucha un reproche al t¨¦cnico. La situaci¨®n es buena.
?Son buenas las perspectivas? S¨ª. Este Mundial ha tenido un valioso efecto sobre la parte m¨¢s joven del equipo, sobre jugadores como Puyol, Baraja, Helguera o el mismo Ra¨²l. El n¨²cleo existe, a la espera de la sucesi¨®n de Hierro en el centro de la defensa. Queda por saber si la sensaci¨®n de optimismo se puede traducir en algo real o es la misma historia de todos los torneos, una ilusi¨®n ¨®ptica que terminar¨¢ donde siempre: en los cuartos de final.
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