Estados de emergencia
Tras decenas de pateras y centenares de muertos que, tratando de huir de la miseria y alcanzar una vida m¨¢s digna de ser vivida, advierten parad¨®jicamente de la llegada del verano en aguas del estrecho norteafricano, se plantea nuevamente la gravedad del problema de la inmigraci¨®n. Todo ello como s¨ªntoma, de los varios que alertan a nuestra sociedad, de su falta de voluntad para abordar decididamente las injusticias sociales; de la miseria que se sufre en ?frica y en otros pa¨ªses del tercer mundo, y de la pasividad para contribuir a su desarrollo, y por ende de la desfachatez de los pa¨ªses m¨¢s poderosos, para reunirse peri¨®dicamente, cuestionando problemas subsidiarios sin abordar el fundamental.
En el caso de los pa¨ªses del norte de ?frica no se puede tranquilizar, una vez m¨¢s, nuestras conciencias, aludiendo al car¨¢cter d¨¦bil de la democracia de sus gobiernos. Las causas son otras, como en otros pa¨ªses subdesarrollados, y atienden a su incapacidad para superar por s¨ª mismos su situaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica, o viceversa.
Las autoridades de los pa¨ªses de origen no podr¨¢n frenar decididamente la salida de emigrantes, si no se producen negociaciones paralelas que contemplen temas de colaboraci¨®n econ¨®mica. La actuaci¨®n de las denominadas mafias, deber¨¢ ser abordada desde ambos lados. Mientras, la consideraci¨®n de los sin papeles no puede ir unida autom¨¢ticamente a su internamiento por entrada ilegal, si falta precisamente la preceptiva cobertura legal. Se debe contemplar la realidad de los acontecimientos atendiendo a la integraci¨®n de los emigrantes, en lo relativo a sus necesidades de formaci¨®n, y a sus posibilidades de inserci¨®n laboral. La llegada de emigrantes sin papeles, encerrados en contenedores o embarcados en pateras, retenidos o devueltos a sus pa¨ªses, oculta una falta de soluciones pol¨ªticas, y revela un verdadero estado de emergencia de los emigrantes, que no de los receptores, y una vergonzosa falta de voluntad de los pa¨ªses desarrollados, por poner fin a una cadena sucesiva de muertes o de situaciones de explotaci¨®n en el mejor de los casos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.